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Sobre “Poesía hablada” de Shen Haobo,
o como sobrevivir en el intento
(Editorial Salón de Poesía Motie, Beijing, 2017, 352 páginas. Traducido por Isolda Morillo y Tyra Díez.)

Por Bernardo González Koppmann


“Varias eternidades es un día”
Nicanor Parra



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“Toda modernidad en China tiene que ver con las transformaciones sociales, porque la poderosa tradición literaria clásica se basaba en la sociedad agrícola, mientras que ahora la sociedad china se vincula con la modernidad occidental fundamentada en la industria. Naturalmente, este cambio produjo grandes efectos en la sociedad; lo mismo ocurre con la literatura que, claramente, refleja las transformaciones sociales. En China ese desarrollo de la literatura ha sido bien interesante, porque mientras, hoy, los más avanzados vanguardistas producen creaciones postmodernistas -escritores y poetas que tienen más apego a lo moderno- también hay parte de los literatos que aún escriben con los conceptos del romanticismo europeo de hace dos siglos. Incluso hay poetas chinos que escriben con el concepto de la sociedad agrícola antiguo. Asimismo, hay escritores que apuestan por una escritura socialista. Yo diría que la literatura actual es una mezcla de todo.” Con esta declaración de principios del poeta Shen Haobo, tomada de una entrevista subida a las redes por la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, el 28 de mayo del 2018, nos queda meridianamente clara la visión de la poesía contemporánea china, la cual ha debido adaptarse a tantos avatares, fundamentalismos, guerras, revoluciones tecnológicas, traumas y síntesis dialécticas que han ido configurando el panorama del mundo actual. Obviamente, el caso de China, por su ubicación geográfica, legendario pasado imperial, fundamentalmente agrícola, y, por último, dada su condición sociopolítica reciente de maoísta, ha debido hacer un esfuerzo doble y triple para ponerse a tono con la poesía universal.

En el contexto descrito, es muy interesante la lectura del libro Poesía hablada, del poeta Shen Haobo (Jiangsu, 1976), para despejar dudas y plantearse otras en lo que a literatura china contemporánea se refiere. En la introducción de esta muestra poética, leemos a la rápida algunos datos del autor: “Durante la década de los 90 e inicio de los 2000 fue líder de importantes movimientos de poesía de vanguardia, entre ellos el movimiento ‘Partes Bajas’, corriente que buscada romper con temas tabúes, la adopción de un lenguaje crudo y coloquial y un acercamiento sensorial y orgánico hacia el contenido poético, retando a la tradición de la métrica, rimas y retórica particular de la poesía china más antigua”. Difícil tarea.

Al ingresar lentamente en esta muestra de 57 poemas, de inmediato nos va sorprendiendo la propuesta escritural de Poesía hablada. En la página 6, del prólogo del poeta peruano Roger Santiváñez, topamos con una acertada síntesis del sello personal de la voz poética de Shen Haobo. Leamos lo que dice. “Llama la atención el manejo de situaciones raras, absurdas, provistas de cierto humor discreto, en las que encontramos expresiones y giros tomados directamente del habla coloquial. Shen Haobo retrata la voz de la gente y así nos ofrece una sensación de realidad perfectamente verosímil. Su verdad llega a profundizar dentro de sí mismo, al realizar una suerte de viaje introspectivo, para después salir hacia afuera -digamos- y pintar el terrible lienzo de la dimensión social”.

De este modo, entonces, surgen textos que responden a una variedad de temas que van desde el choque cultural entre oriente y occidente, con la irrupción de la ciencia y la tecnología en las labores más domésticas -incluida la escritura y los medios de comunicación entre ellas, pasando por las nuevas usanzas y modismos que emergen en las urbes industrializadas-, hasta llegar incluso a la meditación nostálgica sobre una naturaleza cada vez más ajena y contaminada donde, ahora, sólo se oye el rumor de motores de vehículos que irrumpen y se alejan espantando a los pájaros y empañando el horizonte, aunque, igual para nuestro poeta, en este panorama caótico aún queda espacio y tiempo para el ensimismamiento, la ternura y el amor. De estos asuntos trata básicamente Poesía hablada.

Revisaremos más detenidamente los motivos de este poemario. A saber, la materia primordial de la poesía de Shen Haobo podría ser la avasallante modernidad que irrumpe en la China post Mao, donde la revisión y adaptación de la economía a la realidad social e histórica posmoderna, unida a una inteligente y acertada apertura al mundo exterior, modifica los modos de vida consuetudinarios y las relacionarse comunitarias y filiales atávicas propias de una sociedad agrícola. Por ejemplo, abundan los poemas donde se habla de relaciones familiares cada día más distantes y lejanas ante la rutina y despersonalización de un estilo de vida relampagueante, fugaz y acelerado en las grandes ciudades, donde bulle un enjambre humano ya irreversiblemente globalizado; así, prácticas como la infidelidad, la prostitución, las enfermedades venéreas y una vasta gana de placeres alucinógenos y etílicos van dando cuenta de los nuevos hábitos en los bajos fondos, independiente esto de la clase social a la que pertenezcan, donde lo decadente pareciera ser el pan de cada día. Los textos Fábrica de algodón, Romance de Mary, Yue Han no come huevo hervido, Esta es la historia completa de aquella noche, Mascota urbana y Crónicas de Wenlou son muyilustrativos en este sentido.

Otro motivo que trabaja bastante Shen Haobo es la metaliteratura. En efecto, dada la encarnizada lucha que debió dar en los años mozos para levantar su propuesta, fue en el intento polemizando con cultores de otras tendencias, reflexionando sobre el quehacer literatoso, cuyas síntesis publica ahora en poemas tales como Las estrellas del cielo patrio, Desesperación, Esto de publicar poemas, El poema que desaparece, Quepos y Festival de poesía internacional, entre otros. Se enfrascó el poeta en dimes y diretes, tanto con ultras como con cautelosos; en suma, con todo aquello que impidiera el vuelo de su imaginación. Hay que tener carácter para este oficio. Sin embargo, estimo, y en esto quiero ser categórico a riesgo de parecer pedante, todas estas disquisiciones intelectuales se deberían despejar antes de llegar al verso, al canto, al vuelo lírico, en estudios, ensayos, tesis o en simples comentarios a publicar por la prensa o en páginas electrónicas, virtuales, que abundan más que las moscas en la miel, y no discutir obtusas teorías y paradigmas en el sagrado espacio en blanco del poema, donde casi siempre estas elucubraciones resultan más raciocinios viscerales que palabras templadas, maceradas, profundamente decantadas, lo cual debiera ser el temple natural de la poesía.

Sigamos. Shen Haobo también explora en sus versos el tópico filosófico y religioso, lo paradigmático del mundo actual en constante pugna revisionista con escuelas del pensamiento clásico. Así, encontramos algunos poemas donde el autor pareciera ir despejando o aclarando sus ideales y utopías en la medida que cuestiona -o deconstruye- grande dogmas de la humanidad; en este aspecto, podemos mencionar los poemas Ciudad de cenizas, República, Frente a la capilla de San Francisco Javier, Trecientos poemas, Temporada, La nieve cae sobre Tolstoy y En el templo de los lamas. La intención es válida; pero, insisto, toda obra poética debe sostenerse en un zócalo o plataforma ética y moral que responda a las grandes inquietudes del alma humana y no a cuestiones circunstanciales que reflejen conductas aisladas o egocéntricas, individualistas, cuando no nihilistas y aleatorias. Ese es el riesgo de una poesía demasiado espontánea. La historia nos ha demostrado que los grandes pensadores o profetas coinciden, comúnmente, en rebanarse los sesos por el bienestar físico y espiritual de los humildes de la tierra.

Precisamente, refiriéndose a los marginados del campo y la ciudad, a los desplazados de su hábitat por una industrialización apabullante, y haciendo mención a los usos y costumbres ya desaparecidas de esos hombres y mujeres que resisten en las grandes urbes con gestos anacrónicos, ancestrales, el poeta alcanza su voz más profunda y lírica; ahí, me atrevo a señalar, Shen Haobo logra honduras insospechadas y una extraña y descarnada belleza que nos conmueve. A modo de ilustración nombremos los poemas El viejo Tang, Tablero nevado, Padre, Un chofer de taxi de Shangqiu cuenta su historia familiar, Viaje, Lilas y violines o La verdad sobre Ma Heling, sólo por mencionar algunos. Aquí la voz del hablante hace un guiño a la tradición, a los elementos del paisaje y a lo ritual comunitario, componentes esenciales de toda gran poesía que se precie de universal.

En otras páginas, y de manera transversal a lo largo de esta antología, el autor se empeña en una rebeldía ciega e instintiva contra todo lo que huela a oficial o clásico costumbrista; ya sean creaciones artísticas del canon o expresiones de lo popular campesino. Así mismo, se opone fuertemente a prácticas políticas y propagandísticas autoritarias, vengan éstas de los tiempos de las dinastías imperiales o que se estén promoviendo en la actualidad por los renovados exponentes del pensamiento maoísta. Muchos de estos poemas se malogran por su ácida postura ideológica que, la mayor parte de las veces, raya en la intolerancia dogmática y fundamentalista, donde la bandera de lucha indiscutiblemente sería un libertinaje a ultranza cercano al neoliberalismo, sin reparar en el desmantelamiento de la sabiduría oriental, reservorio de la humanidad, que esta vorágine puede provocar -y que ya está provocando- en una cultura exquisitamente milenaria. De este temple se pueden leer textos como Bebiendo con funcionarios, Atardece en Praga, Niebla blanca de infancia, Aldeanos de Houhan y otros.

Antes de seguir, quisiera hacerles una pequeña confesión. Al leer la poesía de Shen Haobo instintivamente he recordado un par de versos en los cuales me he apoyado, como en un árbol viejo, cuando pensaba escribir esta reseña. El primero pertenece a Rilke, y dice ‘A lo antiguo retorna todo lo perfecto’; el segundo, tomado del mismísimo Rimbaud, nos advierte, ‘Avanzamos, ¿no sería mejor retroceder?’. Así, los grandes maestros nos resitúan referencialmente frente a esta azarosa escritura que estamos explorando.

Poesía hablada es, en suma, una interesante propuesta por la seriedad con que el poeta toma el oficio, aunque conlleva la dificultad que al occidentalizarse la cultura china patrimonial se resista a hacer abandono de la escena universal, y los experimentos de las últimas generaciones del país oriental resulten pálidos reflejos, juegos de niños, ante el panorama de la gran poesía europea, anglo o latinoamericana. Ni más, ni menos.

Para terminar, quiero dejarlos con el poeta maulino Pablo De Rokha, uno que conocía bastante bien China y de transformaciones holísticas. Esta cita, creo, es paradigmática al momento de resituar la poesía y los movimientos literarios en su justa medida. Fue tomada del Diario La Opinión, de Santiago de Chile, con fecha 11 de noviembre de 1932. Dice. “Desde adentro del hecho y del tiempo, desde la intimidad sustantiva y genitora de las razas, trabajan los corazones poderosos; desde adentro de adentro de la historia. Su acción cardinal coincide con lo permanente y absoluto, con la voluntad de eternidad que se expresa en lo contingente y pasajero, más que con la apariencia transitoria y alevosa, más que con la periferia de lo objetivo, de lo inmediato, de la banal corteza de las cosas, Así, el gran artista rima y está de acuerdo con los hechos internos de la cultura y en contradicción con el ambiente. Vive en la eternidad más que en la historia; vive en la eternidad más que en la crónica, más que en la táctica huidera de los sucesos; vive en la eternidad y a la eternidad se dirige con calmado paso de hombre”.

Yo digo otro tanto. Así sea.

Talca, 27 de agosto de 2018.



 

 

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(Editorial Salón de Poesía Motie, Beijing, 2017, 352 páginas. Traducido por Isolda Morillo y Tyra Díez.)
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