La muerte de María
Luisa Bombal pone término a una larga lucha con Dios, la vida,
la soledad y el arte
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Por Guillermo
Blanco
..... Y de golpe se siente sin una
sola arruga, pálida y bella como nunca.
..... La invade una inmensa alegría de que puedan
admirarla así los que ya no la recordaban sino devorada por fútiles
inquietudes, marchita por algunas penas y el aire cortante de la
hacienda.
..... Ahora que la saben
muerta, allí están rodeándola todos.
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María Luisa Bombal (La amortajada)
..... La muerte fue en ella una obsesión continua. No una "muerte
muerta", no el simple dejar de ser, ni el caer en la nada. Tenía más
amigos "entre los muertos que entre los vivos", aseguró una vez. El
toque de soledad de estas palabras se equilibraba con el humor: en
otra oportunidad se comprometió a venir a penarle al jurado del Premio
Nacional de Literatura, "porque me lo darán en tanto tiempo más, que
ya estaré muerta".
..... El 6 de este
mes, cuando aún no amanecía, María Luisa Bombal cruzó la última
frontera. Quizá sin miedo. Tenía "un entendimiento especial con Dios"
y, aunque en ciertos momentos estuvo "muy enojada con El", terminaba
comprendiendo que "es inútil. Dios gana siempre".
..... Además, la vida se le había puesto difícil.
Incluso el éxito pareció convertirse en un cerco para ella, como si se
hubiera traducido en una consumidora incertidumbre. Le preguntaban:
"Qué está escribiendo?" Y respondía: "Pulo esto, aquello..." Los
papeles con notas, textos, enmiendas, se acumulaban aquí y allá.
Quería afinar aún, corregir. Se defendía de publicar igual que otros
buscan hacerlo: con una mezcla de ansiedad y dolor.
..... Si no hubiese sido por algunos amigos -Sara
Vial, Roberto Silva, Isabel Velasco- que la empujaban a la imprenta,
"todo habría permanecido igual, porque yo decía ¿y para qué, para
qué?.
"Sueños,
neblina"
.....
Nació hace 70 años en Viña del Mar. Allí se arraiga su primera
nostalgia: recordaba las quintas, las playas que después "se fue
comiendo el mar", ese paisaje que "desapareció, se esfumó". La ciudad,
"malograda por el proletariado rico", al pasar los años "se volvió
fea. Hasta el mar se les arrancó. La taparon de rascacielos. La
pusieron absurda, como para dejarla de vuelta y media a gritos y a
pura pena. Es tan absurda como una novia muerta".
..... Siguiendo el rastro a su
ascendencia, María Luisa estudió hasta los 14 en el colegio de las
Monjas Francesas. Ya a los ocho "escribiá poesías y las guardaba en
cuadernos. Un día me lo encontraron y, con rabia y llanto, privada de
secreto, lo rompí". Algunos de esos versos se dedicaron al copihue
blanco, "todo él como seda brillante, como telaraña, nada de
pulposo..." El poema cayo en manos de su tío Roberto, que le
dijo:
..... -Tiene usted, mi linda, que
elegir la cosa más sin gracia que hay. Los copihues rojos, pasen. Pero
el blanco, qué miseria.
..... La familia
partió a Francia. Ella continuó sus estudios en el colegio de Nuestra
Señora de la Asunción. Aristocrático, es tricto. Muchas misas,
disciplina, un cúmulo de normas, deberes y no deberes. Al lado afuera
-igual que en el resto de su vida-, toda una humanidad hirviente y
seductora. Un poco capital del mundo, París fue por un tiempo, para
María Luisa, visión de paso entre el hogar y las salas de
clase.
..... Ya entonces algo iba
encerrándola. Aislada de bohemias y brillos, reanudó el aprendizaje
del violín, que iniciara en Viña. Jacques Thibaud fue su maestro. Y el
ser "negada para los números", su obstáculo definitivo: no podía
seguir las partituras. Tocaba como vivió: de oído, de recuerdo. Por
último dejó el violín para enfrentar su complejo universo interior
hecho de "sueños, neblina", escribiendo.
"Pasiones,
milagros"
.....
París comienza a abrirse ahora para la muchacha curiosa, secreta y
vivaz. Lee con vehemencia, descubriendo maravillosos mundos detrás del
mundo. Camina por las calles parisienses, hurga. Estudia en la
Sorbonne, y se licencia en Literatura. Por alguna parte ha de estar su
tesis sobre Merimée. Y por otra, o por muchas, sus apuntes y los
perfiles iniciales de sus personajes, con "las pasiones desaforadas,
os meteoros, los milagros, las mujeres con largas trenzas".
..... Ya blande la chasquilla airosa, que no irá
a abandonarla mientras viva, cuando se publica su primera novela:
La última niebla (1934). Es casi desamparadamente joven.
Animosa, sin embargo, aguda, dueña de una cultura sin agresividad.
Posee el arte de la conversación. Y su prosa combina felizmente la
búsqueda y una especie de aplomo. Tantea con firmeza.
..... Se le siente ese amor por las palabras, esa
capacidad de hacerlas decir mucho más allá de lo que dicen en el
diccionario. Y las hace navegar con frescura en "el ritmo, el ritmo"
que su instinto perseguía desde entonces. Aprende a sacrificar una
palabra hermosa por el ritmo. "Me duele, pero lo hago", reconocerá
sonriendo.
..... Es un tiempo en que
todo parece promesa. Elogios, encuentros con personajes importantes
que tal vez no son aún ni lo uno ni lo otro. Conoce a Neruda, a
Victoria Ocampo, a García Lorca, Gabriela Mistral. En Buenos Aires
-otra etapa de su itinerario- vive con Pablo Neruda y su primera
mujer, la holandesa María Antonieta Hagenaar.
..... -Nos peleabamos la mesa de la cocina para
escribir, porque la cocina era moderna, llena de luz, la mejor pieza
del departamento. Yo estaba empezando La última niebla, y él,
el segundo tomo de Residencia en la tierra. Me despertaba para
preguntarme: "¿Qué te parece esto?". Y cuando empezaba con
palabrotas, yo le decía: "Eso es para épater les bourgeois, tienes
que sacarlo". Le daba rabia. "Esto me pasa por meterme contigo,
una ignorante que no ha llegado más que hasta Mallarmé", me decía. A
los pocos días me leía el poema de nuevo, y le había sacado lo que yo
le había dicho.
Hastío y
soledad
.....
La promesa parece a punto de cumplirse. Poco a poco, el nombre de
María Luisa Bombal comienza a figurar en el medio. La
amortajada refuerza en 1937 el impacto de La última niebla
tres años antes. Vendran las sucesivas ediciones, las traducciones al
francés, al inglés, al japones, al sueco, al italiano, al alemán, al
portugues, al checo.
..... Mientras, la
vida se empeña en recluirla, como en el colegio conventual de París.
Su matrimonio con el pintor
argentino Jorge Larco termina en divorcio. Viene un periodo de soledad
y amor frustrado, que romperá el francés Raphael de Saint Phalle,
aristócrata, cordial y comprensivo. Vive con él en Estados Unidos 27
años.
..... -Era un hombre fino -dirá-,
inteligente, sereno, muy católico, pero al mismo tiempo muy respetuoso
de las ideas del otro. No se metía conmigo en eso, porque yo, aunque
soy católica, voy a la Iglesia cuando me place y tengo un
entendimiento particular con Dios. Tampoco me decía nada porque me
encantaba tomar vino, y él era abstemio.
..... La viudez vuelve a encerrarla. Brigitte, su
única hija, es "terriblemente americana". Al revés de María Luisa,
tiene talento matemático. "Yo la echo de menos, pero ella a mí, nada.
Me he cansado de escribirle sin que me conteste. Yo creo que tiene
miedo de que me vaya a vivir con ella".
.....
Junto con la soledad, un mal de indecisión se le mete dentro.
Va acumulando carillas a medio escribir, o escritas, en baúles, cajas,
gavetas. Cada mudanza, un desastre. En las entrevistas y
conversaciones habla más y más del hastío. Y se defiende: "No he
podido concentrarme. Paso por un periódo de gran depresión. Lo que
escribo me deprime. Lo encuentro lindo, para qué voy a mentir. Pero
mis personajes me deprimen".
"María" y adiós
.....
Varias generaciones de jóvenes leyeron sus novelas con el entusiasmo
que ella ponía en sus propias lecturas. El Premio Nacional, que nunca
vino, resultaba, así, una ausencia superflua. La historia de María
Griselda aparece en 1976, y confirma su estatura de narradora
original, profunda, fina.
..... De
tiempo en tiempo, los periodistas la buscan, quieren saber. María
Luisa explica. Alude a un libro inconcluso, que todavía pule. Y hay
otro. Y ... La palabra "antes" se introduce a cada rato. Antes "era
ordenada para escribir". Todos los días, toda la tarde". Pero, "para
poder escribir tengo que estar contenta, tener clama". Lo
imposible.
..... -A veces -confiesa en
una ocasión -despierto en la noche y me pregunto: ¿Estaré muerta y
esto será el infierno? La vida me parece una pesadilla. Me aplastan
las transacciones.
..... Le gustaban los
ríos, los bosques del sur, los caballos, los perros. Le gustaba la
gente. La cordillera le infundía temor. Y, aunque cada día le
resultaba más difícil echar a correr la pluma, sentía el hechizo de la
carilla en blanco. Hoy, muerta, tal vez se sienta "sin una sola
arruga, pálida y bella como nunca", porque al fin terminaron las
"fútiles inquietudes y el aire cortante".
En
Revista HOY, 14 al 20 de mayo de 1980