Desconozco si fue en la presentación de Lo real de otra manera de Virgilio Rodriguez en el Instituto de Artes de la PUCV o si fueron los continuos comentarios de dos poetas amigos, Miguel Lahsen y Juan Darien, durante el año 2018, que llegó a mis manos el poema “La generación escindida”, perteneciente a Cadáveres, publicado hace más de diez años desde esos días, siendo este el último libro que se publicaría como tal —años después se publicaría una plaquette por revista Antítesis y que se titularía Esplendor. Ya en aquellos días nos preguntábamos, ¿qué habrá sido durante estos años de Sergio Madrid? Desconozco el detalle. Nosotros le leímos, asiduos e incautos, en las pocas bibliotecas que teníamos a mano, y presenciamos su asistencia silenciosa a más de algún evento poético, siempre atento y en diálogo. Siete años han pasado desde ese momento y trece desde la publicación de dicha plaquette. Hoy día celebramos que Sergio Madrid, ha publicado bajo el sello editorial Mundana Ediciones, El amor y el basurero, y que da continuidad a una de las voces poéticas más representativas de la poesía de Viña del Mar.
Sergio Madrid
Desde las publicaciones grupales que realizó junto a sus compañeros de ruta (Alex von Bisschofhaussen, Mauricio Barrientos, Juan José Daneri) en aquel grupo denominado La retaguardia de la vanguardia, hasta el poema inédito de largo aliento, “Saldo”, se puede apreciar la conquista poética que ha tentado y alcanzado Sergio Madrid. Fruto de años en el oficio poético, nos encontramos hoy ante una voz que toma forma en el desencanto andante de un ciudadano herido, una conciencia sufriente —citando a Ismael Gavilán—; una escritura que se nutre de múltiples referencias vanguardistas —musicales, textuales y cinematográficas—, y que converge hacia una melancolía revestida de tonos que oscilan desde el extremo más alquímico y místico —pensar en la poesía de Madrid en Voz de locura y Los novios de Ariadna—, pasando por el violento y ácido —la trilogía de El universo menos el Sol— hacia el presente, un tono de remembranza y autorreflexivo con sus propios caminos, un erotismo que se resiste al paso del tiempo mediante una forma calma y dubitativa. Es innegable esa marca textual que atraviesa la obra y que reposa en la primera persona como un centro gravitatorio de la ruina cotidiana y el laberinto vital.
El amor y el basurero no es un rara avis entre sus publicaciones, y sin embargo logra apartarse de la oscuridad tonal de El universo menos el sol. No es primera vez que se contrapone el ideal de belleza o las excelsas virtudes ante la imagen de la descomposición, la ruina y la muerte. Pienso en Venus en el pudridero. No obstante, El amor y el basurero no busca ser imagen simbiótica a la manera de una unidad indiscernible una de otra, en el poemario de Madrid funcionan como polos de un mismo universo en el que se requiere el amor y el basurero como contrarios. El hombre es subyugado ante esa existencia que se compone de realidad y de deseo, pues la voz que hallamos en estas páginas es un habitante de una ciudad en ruinas, no la misma que le tocó vivir bajo el halo de la alienación. Estas ruinas son las que produce el tiempo y el fatalismo ya macerado de una vida que se amó vivir y no se ve satisfecha por azar de circunstancia o por la caducidad inevitable de la carne. De la colisión entre las pulsiones vitales y los restos de lo amado (sea persona, espacio simbólico u objeto) emerge la nostalgia de la posibilidad trunca, posibilidad ideal, y por ende una forma romántica de imposibilidad. Aquí encontramos un sentido dialógico en los poemas que apelan a distintas personas: “Elegía a mi padre”, “Veinte años después (Verena)” o poemas menos explícitos ante la figura referida, como “El mundo es hermoso”, en donde el sentido se dirige a la revisitación, al ajuste de cuentas con los rostros que oscilan por la ciudad. En este sentido, El amor y el basurero, aunque en un tono menos violento, recibe la posta del pesimismo de Cadáveres y la autoconciencia que se despliega en “Saldo”. Más que la escisión del errante en la ciudad, la voz de estos poemas es la del sujeto que integra las paradojas vitales, enjuiciando los caminos antes de la completa erosión de los cuerpos y las formas.
¿Por qué las lides de la poesía ante una derrota inminente contra el tiempo? Aquí la transformación que permitiría entender un tránsito desde la perspectiva de los poemas escritos durante los 2000-2010 hacia los más recientes: pues porque la poesía en El amor y el basurero es bastión, hogar o, en último caso, el oficio en el cual nos curtimos y que permite el paso lento de la belleza. Una manera de fijar por unos segundos lo efímero de la vida. Así encontramos alusiones dubitativas y de cuestionamientos sobre cómo vivir en el poema “Sayonara”, constatación de que el sentido no ha sido vaciado en su totalidad y que ha de defenderse u homenajear la imagen ideal que ha devenido ruina, poetizar ese resquicio real y dado. Este sentido toma mayor potencia desde aquel poema inédito “Saldo”, en donde se nos dice con dosis de descreencia:
[...]
“A pesar de la discutible abundancia que me rodeaba
A solas a menudo descubrí el vacío y la imposible
Potencia de transformar el orden que nos rige,
Como si fuéramos peces en un mar demasiado inmenso
Para conocer la distancia que nos precisa una maravilla.”
Por otra parte leemos “Sayonara”, en donde tenemos la certeza de la maravilla: “Basta mirar esta playa para saber que vale la pena vivir”. La dificultad existencial no es ese “no” ante la vida, el germen del nihilismo juvenil y desenfrenado o el inevitable movimiento retrospectivo de la memoria, es una conciencia del límite ante las circunstancias y condiciones bajo las cuales se desarrolló la vida y en donde el poeta tantea y ensaya las posibilidades ante el inminente muro al final de la calle, ya sea con aceptación o rechazo: “morir, cuantas veces / parece más digno y honorable que estas batallas cotidianas”. Baste otro poema como “Juventud” para demostrar la conciencia del estar “a la intemperie” con todas sus vicisitudes:
[...] “En los bares los amores naufragaban
y cada uno con su savia de buen árbol
resistía el invierno. Eso era la vida,
un crudo invierno del que salvaguardar
almas ebrias y jóvenes, talentosas y educadas
sin el sol del amor en su centro,
orbitando a la deriva y a veces
hallando el acorde, el poema o la canción,
un acierto estético y coral. Un asomo
de luminosidad. Juego y jugarreta
donde por una vez todo
parecía estar y no estar.
En El amor y el basurero, el destello ya no es ante el abismo que oculta la realidad, esa cama que es puerta al vacío, más bien es ante el espacio que evidencia la fuga del sujeto y que reviste de una estela de ausencia los restos en el espacio. Imposibilidad de retorno por caminos distintos, pero que oculta, como en un universo paralelo o una ecuación matemática, los trazos del mundo posible. El poeta conjura a través de su poesía. Eso trae a la memoria los versos de un poema llamado “Melancolía de Jasón, hijo de Cleandro, poeta en comagene, 595 d.c” (dese por hecho el juego de máscaras utilizado por el autor griego) en donde la voz clama al “Arte de la poesía” por los “intentos de calmar el dolor mediante la Imaginación y el verbo”, única manera de enfrentar “el envejecimiento del cuerpo y la figura”. En su propio callejón: la aventura inacabable. Sergio Madrid nos dice:
En la poesía encontraré
En la poesía encontré las ruinas primordiales, nómadas y mágicas.
En la poesía encontre los mejores números, zonas y economías
del derroche, paraísos del instante, el abanico que ventea
el rostro amplio de ese sol que a veces se vuelve negro.
En la poesía encontré el doble del mundo. Un falso espejo
de agua. Ondas que transmutan el reflejo en realidad. Un falso espejo
de agua verdadera. En la poesía encontré un conocimiento
que no se inquieta ante las dudas.
Visión. Intensidad. Mucho presente, una extenuante observación de todo
y nada. La sensación de no existir realmente
y la sanación de existir de un modo corriente. Orbita el mundo inmenso
sobre un punto minúsculo que está en todas partes.
En la poesía encontraré . . . . . . . . el agujero negro del lenguaje.
Así la poesía contra la posibilidad trunca, distanciamiento y alternativas, el espejismo de la memoria. En el poema anterior, al igual que a lo largo del poemario, se aprecia un decantamiento que no culmina en un temple elegíaco. Los símbolos ocultos punzan y dirigen hacia lo que en otros poemas es declaración férrea. Así una estrella en el cielo, aunque fugaz, guía el sino del caminante; así el colgado gira la perspectiva de la vista, nos habitúa al entendimiento de este suelo donde brota la vida; así las sirenas cantan y el oyente va en su búsqueda de la trampa. Todo es señal de cómo vivir y atender lo vivido. No hay fatalidad en la arena que hoy cubre el sitio de la vida, el impulso siempre es hacia adelante:
“Me asomaré a la ciudad con ojos alarmantes.
Soñaré con la calle imposible y probable, con la libertad
y la errancia aunque tal vez ya no pueda moverme.
Entre el mundo y yo cruzará un rayo azul de imaginación
para no morir de desidia, querré que la vida
se parezca a lo imposible, porque si algo
me ha enseñado la tocante cercanía con la muerte
es que lo imposible, al final, es lo único que cuenta”.
El amor y el basurero es una declaración de resistencia ante quienes optaron por el basurero. Pero en mi principio está mi fin: ¿no es el precepto de La retaguardia de la vanguardia, justamente, amar los restos, saber qué está muerto, y amar sin embargo? Resistir y resistir ante el basurero, frente al espejo laberíntico viñamarino, resistir en la escritura y en la re-escritura, resistir en las afinidades electivas, en las lecturas personales y las traducciones que corren silenciosas entre los estudiantes del Instituto de Artes. Todos ellos gestos de antaño, cuando se realizaban lecturas poéticas en diversas salas con públicos totalmente disímiles, una época en donde poetas y no asiduos lectores convergieron en el lirismo de una generación desencantada, “nos olvidarán después de todo, pero supimos vivir”. Pues elijamos el amor y no el basurero.
Durante la presentación del libro:
Andrea Ceardi, Sergio Madrid y Bastián Desidel
Enero 2025
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Sergio Madrid ante el laberinto ruinoso
"El amor y el basurero", Mundana Ediciones, 2024, 64 páginas
Por Bastián Desidel Escurra
Publicado en 49 ESCALONES, 7 de marzo 2025