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Cada libro es una totalidad.
Cada poema, un universo.
Cada palabra, un mundo.

Apuntes para la presentación del libro
Intemperies – Antología Fugaz (60 años / 120 poemas)
de Bernardo González Koppmann

Helena Ediciones, Talca, 2017, Segunda Edición, 110 páginas.

Por Gustavo A. Becerra


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“Hay una manera de ser
que madura hacia adentro:
el fruto es su momento
un pájaro es el aire”
BGK

 1.      Primero agradecer a la Universidad de Talca que nos acoge, en esta sala Emma Jauch, de su Centro de Extensión, aquí en la ciudad del trueno. Y a su rector por el dinamismo impulsado en la promoción del pensamiento en general, en particular del pensamiento vinculado al mundo rural, las artes y las humanidades y, por cierto, a su equipo de trabajo que hacen posible que este centro de estudios irradie su saber a la comunidad y promueva a los creadores, como en este caso. Agradecimientos, asimismo, a Helena Ediciones por la invitación a presentar este libro.

2.      Intemperie, según la RAE, es desigualdad del tiempo. La locución adverbial a la intemperie quiere decir a cielo descubierto, que carece de techo o techumbre, expuesto al aire libre o sin protección. Desde la literatura Intemperies hace referencia a una infinidad de cielos donde el autor se presenta sin protección alguna.

3.      Todo crecimiento conlleva traumas -adolescencia nos remite a lo que adolecemos, lo que nos falta aún-, y si añadimos a esta carencia una ruralidad tradicional intervenida a sangre y fuego, sumida por experimentos neoliberales a hondos dislocamientos existenciales, el panorama se complica. Y con ello se fractura el pensamiento y la palabra. BGK nace el 1957, y para el golpe de Estado de 1973 recién había cumplido 16 años. Tuvimos que repensarnos. Resituarnos. Re-hacernos. Resucitarnos. Hablar con modestia, lengüejear con modestia, poetizar con modestia. Hacer de la humildad la forma de intercambio de emociones, conversaciones, lenguajes, relacionamientos. Apartarse de la arrogancia que -a veces- cuando se presenta con su atractivo magnético atrae suicidamente a estos cuerpos celestes que son los poetas.

4.      Cada libro es una totalidad. Cada poema un universo. Cada palabra, un mundo.

5.      Siempre será mayor lo que queda fuera, que lo que queda dentro, al momento de escoger uno u otro texto cuando hacemos un inventario poético. Pero no queda otra, hay que correr el riesgo. Eso que acabo de mencionar en cursivas me ocurre con el último libro de Bernardo, Intemperies / Antología fugaz,  de Helena Ediciones, en una segunda versión corregida y aumentada, donde proclama a voz en cuello sus 60 años de edad y los celebra (celebramos) con 120 poemas. Y nosotros, en este acto laudatorio, lo celebramos públicamente.

6.      Cada vez con más fuerza pienso que la poesía de Bernardo González Koppmann, o al menos el sustrato de su poesía -no toda, pero al menos la de mayor contenido y profundidad comunitaria- es un intento de teologizar la historia a partir de la experiencia de vida, traducida ésta en experiencia estética. Sus libros son verdaderas actas (que tiene parentescos consanguíneos con lo que ahora llamamos papers, o que en los estudios sociales los analistas denominan estado del arte) que no cumplen con el formato tradicional, pero que permiten recrear situaciones de dolor social a la luz de la mirada hagiográfica enriquecida por el tiempo. Así, por ejemplo, El poema de las tierras pobres, de Jorge González Bastías, un clásico de la literatura maulina escrito en 1924, donde el autor -tío abuelo de Bernardo- canta el drama ecológico, social y religioso de los campesinos abandonados a sus escasas posibilidades; aquí estamos en presencia de una cosmovisión que emerge plena y subrepticiamente en Intemperies, y, con ello, las secuelas de la modernización agrícola irracional reinantes que se manifiestan en una síntesis dialéctica evidente en estos 120 poemas. Otro tanto, aunque de más lejana referencia, podríamos decir de Florecillas, de San Francisco de Asís.

7.      El poema es parte de su liturgia, arraigado en lo histórico, en un tiempo y espacio determinado, donde muchas veces lo sagrado y profano se confunden: sacralizando lo profano, se profana lo sagrado. Nada más humano que esa divina confusión a la cual encendemos velas y de la cual todos somos víctimas. Estructuralmente destaco dos aspectos significativos del libro. El primero, lo profético, el universo profético que encierra la denuncia, y, lo segundo, que, a partir del conocimiento que tengo de la vida del autor, me permite establecerlo en tres categorías verbales: ver, juzgar y actuar. Claro, ustedes tienen la razón, el mismo método de reflexión propuesto por el sacerdote belga Josep Cardijn, conocido después como Pablo VI.  

8.      La historia tiene un término. La injusticia terminará, nos anuncia Costadoat, este luminoso jesuita profesor de la Facultad de Teología en la Universidad Católica de Chile. Tal es la revelación que contienen los escritos que esta noche presentamos: una especie de evangelio de un San Bernardo no tan santo, como parece, en su pasar por el Maule montañero, campesino y marinero.

9.      Nada del hombre le resulta ajeno, incluyendo por cierto la injusticia secular e institucionalizada que está a ojos vista arraigada estructuralmente en el país. Ciertamente que todas las culturas y civilizaciones han erigido sus visiones en manifestaciones proféticas y sapienciales, construidas en base a la percepción. Aquí quiero detenerme, en el concepto percepción, que en griego se escribe aiesthesis y que significa estética, y, más específicamente, podríamos decir que habla de una teoría de la percepción de los sentidos. Algo así como metáforas sensitivas, según Carlos Bousoño.

10.    Acerca de la historicidad, algunas aclaraciones de conceptos. Como pueblos estamos acostumbrados a escuchar la historia representada en hechos y cronologías. No nos hemos detenido a re-interpretar la historia a partir de las emociones porque no teníamos dónde re-leernos, re-pensarnos, re-situarnos. Claro, hemos mirado nuestro propio ser de una manera determinada sin esa necesaria integralidad que requieren las cabalidades más completas. Pasa en todos los aspectos de la vida. La sociedad de consumo y de lo desechable hace estragos con nuestra capacidad de adquirir bienes como única forma de habitar en el mundo contemporáneo, post-moderno.

11.    Luego, leer la poesía de Bernardo González es abrirse a estos contenidos; explorar esas construcciones sociales y esos contructos culturales es volver a mirar con el corazón los hechos para instalarlos de nuevo en una dimensión distinta, dominada por el placer estético y una geografía al alcance de la mano. La idea de los derrotados siempre ha sido construir un relato discursivo que les permita leerse en la historia propia y salir dignificados de ese proceso, tanto por el compromiso que les demandó cada una de las acciones a las cuales fueron convocados como su actitud ética frente al devenir histórico, contextualizado en este caso por el violento rompimiento del orden establecido. 

12.    Como todos los lenguajes el nuestro se funda en el verbo ser y estar, que muchas veces actúan como sinónimos y se prestan significados mutuamente en casi todas las conjugaciones. Tomando algunas citas de la academia casi al vuelo y sin tratar de parecer profesor de gramática, afirmo que la significación primitiva del verbo ser, que en su origen fue atributivo con la acepción de existir, se redujo al predicado nominal y su sujeto. Cuando hablamos de verbos nos referimos a todas aquellas palabras que señalan estados, procesos, existencias o acciones de sujetos, según sea el caso; por ejemplo, ser maulino.

13.    Cosa análoga ha sucedido con el verbo estar, que habiendo significado en su origen colocar, hallarse o estar de pie, lo usamos en castellano como verbo de estado, con la significación de hallarse o existir de cualquier manera, y necesita de un vocablo que junto con él designe la manera de hallarse o existir, es decir, el predicado que atribuimos al sujeto. Para quienes no tienen nuestra lengua nativa, es casi un problema indisoluble y para nosotros mismos no está exento de complicación. Desde la gramática clásica, formal, se asocia ser con la esencia y estar con el estado. Es decir que ser atribuye al sujeto algo que hace parte de su esencia, algo permanente, mientras que estar le atribuye un estado, una característica que no le es propia sino sólo transitoria.

14.    Los cimientos del lenguaje, de nuestra lengua, con la cual hablamos todos los días y nos comunicamos, fueron aniquilados con el golpe militar. Fue un hecho de la causa que no aparece explicitado en el Informe Rettig, ni en las Comisiones de Verdad y Justicia. Los que eran ya no estaban. Los que eran adoptaban un estado difícil de explicar, entender, racionalizar: estaban desaparecidos. Tampoco era un estado permanente, sino una condición. Esa grieta profunda resquebrajó formas y estructuras antiguas que teníamos de comunicarnos.

15.    Los restos de las palabras que se pudieron rescatar, hay que repararlas. Y con esas medias palabras hay que intentar construir un relato discursivo de los derrotados, desde su historicidad y sus emociones.

16.    El hombre y la mujer sabios son el origen, la basa de la cultura. También hemos escuchado hablar acerca del alma de Chile, como un todo lleno de subjetividades y sin puerta de entrada, y lo hemos entendido como un conjunto de sensaciones que llamamos espiritualidad, sentido de la vida, y le damos esa connotación territorial en medio de las contradicciones de la cultura y de la historia.

17.    El profeta es quien actualiza en el hoy la sabiduría, la cultura y los conocimientos adquiridos durante años, siglos, milenios. Bernardo es un poeta atento, activo, profético; orgullo para un país e hijo predilecto de esta región. Leerlo es un imperativo.

18.    ¡Qué buen poeta es Bernardo! Nos restituye y propone a golpe de palabra recuperada, macerada en su retiro, un lenguaje para acercarnos, para conocernos y para amarnos. Tarea más que cumplida. Al despedirme, y reiterando los agradecimientos a quien corresponda por otorgarme la dicha de estar aquí, leo un texto del poeta.

Funeral en Curepto
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .a Juan Rulfo

En este pueblo que surge de la niebla
cuando alguien muere se nota de muy lejos
porque si doblan las húmedas campanas
se duelen hasta las toscas de los cerros
La hora nos sorprende en los estribos
Todos vieron al finado a mediodía
endilgando hacia el puente o escarbando
en el huerto. En este pueblo perdido
entre los montes apena ver morir a un tero
algo se lleva de nosotros, unos terrones
donde echamos semillas recogidas del viento
esa tarde tan larga que, después de la brisa
se hundió con su leyenda en el brasero
Yo le tengo guardada una chalina y un
secreto. Pasan los pinos callados por el cielo
(No sé; me sobrecoge ver la muchedumbre
camino a la colina tras la urna, sin nada
que decir, tan resignados, creyendo que
así tenía que ser, estaba viejo) A veces
en Curepto morir es, un poco, querernos
Luego, antes que la fosa se amapole
y se esfumen los pasos sin los huesos
antes que los niños se disfracen de oruga
y mujeres de oscuro desmalecen el tiempo
antes, mucho antes que los muros aúllen
y la luna se duerma en los esteros secos
salen los muertos a la calle y brindan
por la lenta romería de los deudos

 

19.    Muchas gracias.

Talca, 7 de septiembre de 2017.


 

 

 

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