Averiguaciones sobre la poesía,
a propósito de Fernado Quilodrán
("Averiguación del Tiempo", Fernando Quilodrán.
Ediciones Mosquitos, 80 págs., Santiago de Chile, 2009.)
Por Bernardo González Koppmann
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“Lo que exigimos es la unidad de la política y el arte, la unidad del contenido y la forma, la unidad del contenido político revolucionario y el más alto grado posible de perfección de la forma artística. Una obra de arte que carece de valor artístico, por progresista que sea en lo político, no tiene fuerza. Por eso nos oponemos tanto a las obras artísticas que contengan puntos de vistas políticos erróneos como a la tendencia a crear obras al estilo de cartel y propaganda, obras acertadas en su punto de vista político, pero carentes de fuerza artística”. Esta luminosa cita tomada de “El libro rojo” de Mao Tse-Tug, traducida del chino al español en Pekín alrededor de 1966, nos viene como anillo al dedo para iniciar este comentario a “Averiguación del tiempo”, último poemario de Fernando Quilodrán.
Para quienes militamos en la poesía y en el partido de los trabajadores la figura entrañable de FQ nos es muy familiar, por su compromiso y entrega de por vida a la causa popular. No voy a gastar mi escaso espacio en estas preciosas páginas describiendo su extensa biografía, ampliamente conocida por todos. Sólo diré que es uno de esos imprescindibles de los que hablaba Bertolt Brecht.
Por eso nos es muy grato leer y releer “Averiguación del tiempo”, que nos vino a confirmar esa otra faceta más oculta de FQ - aunque no por ello menos importante -, de su imperturbable y ya inalterable personalidad: el oficio de poeta.
Oriundo de Curepto (1936), siempre consideramos a Fernando Quilodrán como poeta maulino; incluido en toda antología que se precie de seria en la región del río de las lluvias, o del Maule, al decir de los peñis, su estilo de trazo seguro y sencillo abordó impajaritablemente motivos de corte social, cuando no de un existencialismo preclaro que abogaba por un humanismo solidario.
Ahora, nos sorprende gratamente con una poesía muy bien elaborada, no exenta de un lenguaje metafórico, con hermosas y bellas imágenes plenamente logradas.
En las páginas iniciales de este libro en comento, Fernando Quilodrán se despacha una especie de prólogo sencillamente magistral, donde nos deja establecida con meridiana claridad su arte poética, su carta de navegación, en estas aguas a veces turbulentas donde la belleza se transa al mejor postor, donde los experimentos precipitados y lenguajes aún crudos vienen a empañar el panorama literario por estos territorios del fin del mundo. Fernando Quilodrán no se pierde; más aún, nos revela el secreto encanto de la poesía de todos los tiempos.
Oigámosle: “La rosa se vuelve pura mercancía si no la asume el pintor o la nombra el poeta. Hay que iluminar el lado no utilitario de las cosas; privilegiar por sobre su valor de cambio para el lucro, su valor de uso para sí y para el hombre”.
“Averiguación del tiempo” está conformado por 35 poemas que vienen a dar cuenta de una época donde las relaciones humanas se han deteriorado. El hablante asume el rescate de gestos y guiños que aún perviven en la memoria de las cosas olvidadas, que si no las asumiera o nombrara el poeta nos deshumanizaríamos irremediablemente.
Hermosa coincidencia entre la visión del artista que nos regala Mao Tse-Tung y la propuesta estética de FQ en este bello libro. Una vez más queda fehacientemente establecido que poesía y política se potencian cuando el poeta es honesto y el político honrado. Ambas condiciones las ha cumplido a cabalidad FQ durante toda su vida.