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“La mariposa de Hanyang y otros cuentos”
Editorial Signo, Santiago de Chile, 2018, 254 páginas.
Compilador Sun Xintang [1]
Por Bernardo González Koppmann
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I
“La mariposa de Hanyang y otros cuentos” es una recopilación de doce relatos chinos contemporáneos, cuyos autores -la mayoría alrededor de los cuarenta años- pertenecen a la Asociación de Escritores de Hubei, región que, como dice en el prefacio el editor de esta obra para América Latina, Jorge Calvo [2], está situada en pleno corazón del territorio continental y con una Historia que hunde sus raíces en las milenarias arenas del tiempo. Valga decir que Hanyang es la capital de la provincia de Hubei. Es un libro importante, sin duda; pero antes de escudriñar su contenido sería bueno revisar el escenario socio-político y cultural en que aparece, y su pertinencia -correspondencia o rebote- con la estética local, chilena y latinoamericana.
Sun Xintang, compilador de los textos de “La mariposa de Hanyang y otros cuentos”, refiriéndose a la recepción que ha tenido el libro en el público lector chileno fue escueto y lapidario: “La crítica ha sido nula”. Y tratando de buscar algún quid que explique tal negacionismo, añade: “En los colegios y en las universidades chilenas casi no hay contenidos referentes a la literatura china. En las facultades de Literatura es como si las letras chinas no existieran… China tiene una milenaria tradición literaria, con una literatura de gran éxito, calidad e influencia sobre todo en Asia. Pero no se conoce en América Latina… La literatura china actual tiene mucha calidad. Cuenta con dos premios Nobel: Gao Xinjian, quien lo obtuviera en el año 2000, y Mo Yan el 2012. Merece lecturas y estudios en el mundo. Leyendo las letras chinas, uno puede entender mejor nuestra realidad, las transformaciones políticas, sociales y culturales que se han venido produciendo en el país… Hay que trabajar más con editoriales chilenas. Aún hay muy pocas interesadas en publicar libros chinos, pues en general no conocen nuestra industria editorial y no tienen especialistas para seleccionar títulos chinos”[3], concluye. Y le encuentro toda la razón.
Jorge Calvo, por su parte, tiene una particular visión de la literatura “sublime” -como considera él la prosa y la poesía chinas, entre otras- frente a la literatura de gusto masivo o literatura light que predomina en Chile, lamentablemente. Dice: “A partir del año 1990, con el desplome de los socialismos reales y el fin de la llamada Guerra Fría, aparece un fenómeno que algunos teóricos se apresuraron en decretar como ‘el fin de la Historia´, y eso significaba, junto al claro y definitivo predominio de la globalización neoliberal, el absoluto repliegue de las confrontaciones ideológicas y el cese de la exploración de una realidad diferente, confusa y desconocida cual jungla o laberinto; consecuentemente, a partir de entonces las ciencias sociales, filosóficas y estéticas se vuelven en un aséptico paseo por pequeños prados o parcelas de agrado que sólo intentará ofrecer entretenciones mínimas, pueriles e inofensivas. Así la crítica literaria, las librerías y las ferias de libros vinieron a ofrecerse en bandeja a una literatura que emergía cual panacea en un mundo frívolo, como mercancía fácil de vender, pero tan simple e insustancial al momento de leer que se olvidaba a medida que se daban vueltas las páginas. Esta literatura light fue el producto perfecto para una sociedad que entraba en un período de hibernación moral e intelectual -asunto llamado distopía o antiutopía-, donde lo único que se necesita para subsistir es la amnesia, como aquella provocada artificialmente por una suerte de soma o droga en ‘El mundo feliz’ de Huxley.”[4])
En este contexto histórico y cultural he leído las narraciones de “La mariposa de Hanyang y otros cuentos”, y realmente me pareció un libro más que recomendable, valioso; pero, la verdad sea dicha, no esperaba menos de una República Popular que ha creado su arte y literatura paso a paso, con paciencia de lagarto[5].
II
“La mariposa de Hanyang y otros cuentos” resume las mejores virtudes de la literatura china. Revisemos algunas de estas cualidades. A primera vista, llama la atención la forma espontánea que cultivan -o les nace- al narrar historias de los más diversos temas; además, hacen acopio con sumo respeto de la tradición oral y escrita, preservando tradiciones y costumbres que vienen a operar a modo de moraleja en las jóvenes generaciones. Por otro lado, es común observar síntesis dialécticas en los relatos que abarcan largos periodos de tiempo, dando hondo significado a un lenguaje que aparentemente emplean con naturalidad, como hicimos expresa mención, pero que a veces cuesta decodificar por las conexiones semánticas que necesariamente se deben hacer dada la extensa historia de este pueblo. De ahí debe venir, me imagino, el dicho “cuento chino” que aplicamos en Chile cuando alguien refiere una historia sencilla en forma intrincada, sabia e ingeniosa. Asimismo, hay que apreciar la consabida conexión con el entorno natural que representa el arte de China, escabulléndose un poco de lo abstracto y experimental; desde el viento rozando las alas de los insectos hasta las galaxias más lejanas tienen cabida en esta literatura. Eso se agradece porque nos trae aire fresco a nuestras complicadas maneras de escribir. Y agreguemos, el encanto de sus personajes populares, francamente entrañable; tanto campesinos, artesanos, leñadores, hombres y mujeres de oficios humildes -ya sea en campos, aldeas o ciudades- atrapan por el humor, la picaresca, el sentido oportuno de sus refraneros, la empatía con el dolor ajeno, la fraternidad, la solidaridad, así como también sus prácticas amatorias ya proverbiales. Todo ello es en verdad de una belleza y sabiduría que nos cautiva. Creo, humildemente, que la literatura “sublime”, de la que hiciera mención Calvo, es aquella que cumple con tales expectativas. Preservar tal legado no ha estado exento de polémicas y discusiones entre los escritores de las últimas generaciones en el gran país del Este, los cuales intentan imponer sus personales teorías y corrientes literarias, que van desde las tendencias más arcaicas y tradicionales hasta los estilos más rupturistas y avanzados; lo anterior, sin duda, producto de una moderada apertura a las influencias estéticas de Occidente que ha llevado adelante el gobierno chino a través de reformas modernizadoras en las últimas décadas, debido, en parte también, a manifestaciones ciudadanas bien fundamentadas que pudieron haber acelerado estos cambios. La grandeza de China no es casualidad; es la confluencia de muchos factores sociales, políticos, económicos y culturales. De eso hablan bellamente estos cuentos.
III
En esta muestra de jóvenes escritores podemos observar nítidamente la principal cualidad del género cuento, en cualquier idioma, a lo cual Gabriel García Márquez tenía el mayor aprecio. El autor de “Vivir para contarla” siempre insistía que en el arte de narrar se necesitaba un elemento cardinal, insoslayable, al momento de escribir, “tener algo nuevo que contar”, y que ese acontecimiento, hecho o suceso novedoso era la motivación principal que capturaba al lector. La experimentación de los ismos, la corriente de conciencia, el monólogo interior, las escuelas de distintas tendencias -clásicas, neas, y pos- de las teorías literarias más en boga nunca han podido desmentir esta verdad del porte de una catedral; las técnica narrativas deben potenciar la historia, y no al revés, so pena que caigamos en un academicismo insoportable. “La mariposa de Hanyang y otros cuentos” nos nutre de episodios, anécdotas, chascarros, minúsculas o portentosas hazañas cotidianas, hogareñas y comunitarias, aventuras de toda índole, rurales o rururbanas[6] en su gran mayoría, aunque también nos encontramos con algunos relatos como “Viento ligero, nubes suaves”, “La mariposa de Hanyang”, “Dientes” y “El Salón de Huairen” ambientados en modernas ciudades donde, sin embargo, se resisten a abandonar el dejo campesino consuetudinario, y viceversa. Los cuentos, a su vez, localizados en lugares agrestes como montañas, bosques, ríos, extensas siembras de soja o arrozales también van incorporando armoniosamente artefactos del galopante desarrollo industrial; es emocionante leer peripecias como aquella donde un dirigente del comité agrario del sector aprende a andar en bicicleta (“La comuna es una hiedra”), o cuando una anciana aldeana habla por móvil con su hijo, radicado en la ciudad, para decirle que se siente feliz viendo nevar desde la ventana (“Vigilando el humo”).
Salvando las distancias abismales de la traducción, los textos se leen sin dificultad y se aprecian en su real magnitud dejando una inmejorable impresión de su valor literario. Las técnicas escriturales y estilos varían en cada uno de los doce narradores, reconociéndose nítidamente expresiones que van del relato más tradicional respecto a otras fabulaciones que intentan innovar apelando al uso reiterado del racconto o el backflash, la personalización de animales, aves y árboles, la hipérbole, el intertexto, el realismo mágico o imaginismo y otras lindezas o tropos muy atingentes; en suma, se esmeran en pulir una lenguaje que tenga hechuras universales. Del mismo modo, siguiendo con la idea de ampliar las capacidades comunicativas del idioma, también encontramos en algunos escritos pequeños soliloquios que nos acercan a las narraciones existenciales europeas más modernas, como la introspección o el monólogo interior de las corrientes psicologistas, pero sin abusar de ello. Son prudentes y responsables, al parecer, estos chinos cuando de narrar se trata.
En otro aspecto, aunque estimo que en estas páginas se abusa a veces de la onomatopeya, la que considero innecesaria en algunos casos, es dable destacar el buen empleo que hacen del coloquialismo o el habla de la tribu -ya sea en refranes, dichos, chistes, parábolas e historias intercaladas cargadas de moralejas y enseñanzas-; igualmente, son diestros en la correcta aplicación de conocimientos y saberes de referentes antiquísimos que traen a colación, muchas veces con un sentido del humor socarrón e hiriente; en algunos relatos, los menos, notamos que se deja deslizar un crítica velada, casi imperceptible, a funcionarios y burócratas que ejercen cargos de gobierno, aunque sin grandes aspavientos ni descalificaciones, valorando en la mayoría de los casos todo lo avanzado en las últimas administraciones en materia cultural, especialmente con la apertura de las fronteras a nuevas tendencias y paradigmas cuando enaltecen la dignidad del ser humano. Este último punto es muy importante y lo quisiera destacar, sobre todo cuando el escritor utiliza la sátira o el sarcasmo para ir corrigiendo errores -como la corrupción- en el desarrollo de los procesos históricos. Otro de los méritos de este libro es la manera acertadísima que emplean los narradores para integrar elementos de distintas manifestaciones artísticas en la elaboración de sus textos; utilizan aportes ya sea de música folclórica y clásica, cine, ópera, pintura, poesía, danza, teatro e, inclusive, fragmentos o citas de líderes revolucionarios como Mao Zedong o ideas de otros héroes internacionalistas -recuerdo en este momento a Norman Bethune, médico canadiense, y a la luchadora feminista Margaret Sanger- quienes apoyaron admirablemente, desde las más diversas trincheras y latitudes, la causa de la República Popular China en los días más cruentos y álgidos de su historia. Los escritores de Hubei tienen buena memoria.
IV
Los protagonistas de las historias que desfilan por estas páginas son de la más variada condición humana y social. Van desde humildes trabajadores de la tierra (“La comuna es una hiedra”) o leñadores perdidos en las sierras (“Los gritos al árbol”), hasta jóvenes universitarios en busca de su identidad sexual (“La mariposa de Hanyang”); también se aborda de pasadita a líderes de la mafia o carteles emergentes (“El hombre cobarde cual ratón”) e, incluso, a un empresario ambicioso y desmedido que hace de las suyas en las grandes urbes industriales (“Dientes”). La gama de personalidades descritas también da cuenta de infantes que sufren la incomprensión de los adultos (“Viento ligero, nubes suaves” y “Una nube en el cielo del este”); parejas de jóvenes enamorados en conflictos, tanto en el campo (“La comuna es una hiedra”), en la aldea (“La aparición” y “Tres pordioseros”), como en la ciudad (“Dientes”), donde la consabida infidelidad es el motivo central de estos relatos; igualmente, encontramos cuentos donde enfermos terminales (“Aquel bellísimo par de jarrones azules decorados con nubes”) o ancianos decrépitos que sobrellevan una fatigosa vejez (“Vigilando el humo”, “Los gritos al árbol”, “El hombre cobarde cual ratón” y “El Salón de Huairen”) son los personajes principales de tales narraciones. Pero si en algo se debe reparar o destacar admirativamente, sin duda, es en el destacado papel que cumplen las figuras o caracterizaciones femeninas en estos cuentos; ellas toman la voz cantante en la mayoría de los relatos, deciden en los momentos cruciales de los contubernios, toman las decisiones más acertadas, no aceptan imposiciones patriarcales, asumen el rol de mujeres empoderadas para los nuevos tiempos y la nueva sociedad, pero sin perder en ningún instante -o muy pocas veces- su gracia, donaire y delicadeza. Bonita lección del pueblo chino.
V
Bien. Como se ve, la condición humana -en su más amplia gama- es abordada acertadamente en esta obra. Los grandes dramas de la comedia y la tragedia, que suponíamos habían nacido en Grecia, tienen un lejano precursor en la China arcaica; las eternas pasiones, dichas y desgracias del amor, la muerte, los celos, el odio, el miedo, la amistad, la valentía, la traición, el dolor, la intriga, entre otras exaltaciones, son inquietudes universales en cualquier época y comarca del planeta, y como tales la tradición literaria del país oriental da cuenta de ellos en sus obras clásicas. Estos motivos siguen siendo los desasosiegos que se renuevan en toda genuina literatura. Después de siglos de distancia, donde los seres humanos hemos sido capaces de las mayores atrocidades y de las más bellas proezas, la nueva narrativa que hoy comentamos se empeña en mantener esta impronta de abordar ángeles y demonios que vengan a enaltecer la inmensa humanidad; en ella, como hemos venido diciendo, siempre se apela o se echa mano en el desarrollo de la trama de sus cuentos -en medio del torbellino existencial contemporáneo- a la sabiduría atávica de los usos, modos y costumbres rurales, a la profunda raíz originaria de la naturaleza, a la vida comunitaria, a la celebración de sus tradiciones y ritos sagrados con la llaneza del viento, la flor o el pájaro que han aprendido a convivir con las virtudes y desaciertos de la hora presente. Los chinos tienen los pies bien puestos sobre la tierra, y no se marean con los cantos de sirena. Al momento de resolver los entredichos o diferencias que implica comprometerse con las transformaciones del mundo moderno, China siempre nos sorprende gratamente respecto a la pericia y plasticidad de sus poetas, novelistas, narradores y cuentistas cuando de recrear el lenguaje y la literatura se trata, y, lo más importante, sin abandonar nunca -o casi nunca- esa condición primordial de “tener algo nuevo que decir” de la que nos hablara Gabo en sus memorias. Este es el mérito de la Asociación de Escritores de Hubei, y de los relatos que ha seleccionado acertadamente Sun Xintang.
VI
Después de habernos aproximado un poco a “La mariposa de Hanyang y otros cuentos”, quisiera terminar con una pequeña digresión muy personal, muy subjetiva, dejando en claro que este libro da para una cátedra completa, tanto por su calidad literaria como por su riqueza antropológica, histórica y social, imprescindible al momento de conocer y comprender varios fenómenos de la política contemporánea china. Muchas obras de arte reflejan el alma de aquellos procesos históricos de una manera tan certera y fidedigna que ni la ciencia positivista más aplicada, con sus instrumentos y estadísticas, jamás podrá develar. Por ello la poesía, en toda la extensión de su palabra, no puede estar ajena en la construcción de los procesos colectivos, aspecto fundamental que la actual literatura de Occidente ha descuidado, por no decir despreciado, negligentemente. Intentando empatizar con Sun Xintang y Jorge Calvo, quienes se esforzaron por difundir este libro en Chile y América morena, es difícil para la industria editorial y las librerías -pauteadas por el gusto dominante de los medios de comunicación de masas, manejados obviamente por los grandes consorcios, en contubernio con los gobiernos de turno- difundir las letras chinas de las últimas generaciones. Esto en referencia a lo planteara Xun Xintang en un diario de Santiago, citado al principio de este comentario, respecto a la nula recepción que ha tenido “La mariposa de Hanyang y otros cuentos” en el público y la crítica chilena. La explicación, aunque no es sencilla, tampoco nos ha de extrañar. Las editoriales en Chile hoy giran sobre seguro, y dentro de la lógica neoliberal tienen sus fundamentos economicistas. Difunden lo que lucra; el libro es un bien de consumo, y la literatura light, como asevera Calvo, les es funcional, les viene como anillo al dedo: “La literatura light no pretende explorar ninguna realidad ni menos crear enfrentamientos de ningún tipo; le basta con un minimalismo que exprese los conflictos emocionales de un consumidor que vive cautivo de la odisea de ir a un mall a comprar un espejo y luego, poco a poco, éste empieza a temerle al objeto cuando lo instala en su diminuto departamento. Siente un profundo descreimiento por todo y gradualmente experimenta, morbosamente, cómo va aumentando en él la culpa de no sentirse bien en ninguna parte. Pero, ha logrado hacer real el viejo sueño de ‘leer con la mente en blanco en su momento de ocio’. Pura paja molida. Ahora bien, la literatura light es la nueva moda de la hora presente en la cual domina aquel tipo de libros para un público poco exigente.”[7] En esta coyuntura, entonces, resultaría extraño que una casa editora o universidad tome la decisión de publicar escritores desconocidos del otro lado del mundo; sería visto como un riesgo comercial muy grande o, tácitamente, una verdadera locura. Además, esta decisión podría causar pequeñas o grandes polémicas al momento de elegir qué literatura y de qué signo ideológico promover en el mercado, por decirlo suavemente, dado el carácter de los poderes fácticos en nuestro país, sumisos todos a la avasalladora globalización política y económica en curso. Ojalá que las potencias de este lado del mundo, léase europeas y americanas, aprendan de la capacidad del pueblo chino en el sentido de incorporar nuevas prácticas culturales a sus planes de desarrollo, considerando paradigmas un poco más flexibles. Muchos de sus logros se deben a esa capacidad de integrar conocimientos y saberes, manteniendo un mirada holística propia en bien de las grandes mayorías. Por ejemplo, en nuestros países se podría perfectamente promover avances tecnológicos a escala humana, respetando el medio ambiente; mayor tolerancia y apertura a las diferencias étnicas, sociales, religiosas y de género; establecer nuevas formas de relaciones tanto laborales, deportivas, artísticas y educativas, entre otras. Así las cosas, podría ser que algún día -más temprano que tarde- la maravillosa narrativa china sea incorporada a nuestros planes y programas de estudio, con el único fin de contribuir a una formación más integral de las nuevas generaciones. ¿Por qué no? En ese sentido, la literatura china tiene mucho que aportar.
VII
Hoy, cuando por estos territorios del sur del mundo los “patipelados”[8] andamos de protesta en protesta, esperamos fervientemente que el estallido social transforme y humanice nuestro modelo neoliberal extremo y perturbador; mientras, la Gran Marcha del pueblo chino -iniciada en 1934- sigue avanzando serenamente por campos, bosques, ríos, montañas, aldeas, ciudades y mares hacia la más alta poesía: la paz entre todos los seres humanos de la Tierra. Que así sea.
Chonchi, 17 de enero de 2020.
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Notas:
[1] Licenciado en filología hispánica por la Universidad de Lenguas Extranjeras de Luoyang; máster en traducción por la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing; director del Departamento de Español de la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing; director del Instituto Confucio de la Universidad Nacional Autónoma de México; actualmente, subdirector del Centro Regional de Institutos Confucio para América Latina (CRICAL), con sede en Chile, entre otras distinciones.
[2] Cuentista y novelista chileno, ajedrecista e historiador innato, en 1994 recibe beca Klas de Vylder al mejor escritor extranjero residente en Suecia; Premio Municipal de Santiago en 2000; editor de recopilaciones y antologías de los talleres de escritura creativa de la Sociedad de Escritores de Chile y otros; además, constante difusor de literatura -tanto poesía como narrativa- en revistas, programas radiales, conversatorios, lecturas y ferias de libros.
[3] Revista de Libros de El Mercurio. Santiago de Chile, domingo 21 de abril de 2019.
[4] Email de Jorge Calvo, editor en Santiago de Chile para América Latina de “La mariposa de Hanyang y otros cuentos”, enviado al autor de esta reseña.
[5] Los relatos recopilados en “La mariposa de Hanyang y otros cuentos” son los siguientes: “Viento ligero, nubes suaves”, autora Fang Fang, traducción Liljana Arsovska; “La aparición”, autor Zhu Chaomin, traducción Carla Benet Durán; “Una nube en el cielo del este”, autor Liu Yishan, traducción Manuel Pavón; “La comuna es una hiedra”, autor He Cunzhong, traducción Teresa Tejeda Martín; “Aquel bellísimo par de jarrones azules decorados con nubes”, autora Chen Xuhong, traducción Adriana Martínez González; “Los gritos al árbol”, autor Chen Yingsong, traducción Nuria Pitarque Ledesma; “La mariposa de Hanyang”, autor Lin Bai, traducción Pablo Rodríguez Durán; “Los tres pordioseros”, autor Xiao Su, traducción Liljana Arsovska; “El hombre cobarde cual ratón”, autor Cao Junqing, traducción Manuel Pavón; “Vigilando el humo”, autor Han Yongming, traducción Javier Martín Ríos; “Dientes”, autor Pu Xuan, traducción Carla Benet Durán, y “El Salón Huairen”, autor Xie Luoyi, traducción Mónica Ching Hernández.
[6] Concepto de Geografía Humana, que se refiere a un estilo de vida intermedio entre lo urbano y lo rural.
[7] Email de Jorge Calvo, enviado al autor de esta reseña.
[8] Así llamaron algunas autoridades a los ciudadanos que marcharon protestando contra las políticas usureras y represivas del gobierno de Sebastián Piñera, a partir de la gran rebelión del 18 de octubre de 2019, a lo largo y ancho de todo el país. Hoy, enero de 2020, las encuestas de opinión pública le otorgan un 6 % de aprobación al actual presidente de Chile.