Sobre “Loba, aullidos milenarios”
o la imagen quebrada del verbo sangrante Poemas de Rosa González Baeza.
After Poetry, Valparaíso, 2021, 106 páginas.
Por Bernardo González Koppmann
“Próxima al final de otro día casi moribunda quiebro la imagen de mi reflejo”
RGB
En los últimos años en la región del Maule se ha venido dando el hecho evidente de cierta renovación poética, donde, a voces consolidadas de las últimas generaciones como Naín Nómez, Isabel Gómez, Mario Meléndez, Américo Reyes y Felipe Moncada, han surgido auspiciosas propuestas como Javier Rebolledo, Alejandra Díaz, Gabriela Albornoz, Pilar González, Benjamín Rivera, Ignacio Herrera, entre otras. En ese contexto Rosa González Baeza (Talca, 1964), con “Loba, aullidos milenarios”, irrumpe en la escena local trasgrediendo tendencias y generaciones con una escritura sólida, contundente, madura, definitiva.
Rosa González Baeza
Rosa es una escritora avezada, con vasta experiencia, que compartió y ha compartido con los principales literatos del Maule desde hace mucho tiempo, a saber, con Matías Rafide, Emma Jauch, Enrique Villablanca, Yanette Sepúlveda, por nombrar sólo algunos.
Respecto a esta obra iniciática, “Loba, aullidos milenarios”, en el prólogo Teresa Calderón afirma que estamos en presencia de “un libro maduro, bien pensado, bien resuelto, de perfecta factura que busca, entre otros muchos derroteros, desestructurar un orden que rige nuestra herencia cultural cristiana occidental… Cuando conocí personalmente a la autora, me di cuenta que ella completa es poesía lúcida y no lograba comprender por qué no había publicado ya un libro… Después de leer su “Loba”, que aparece desde la umbra en pleno otoño de 2021, (supe que) estaba destinada a revolver el rebaño de la poesía chilena… Era este su momento: En plena pandemia de coronavirus en el planeta, esta loba debía llegar con su aullido a poner orden, tras terremotear el establischment de escrituras de mujeres en Chile”. Fuertes declaraciones.
“Loba, aullidos milenarios” está formado por 48 poemas, divididos en tres cuerpos. En la Parte I, encontramos como leitmotiv la afirmación de una doble personalidad (Rosa y Loba) donde se entrecruzan sus inquietudes y convicciones, tomando posición frente al mundo real, frío e impersonal, como mujer escindida. Afirma con absoluto convencimiento que hay que “vivir muriendo al borde del instante”. Encontramos textos notables en esa dirección, como “Poética”, “Mala estrella”, “A la orilla”, “Imagen quebrada” y “Piel andrógina”.
En la Parte II, Rosa González Baeza profundiza en sus fragmentos binarios, la poeta y la hablante, personalizada ésta en una loba que aúlla su belleza sardónica con naturalidad, gracia y desplante, sintiéndose cómoda en su rol de paria, náufraga fragmentada en su refugio -las palabras, la Poesía- desde donde ordena el mundo propuesto por las civilizaciones desde la perspectiva del latido ancestral del origen. “Se me encabrita la piel / cuando prefiguro la cercanía / de mi doble opuesto”. Aquí resaltan a vuelo de pájaro los poemas “Hacia adentro”, “Sin registro”, “Cerrar los ojos” y “A media tarde”.
En el último apartado, Parte III, a mi parecer el más potente del libro, la poeta de la mano de su loba interior, humana y sensitiva, abre la ventana a una intimidad desmesurada, eróticamente lésbica, que fundamenta con atinadas incursiones por la metaliteratura, gruñendo entre mordaz y rebelde, desenmascarando un canon patriarcal y anquilosado que se prolonga demasiado como el peso de la noche. Finalmente, quisiera añadir que en este conjunto nos convence cabalmente su escritura cuando recaba en algo parecido a la sabiduría de las mujeres de los pueblos viejos, para así sentirse posesionada, plena y satisfecha de su oficio de poeta andrógina. “Bajo mi lengua cansada / guardo palabras prohibidas”. De este conjunto destaco “Lo habitual”, “A cualquier parte”, “Después del misterio”, “Para no morir tanto” y “Latido ancestral”, poema éste último que da fundamento a toda la obra de Rosa: “Renacerá el vínculo original / de lo que somos / con el silente palpitar / de lo que muere”.
Estamos en presencia de una poeta audaz, irreverente, que asume su condición de loba milenaria sin ambages. Poesía que inquiere, grazna, aúlla por una existencia auténtica que da cuenta de su naturaleza bárbara, espontánea, y, a la vez, anula el nihilismo meramente hedonista del ciudadano light posmoderno, habitante de una sociedad necroliberal donde se extraña la amistad sincera, la palabra empeñada, la entrañable solidaridad, fraternidad, calidad humana; donde prima la conveniencia, el arreglín y el chaqueteo entre seres carentes del más mínimo pudor, oficiantes u operarios serviles de un juego cruel que anula nuestra vida íntima, expuesta al vaivén del mercado de valores, en un contexto carente de toda decencia y ayuno de la poesía más elemental. Ante este panorama inmenso, la poeta aúlla.
En el epílogo, la sagaz estudiosa de literatura en lengua castellana, Isabel Rezmo, condensa sucintamente la naturaleza bestial de esta obra prima y su autora en una frase: “Corres en la salvaje llanura como una palabra viviente”. Enhorabuena.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Sobre “Loba, aullidos milenarios”
o la imagen quebrada del verbo sangrante
Poemas de Rosa González Baeza.
After Poetry, Valparaíso, 2021, 106 páginas.
Por Bernardo González Koppmann