Proyecto Patrimonio - 2016 | index | Mario Meléndez
| Bernardo González Koppmann | Autores |

 

 

 

 






Tres estaciones en el itinerario poético
de Mario Meléndez

 
Asedios a La muerte tiene los días contados (2013), El circo de papel (2015)y Esperando a Perec (2016).
Raffaelli Editore, Rímini, Italia.

Por Bernardo González Koppmann

 


.. .. .. .. ..

“Que la pluma canta más que el mismo pájaro
y que el pájaro mataría por ser pluma”
MM

Previo

MM (Linares, 1971) ha regresado en este crudo invierno de 2016 de visita al Maule. Lleva su buen tiempo fuera del país, algo así como una década, lapso en el cual han pasado raudas muchas historias bajos los puentes del viejo Piduco.

Si mal no recuerdo hace ya unos veinte lejanos años a la fecha escribí para un diario de Talca una reseña asediando a su entonces promisorio libro Vuelo subterráneo, que comenzaba con la siguiente aseveración:Si quieren sacudir la modorra provinciana con poemas originales y seguras e irreverentes imágenes; si quieren oír una voz joven que hoy por hoy se constituye en desacato a la obviedad; si desean sentir nuevamente aires de lucidez y orgullo a pesar de la seudocultura oficial, a pesar del apabullante mundo snob, cursi y frívolo que nos acecha, lean a Mario Meléndez”. Y concluía dicho comentario con unos versos directos, cotidianos, exterioristas, harto proféticos del autor:"Mañana preguntaré mi nombre en las ciudades, / en los muelles, en las poblaciones, / mañana recorreré mercados y edificios / a medio terminar, / mañana me sentaré a la mesa con todos los verbos / y con un libro de versos recién comprado".

Y así no más fue. MM ha retornado por estos días a Talca no con “un libro de versos recién comprado”, sino con tres tomos de su obra completa, aún en desarrollo -dado que son cinco los textos que abordarán su producción total, hallándose los dos restantes aún en imprenta-, publicados por Raffaelli Editore, en Rímini, Italia: La muerte tiene los días contados (2013), El circo de papel (2015)y Esperando a Perec (2016). Los cuadernos o apuntes para una leyenda que aún esperan pacientemente ver la luz pública en Europa son Vuelo subterráneo y El zoológico de palo. Háganme ésa.

Primera estación: El circo de papel

El circo de papel fue publicado originalmente en Linajes Editores, Ciudad de México, 2008. En esta pequeña aproximación que ahora escribo voy a referirme al poemario El circo… en primer lugar, porque representa un momento o estación iniciática en la obra de MM fuera de su territorio de origen, en la cual recoge parte sustancial de su obra escrita en los últimos días del poeta en Chile. En este libro el autor, en seis apartados, nos sitúa frente a un ser humano en tránsito desde el absurdo y la indefensión vallejiana de un latinoamericano de la periferia, hacia un incierto destino; aquí hace una síntesis de su vida provinciana, usando como motivos recurrentes la pobreza, las palabras, algunos homenajes a sus héroes de infancia y adolescencia, el eterno femenino y la muerte, tema este último que se hará recurrente en su producción futura.

Estos versos, en que reparo y cito a continuación, vengan a ilustrar el temple de ánimo de un hablante inmerso en el paradigma de lo incierto, de una sociedad o cultura licuándose que se nos desmorona en sus certezas por todas partes, más aún situándose el autor en un soporte o contexto remoto, tan distante del terrón natal donde se nutre su poética: “Nos espera un largo viaje, nos espera un largo viaje / y no es la vida, no es la fosa, no es tu vientre / ¿Qué es? ¿Hacia dónde nos movemos? / ¿A qué universo caemos irremediablemente? / Yo no lo sé. Nadie lo sabe / Pero hacia allá suspiramos, sin detenernos siquiera / como drogados, como alejándonos / hacia la luz de lo irreal, hacia el ardor del infinito / precipitando tiempo y olvido, polvo y tinieblas / fantasmas que soñaron deshuesarse / como aceptando su frágil destino.” (“La edad del ojo”, p. 154). Sin dudas, aún leyendo en el cuarto del fondo del patio de la casa, siempre estamos en viaje hacia un más allá ineludible cuando hojeamos estos testimonios o bitácoras. A esto nos despierta tamaña poesía.

Segunda estación: La muerte tiene los días contados

La muerte tiene los días contados fue publicado originalmente en Laberinto Ediciones, México, 2010. Bueno; acá, sin duda, MM es influenciado por el tono festivo y carnavalesco que los aztecas y mexicanos otorgan al trance por el cual los mortales pasan a decorar el oriente eterno; le atrapan incuestionablemente las expresiones coloridas y las manifestaciones populares que prenden como pasto seco en torno a la parca, la calaca, la pelada, la dama fría. Pero a Meléndez la muerte, o el tema de la muerte, no lo pilla desprevenido; ya en sus escritos anteriores había insinuado un franco acercamiento a esta temática desmitificando, a la vez que desafiando, esa cultura, precisamente, de la muerte que pretendía imponer el civismo-militar en el cono sur de América morena a través de la nefasta Operación Cóndor. Aún así, nos sorprende con este verdadero tratado de cómo bailar un corrido con las desgracias, despejando la mente y el alma con el propósito no confesado de acumular fuerzas para cuestiones más simpáticas e interesantes del diario vivir.

Irreverente este Mario. Uno pensaría que con su periplo por Norteamérica - México, para ser más preciso, donde residió cinco años - y luego por Europa, donde ya lleva radicado en Italia cuatro larguísimos años, nuestro poeta habría cambiado su patudez, desacato o irónica manera de tutearse con tópicos reconocidamente graves y profundos, sacros, diríamos. En La muerte… se enfrasca en unos diálogos, nunca exentos de humor y picardía, con la famosa, donde desenmascara la suntuosidad de sus poses y falsas seguridades dadas por la fama, el poder o las riquezas injustas. Aquí, en estos poemas, Dios se baja del pedestal y camina entre los seres humanos como Pedro por su casa. Y qué decir de artistas poperos y madonas de la interminable galería de las vanidades que pasan a congraciarse a como dé lugar con la guadaña filuda cuando se va acercando la hora definitiva.

El autor echa mano a su extenso bagaje literario con el fin de allanar  el  encuentro entre la pálida y sus invitados. El lenguaje en esta propuesta se hace simple, directo, casi de la tribu, como diría Parra, incorporando Mario a su reglado gusto elementos de lírica contemporánea; a saber, los intertextos, nunca tan oportunos, donde se revela la enorme cultura literaria del autor que va haciendo síntesis de acabadas lecturas. Igualmente, reconocemos en esta escritura la desacralización de tabúes y supercherías tan nítidas en nuestro continente, como lo son una fe supersticiosa y cruenta, oficialmente más preocupada de no perder a su grey que liberar la conciencia de las gentes sencillas. En este libro nos reencontramos frente a frente, entonces, con algunos tópicos tradicionales del ser local, regional y universal, como lo es por ejemplo la visión metafísica de la Dama Fría que, después de estos poemas se no va haciendo terriblemente atractiva, coqueta y buenamoza. “La muerte tiene corazón de abuelita”, nos reitera, con un pie en el avión, MM.

Tercera estación: Esperando a Perec

En Esperando a Perec Meléndez se nos pone ingenioso. Ya instalado en Italia, a inicios de 2012, resitúa su poesía en un escenario desconocido, donde va incorporando paulatinamente nuevas lecturas y nuevas miradas sobre la realidad y sus circunstancias. Prepara un soporte entreverado muy ajedrecísticamente, y pasa a elaborar un trabajo poético que consta de 44 visiones, donde le adjudica la voz a un hablante que se gana la vida construyendo ataúdes. MM pone esta nota aclaratoria al inicio del libro: “Estas visiones fueron descritas por un fabricante de urnas, poco antes de morir. Lector compulsivo y lúcido, dejó infinitas versiones en libretas y papeles sueltos. Aquí se publican algunas de su inquietante imaginario” (p. 8).

Esperando a Perec, como rótulo del poemario, obviamente tiene un significado que amerita una breve explicación. Para situarnos como lectores frente a esta novedosa propuesta de Mario, debemos remontarnos a una obra de teatro existencial de postguerra, escrita por Samuel Beckett en 1952, llamada Esperando a Godot. Supuestamente, el autor halla un símil entre aquel panorama devastado, arrasado, desolado, donde se desarrolla la historia de un Godot que nunca llega, y el mundo contemporáneo descalabrado donde lo absurdo, lo inesperado y lo insólito de los rápidos sucesos va haciendo fusiones y sincretismos de culturas y personajes de distintas épocas y periodos que confluyen, ahora humanizados, recuperada la inocencia original, frente a una fosa mortuoria. “Vi una página en blanco / vagando por los campos de la irrealidad / Parecía una bailarina / a punto de dar a luz” (p. 12). Dios pastorea un rebaño de almas sufrientes de regreso al aprisco original. Así, vemos desfilar por los sueños del carpintero afanando en su taller a Pizarnik, John Lennon, Vincent van Gogh, Pessoa, Vallejo, Sinatra, Neruda, Rimbaud, Botero, Cervantes, los Sex Pistols, Tarzán, Heráclito, Kafka, Picasso, Marqués de Sade, Caperucita, Madame Bovary, Salomé, Verlaine, John Wayne, Phileas Fogg, Buster Keaton, Facundo Cabral y un sinfín de almas en pena caminando de vuelta a casa. Un botón de muestra para los escépticos: “Vi a Marilyn Monroe / dando de mamar a su sombra / Tenía los pechos tristes / y usaba camisa de fuerza para dormir / Se había tatuado en la espalda / algo revelador: / También Dios fue mi amante” (p. 36).

Desenlace

El resultado, la envergadura y el vuelo que ha alcanzado la obra poética de MM no nos sorprende, porque conocíamos a este autor y sabíamos de su rigurosidad y fervor; pero sí nos reconforta - y mucho - ver como se ha consolidado un trabajo literario que veíamos crecer lentamente, y desde lejos. Lo reiteramos con Oscar Hahn, estamos en presencia de un poeta definitivo en el panorama latinoamericano. "Una poesía sólida, con un eficaz manejo del lenguaje; siempre inquietante y a veces pesadillesca, pero no exenta de humor, sitúa al poeta chileno Mario Meléndez en la primera línea de su generación. Una poesía que se sostiene en cualquier idioma". En definitiva, una poesía que nos podría ayudar a restaurar y reconstruir nuestra condición de seres fracturados por una postmodernidad deshumanizada. No es poco.

 


Talca, a 137 años del natalicio de Jorge González Bastías.



 

 

 

Proyecto Patrimonio— Año 2016
A Página Principal
| A Archivo Mario Meléndez | A Archivo Bernardo González Koppmann | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Tres estaciones en el itinerario poético de Mario Meléndez.
Por Bernardo González Koppmann