Proyecto Patrimonio - 2023 | index |
Bernardo González Koppmann | Autores |



 





“Velas de barrio”
(Cuatro poemas de los vientos maulehuinos)
de Claudio Oyarzún Chávez
Helena Ediciones, Talca, enero 2021, 100 ejemplares, 78 páginas.

Por Bernardo González Koppmann


.. .. .. .. ..

El personaje principal de este libro se llama Zarzario Gañán Puéblez, “de su historia quedan trazos de estas versas que cantó en velorios, ramadas y chinganas en el valle de Maulehue”, a quién Claudio Oyarzún Chávez (Molina, 1962, académico de la Universidad de Talca) lo nombra en la dedicatoria —entre otros seres amados previsibles, como su esposa e hijos—, donde canta a los vientos maulehuinos con un estilo nada común en las grandes ciudades del territorio.

Himnos de celebración son estos poemas, al modo de las profecías de las civilizaciones antiguas; sinfonías de arraigo campesino, donde aún las deidades eran las fuerzas de la naturaleza y los elementos del paisaje se congregaban ante el influjo de los bardos. Reconocemos en el tono voces tutelares de la poesía maulina, como De Rokha y Barquero, principalmente, pero también ecos de lecturas bíblicas, Saint John Perse y Walt Whitman, entre otros. De allá viene este canto en el viento, desde los orígenes del mundo, a fecundar estos parajes, estos pueblos, estos “barrios” del Maule.

“Velas de barrio” está dividido en cuatro capítulos que representan distintas facetas de un mismo fenómeno: el viento que atraviesa la comarca maulina.

El primer apartado se llama “Viento de cobre”, y nos trae reminiscencia del paso de la cultura quechua por nuestra región, exhalando brisas y soplos que vienen del Norte Grande, con toda su esencia minera y telúrica. Desde la prehistoria salina llega a fecundar las melgas maulinas para alimentar a una nueva raza o nuevo pueblo reencantado con la hermosura transparente del aire en movimiento que viene a perfumar el valle de los promaucaes. “Heme aquí de frente o perfil / y vestido de maíz, quinoa, cañihua y papas, ocas y ollucos… / abismado en la esquina milenaria” (p. 13). Así, cuando nortea por estos litres, aún escuchamos mentar en nuestra memoria emotiva a las inefables abuelas: “Norte claro, sur oscuro, / aguacero seguro”. De esta manera, algún día trascenderemos más allá de las estrellas desde los surcos agazapados de los barbechos de Maulehue.

En “Viento puelche”, segunda parte del libro, el poeta canta como un poseído utilizando un lenguaje a medio camino entre culterano, hermético, hiperbólico y apocalíptico, donde los vientos orientales que bajan de la montaña son jinetes desbocados no exentos de una rara ternura y comedimiento. Aquí el puelche se personifica en alentados hortelanos, humildes patriarcas —valga aquí el oxímoron—, bardos ciegos sabios de la tribu, varonas encendidas, fecundas y longevas (“Así como tu vientre cobijó mi pálpito, / huelo el durazno en flor / atardeciendo en los campos de Colín” p. 28). Así, el viento amigo que baja lentamente por los Andes se despoja de su majestuosidad y desde su condición de pueblerino —Zarzario Gañán Puéblez— canta, clama y profetiza: “Les hablaré no desde mis palabras, / hablaré en la métrica de Gañán / para sus oídos taponados de barro y piedrecillas” p. 27. Estamos en presencia de una extraña mezcla de elementos míticos que se fusionan con la naturaleza desnuda, dando origen a un ser mitológico, a la manera de Eolo, el dios griego, travestido en rústico aldeano encarnado en estas latitudes, entre los ríos Teno y Perquilauquén, que nos va noticiando de ríos, playas, peces, grillos, parientes muertos o desaparecidos, balseros, juegos de infancia, vendimias, lluvias, crecidas o simples hierbas del campo. Quizá la humildad sea el talante más certero para captar la poesía de Claudio Oyarzún, que logra encantarnos como un prodigio inesperado en tiempos de penuria.

En “La piel del viento”, tercer capítulo, el hablante escudriña en matices del paisaje (árboles, aves, esteros) desde su mirada telúrica, lúcida y trasparente, pero ahora vuelca su preocupación hacia el roce sensual de las brisas marinas (travesía la nombran todavía), provocando inusitadas reacciones sensibles y eróticas en todos los seres animados o yertos de la comarca. “Cuando la risa sale por tu boca / entra una algarabía de codornices jóvenes” p. 49. Oyarzún aquí hace un pequeño giro en su escritura e ingresa en otro registro, en el riesgoso campo de lo experimental, y, en mi opinión, salva el escollo. Aquí el texto se hace más breve, pero también más intenso; el verso es más polisemántico, sinestésico y cerrado, rozando a veces el hermético gongorismo barroco, renacentista, aunque respondiendo a cuestiones existenciales de este dislocado siglo XXI.

El libro termina con “Viento maulehuino”, cuarto y último apartado. En este capítulo final se produce algo así como un contrapunto -o diálogo poético- entre la brisa (“Adviento”) y el ventarrón (“Ventada”), un duelo amoroso entre dos aires de distintos caracteres, uno calmo y otro furibundo. Adviento pregunta: “Acaso no escuchas el frágil repique / cuando se abren los lirios / o se estiran los líquenes al sentir tus pasos” p. 58. Y responde Ventada: “Edifiquemos lugares claros y escondamos el vértigo en los prólogos ineficaces de la ceniza” p. 63. Adviento -la versa- pronuncia vocablos comunes y corrientes de todos los días (“¿Quién senderea los potreros de Maulehue / e hila con los puentes los tres arcoíris / que flamean en la cabeza del cosechero?” p. 61), en cambio Ventada -la contraversa- recurre a creaciones neológicas estilísticas y neologismos fónicos, a la manera de Huidobro en los últimos cantos de Altazor, donde el lenguaje habitual no le alcanza para decir todo lo que siente (“Troquemos el amor en el Pannúcleo, el circunátomo y la pantopalabra” p. 59). De este duelo amoroso se vislumbra, como semilla o fruto, el bello amanecer de un país o región empecinada en germinar en una vida nueva: humana, fraterna, solidaria. Los poetas tienen licencia para crear y hacernos soñar con lo imposible, “porque de lo posible se sabe demasiado”. Poesía más que interesante la que nos propone Claudio Oyarzún Chávez como un canto de amor pocas veces oído por estos andurriales, imprescindible para completar el inquieto mapa poético del Maule.

Chonchi, 21 julio 2023.


 

  . . .



 

 

Proyecto Patrimonio Año 2023
A Página Principal
| A Archivo Bernardo González Koppmann | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
“Velas de barrio” (Cuatro poemas de los vientos maulehuinos) de Claudio Oyarzún Chávez
Helena Ediciones, Talca, enero 2021, 100 ejemplares, 78 páginas.
Por Bernardo González Koppmann