“República de holgazanes, putas y bribones”
Shakespeare
“La mano” es una breve e intensa novela de Roberto Rivera Vicencio (Santiago, 1950), donde relata la azarosa y desvergonzada historia de Tomás Gaggero durante los años de la Concertación en Chile (1988 - 2009). Se trata de un personaje ruin que a su regreso del exilio en Argentina crea una oficina de inteligencia para desbaratar todo intento de participación social y política de los partidos y militantes de las organizaciones de izquierda que no formaban parte de la Concertación de Partidos por la Democracia.
Esta novela da muchas opciones para una buena lectura. Podría intentarse una mirada psicologista del personaje, también desenredar una trama policial o amorosa, en fin, pero me quedaré con la posibilidad de recrear una época pos dictatorial poco conocida por la ciudadanía en su aspecto más escabroso: la delación, la traición a las causas populares, con el surgimiento de estos topos conversos que empiezan a sentir las caricias de las bonanzas económica del milagro chileno, aquel que nos llevó a autoproclamarnos como los jaguares de Latinoamérica.
En la medida que las políticas neoliberales de la Concertación se afianzan debido a un pacto de silencio e impunidad con las Fuerzas Armadas y de Orden, los números azules de los grandes empresarios criollos y de las transnacionales se multiplican en una concomitancia cómplice con los gobiernos de turno. Aquí es donde aparece nuestro protagonista haciendo de las suyas. Tomás Gaggero crea una oficina de delación o asesoría para empresarios de toda laya, denominada “Proyecta. Comunicación Estratégica”, cuya tarea consistía en levantar o hundir personajes que hicieran sombras a las políticas macroeconómicas instauradas por los chicago boys y perfeccionadas por la alianza socialdemócrata, dirigida esta última coalición en especial por Aylwin, Frei y Lagos, quienes sólo harán justicia “en la medida de lo posible”. En esta etapa triste para la historia de Chile se concesionaron grandes bienes del Estado a particulares inescrupulosos; mencionemos tales patrimonios por sus nombres: carreteras, represas, servicios de transporte, Correos de Chile, agua potable, salud, educación, previsión, etc. Todo se privatizó; incluso se le echó una manito de gato a la constitución de Pinochet, esa que aún nos rige impunemente. Esta red de espionaje, delación y cuoteo político tendió su red por todo el país, poniendo y sacando autoridades en las reparticiones públicas a su regalado gusto, donde los socioslistos hicieron nata, incluso todavía en algunas ciudades se mantienen en sus reparticiones como verdaderos sátrapas o caciques de cuello y corbata.
La novela atrapa de principio a fin por los variados y ágiles recursos literarios que utiliza el autor. El personaje en cuestión -Tomás Gaggero- es un sujeto hábil, entretenido e inmoral, que actúa y toma decisiones con una frialdad y pericia de cirujano plástico. Su vida afectiva es licenciosa y libertina, llena de situaciones divertidas que nos hacen sonreír, dejando Rivera Vicencio de manifiesto su dominio del humor fino y sarcástico al momento de escribir; en libros anteriores ya había dado muestra de este talento que harto se agradece. La galería de actores secundarios que deambulan por las páginas de “La mano” es amplia y variopinta. Va desde sus antiguos compañeros de luchas sindicales, pasando por sus amores clandestinos y casquivanos, incluyendo a sus nuevos amigos de complicidades y juergas, amén de oportunistas pequeños burgueses y burgueses de frentón que va conociendo en la medida que prospera en sus fechorías. Lo que sorprende en Gaggero es su inteligencia o lucidez política para razonar y operar en los nuevos escenarios que se le despliegan con la clarividencia de un ajedrecista avezado. Es un pícaro imaginativo, consciente de su agudeza y conocimiento, que navega en todas las aguas y salva astutamente de cada una de las contraofensivas que pretenden funarlo, hasta la penúltima página.
El lenguaje original de Roberto Rivera es uno de los aspectos más destacados de la novela. Incorpora giros populares, coprolalia surtida, letras de tangos y boleros, uno que otro galicismo, habla cotidiana salpicada de dichos refraneros, conocimientos de gourmet refinado y diestro catador, citas de algún escritor o filósofo contemporáneo, latinazgos, además de otros condimentos estilísticos modernos como el monólogo interior, la fragmentación y el racconto o flashback. Así las cosas, arma un léxico propio, áspero y chisposo en su cáscara, pero profundo y elevado en su contenido. He aquí un texto que tomamos, como botón de muestra, de una conversa de bar: “Se había casado con una feminista, contaba, a la que tenía que pedirle disculpas porque se le paraba la diuca” P 46. Desparpajo, insolencia, todo lo que usted quiera, pero inserto en una trama cautivante que vamos desentrañando poco a poco hasta reconocerla como propia, doliente, infame. Otro aspecto notable de su escritura son los diálogos; todos ellos sin guion, separados en un mismo renglón sólo por un punto, a lo sumo, por lo que hay que estar muy atentos a su lectura. Con todos estos elementos tenemos frente a nosotros una narrativa que se torna dinámica, amena, jocosa a veces, aunque siempre reflexiva, inteligente, densa diría, a la que hay que aproximarse con la humilde reverencia de los iniciados, única manera de disfrutar una obra de arte.
En suma, estamos en presencia de una novela necesaria que da luces, estéticamente hablando, sobre una etapa oscura de nuestro desarrollo político, económico, social e institucional que aún duerme el sueño de los justos. Sin duda, un buen aporte crítico a la historia y a la literatura chilena. Flor de libro.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com “La mano”, o la historia de un topo
Novela breve de Roberto Rivera Vicencio
Fondo de Cultura Económica, Santiago, 2023, 152 páginas
Por Bernardo González Koppmann