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El compromiso poético
de Bernardo González Koppmann

Rodolfo De los Reyes Recabarren

En estos tiempos de explosiones y luchas sociales son muy pocos, a no decir casi ninguno,
los poetas cuya obra esté comprometida con las luchas y reivindicaciones  populares



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"Sólo el Pueblo es humano”
José Comblain


Poesía necesaria

En el mundo literario actual, a lo largo y ancho de nuestro país, llama la atención la total y absoluta indiferencia del grueso de poetas y escritores, en su obra escrita, al tema social y político. Esto no ocurría tiempo atrás, sobre todo con los grandes exponentes de nuestras letras como Carlos Pezoa Véliz, José Domingo Gómez Rojas, Gabriela Mistral, Pablo De Rokha, Pablo Neruda, Efraín Barquero y generaciones completas de escritores -como los notables representantes del 38, 60, 70 y 80-, literatos que han marcado su obra a fuego en la grandes luchas sociales de la historia chilena. Hoy es casi imposible encontrar un “Hijo de ladrón” o “La vida simplemente”, sólo por nombra un par de libros de entonces tomados al azar.

Actualmente en la región del Maule uno de los poetas que de lejos sobresale, por el compromiso social y político de su obra, es el reconocido profesor de Ciencias Sociales Bernardo González Koppmann (Talca, 1957), quién posee una vasta y profunda obra poética plasmada en cerca de 20 títulos donde el mundo popular, campesino, maulino y la alusión a sus luchas reivindicativas e históricas son manifiestas, así como sus creencias puestas en la esperanza de un mundo mejor -donde entremezcla visiones cristianas y con el materialismo dialéctico- conformando una propuesta escritural trascendental y, por el momento, única en la región del Maule, tal vez de Chile. Pensamos que este acervo y peregrinaje literario constituye un interesante objeto de estudio y análisis, especialmente en los actuales tiempos que vemos un despertar de las inquietudes sociales y populares ante el neoliberalismo criollo extremo y su inequidad, explotación y destrucción del ethos y su entorno. Por todo ello nos parece un ejercicio urgente y de primera necesidad acercarnos, conocer y ahondar en el trabajo poético de Bernardo González Koppmann, un incansable poeta comprometido con su pueblo -conformado éste mayoritariamente por gentes sencillas, humildes, pobres y oprimidas hasta la saciedad- al que Bernardo ha rendido tributo en textos sólidos como una roca que perdurarán en la memoria colectiva maulina.


El oficio poético como revelación mística

Los grandes poetas iberoamericanos como Pablo De Rokha, César Vallejo, Ernesto Cardenal y muchos más han sentido un llamado místico, asimilando fuertemente el oficio poético al compromiso o misión de profeta o clarividente de su pueblo; así lo creyó De Rokha, Cardenal y de seguro lo cree Bernardo González, dado que su poesía asume de pronto -y en forma natural, espontánea y sincera- un cierto carácter moral de relato bíblico; así lo observamos, por ejemplo, claramente en su poema “La Moneda”, recogido del libro “Catacumbas” (Antología de Poesía Social), publicado por Ediciones Inubicalistas el año 2012 en Valparaíso. Dice:

“El cardenal en La Moneda / conversa con el dictador / El nuncio en La Moneda / conversa con el dictador / El papa en La Moneda / conversa con el dictador / pero el dictador no sabe / que a La Moneda  / si no entra el Pueblo / no entra Dios” (p. 32)

En estas breves líneas la cosmovisión poética de González Koppmann se recrea nítida y potentemente, con una fuerza poderosa que visualiza la historia y la realidad bajo una perspectiva de compromiso social cristiano, comunitario latinoamericano, profético, rebelde y hecho carne por un pueblo sufriente y afectado, pero ávido de la buena nueva. Tal visión profética -inspirada en el Vaticano II y los documentos de Puebla, me imagino- es dable en aquellas comunidades maduras, fraternas, donde existe una relativa armonía y comunión cotidiana entre los hombres, y donde -al mismo tiempo- las torres de marfil y de oro sucumben ante el amor entre los seres humanos unidos y protegidos por la gracia divina. Así, la poesía de González Koppmann resulta ser la amalgama de una fe decidida con una posición social y política asumida, donde se entrelaza un sujeto histórico trascendente con la realidad contingente, en una simbiosis promovida por la Teología de la Liberación. Esa mirada, aunque mucho más desaforada, encontramos en un arcaico Pablo De Rokha, quién pregonaba la salvación del cosmos y de la humanidad en sus libros y poemas como “Jesucristo”, “Moisés” y otros. Con ello nuestro poeta demuestra su universalidad y su visión histórica, clarividente, de la poesía. Para Bernardo “sólo el pueblo es humano”, al decir del teólogo belga José Comblain, y si su trabajo literario no está ligado al quehacer diario de los vecinos, para él no es poesía. “La poesía sin pueblo es puro pajeo intelectual”, me confiesa.


Poeta del Maule profundo

Bernardo González Koppmann es un poeta generoso en libros, cuya obra posee una impronta popular única, digna de estudio, elogio y constante lectura, dado que son las raíces de nuestra esencia maulina. Muestra de ello es su preocupación constante por su entorno, ya sea rural, suburbano, urbano -tanto del tiempo arcaico, actual como futuro- en relación a las variaciones del universo popular y sus personajes anónimos, invisibles y excluidos del trabajo de muchos artistas, no así del ojo avizor de González Koppmann quién nos regala profundos y emotivos poemas del diario vivir de los lugareños. Leamos “Temporeras de Lontué” a modo de ilustración, también extraído de “Catacumbas”:

“Fuere la uva el dulce rosado de una boca / mordida bajo el ala de una vieja chupalla / yo me quedara manso junto a nubes y loicas: / van trotando insoladas estas pobres muchachas // Es ardoroso el tiempo de las vendimiadoras / se cansan las abejas despuntando las parras / azotan los sarmientos, las tijeras no podan / se huelen los racimos, no tira la bueyada // Duelen todos los cestos cuando la tarde pasa / y el viento trae hambre y el hambre trae sombras / los pies desnudos siguen moliendo en las tinajas // Si la luna sorbiera sol en las calabazas / fuere la noche espuma para bañar hermosas / mas, ni siquiera el rico ha lamido la jarra” (p. 17)

Este poema es una oda con clara y precisa ubicación territorial, con una descripción nítida y potente del trabajo campesino -alabanza y denuncia de la mano de obra femenina- cuya crudeza se ve descrita bajo el tono dulce de la palabra, pero en su dimensión universal, dado que no sólo es el trabajo duro e insolado, es la mujer y sus dones los que se vierten en la faena. Es un poema que trasciende lo social, cuyo drama el autor no oculta o esconde como otros poetas en sus cantos bucólicos y agrarios, al estilo, por ejemplo, de Carlos René Correa de Rauco o incluso del mismo Alejandro Méndez Amunátegui de Lontué, quienes, desde la cuna aristocrática y la silla patronal, escribían sus versos azulados y vegetales en textos donde la explotación escasamente asomaba, aunque sí la naturaleza bullente y pletórica de sus propiedades.

Bernardo González Koppmann es un grande de la palabra, pero también de la vida y el difícil oficio poético asumido sin ambages desde el compromiso, con una trayectoria de casi 40 años y una obra prolífica, sólida, constante, donde su presencia sencilla y amable -aunque no por ello menos crítico a la situación actual que afije al país- es un aporte real y potente a la labor órfica. Es uno de los pocos poetas de Chile dispuesto a acudir a cualquier lugar o rincón que se le llame a leer sus poemas, a llevar y compartir su poesía, la buena poesía, como el pan de la mañana campesina; siempre está presto a transitar polvorientos caminos, subir cerros, cruzar canales, riachuelos y ríos para compartir su don y su palabra con las personas que quieran escucharlo, sean pocos o muchos, sin pedir nada a cambio, sólo el respeto necesario para celebrar la lectura como una liturgia. Es que, hoy por hoy, se hace muy necesario, casi imprescindible, poner atención a un admirable creador de las letras maulinas bastamente reconocido en nuestro país, y aún más allá, no obstante silenciado, cuya generosidad lo engrandece y lo convierte en un ícono, un potente e irrenunciable poeta de nuestra tierra, un poeta de siempre y para siempre.


Periodista y escritor.
Curicó, 24 de noviembre de 2019.



 

 

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