..... Y sin embargo, en este
lapso de un tercio de siglo nos cuesta encontrar una obra que pueda
trascender como ésta su tiempo y lugar de origen, revelando una carga
de experiencia tan pura y universal bajo el sortilegio de un lenguaje
narrativo y poético tan denso y perdurable.
.....
..... El
relato de esta frustración y delirio femeninos, narrado en primera
persona por una mujer nostálgica de entrega, teje con las dos hebras
mágicas de la realidad y el sueño la trama de un romance absoluto.
Romance nacido de un encuentro fortuito y casi irreal, y proyectado
luego sin límites sobre un mundo de alucinada ensoñación, hasta el
punto de fundir sin residuo los diversos planos de la realidad y del
tiempo. La mujer vive de un recuerdo y quizá de un puro sueño, más
reales, sin embargo, que el ominoso presene de su existencia actual.
El amante perdido y tal vez inexistente tiene apariciones fugaces en
medio de la niebla, rodeado siempre de un halo luminoso y evanescente;
viene a llevársela desanecida, en la tarde de viento; cruza el camino,
junto al estanque donde ella se baña, en un carruaje cerrado; viene y
se esfuma, en apariciones de consistencia onírica de las que ella
misma terminará por dudar. En lo inmediato, resulta inútil separar los
hechos positivos y las ilusiones delirantes de este amor, pues la
novela, ocurre entera dentro de la conciencia, una conciencia femenina
alucinada que jamás se instituye en norma objetiva o exterior de la
verdad.
..... El mundo interior de este
proceso narrativo es, pues, el mundo mágico y alterado de la emoción
femenina, un mundo sin causalidades ni coherencias de la razón; un
mundo trágicamente encantado que la autora sabe iluminar con los más
intensos resplandores poéticos. No se piense, sin embargo, en una pura
fantasía lírica de inasibles vuelos: su inserción en la realidad -y
con ella su dimensión trágica- viene dada por el contrapunto interno
de una historia más pasional, la de Regina y su amante, cuya carnal y
palmaria evidencia nutre secretamente los sueños frustrados de la
protagonista. La alucinación se sujeta, pues, en un realísimo deseo
insatisfecho del corazón de la mujer, si bien esta relación entre
ambos dista mucho de ser racionalizada o explicada a la manera causal
y externa del análisis psicológico.
..... Maravilla el desdén que M.
L. Bombal se permite hacia lo exterior, descriptivo, pintoresco,
explicativo. No hay aquí referencias, antecedentes, introducciones:
las personas y cosas que ingresan en este mundo -la casa de campo, el
marido, una muchacha muerta, Regina y su amnte, en las primeras
páginas- aparecen reveladas de modo instantáneo en la situación misma,
en el presente de la conciencia que las siente y sueña, en su
actualidad poética y emocional. Estamos tan lejos del naturalismo como
de la novela psicológica: la poesía -un lirismo profundo de raíces
nórdicas- tiene la palabra. Complicados procesos, cuyo desvelamiento
ocuparía largas y doctas explicaciones a la psiquiatría, la
fenomenología o el análisis existencial, son iluminados de golpe por
la intuición poética que tan bien sabe la autora desplegar en versión
narrativa.
..... De allí la densidad de
estas breves setenta páginas. No sobra un adjetivo. Su sintética
velocidad deja atrás continuamente al lector; pero no a la manera
artificiosa de los cambios de plano o los tiempos intermitentes que
prodiga tanta novela actual, sino según la manera fulgurante y
espontánea de la poesía, que debe ser releída por una exigencia
interna de concentración. El tiempo de este relato posee la
maravillosa discontinuidad del transcurso interior, de la duración
vital. Hay morosidades y prisas, detenciones y saltos; pero no nos
hacen pensar nunca en virtuosismos formales, sino en el propio ritmo
natural de la vivencia. En general, no se percibe artificio o trabajo
técnico en esta prosa; su esencia poética lo vivifica todo con un
ánima encantada que exime de todo aparente trabajo formal.
..... La orquestación de la
naturaleza es siempre funcional y antropomórfica. La lluvia, el
paisaje del campo, el vendaval, el otoño, participan expresivamente de
la misma respiración interna de los sucesos humanos, los prolongan y
revelan. Esta Einfuhlung, proyección afectiva sobre lo inanimado, se
hace más intensa y central en torno a algunos elementos claves -nunca
alegóricos-, de los cuales el primero es la niebla, leit motiv del
relato. La niebla es el elemento brumosos que confunde las zonas del
ensueño y la realidad; de allí su presencia continua sobre las casa,
calles, campos, presencia que confiere una soledad sorda y a la vez un
recogimiento íntimo y femenino a las situaciones. La niebla es también
la fuerza ciega de lo hostil y resistente, que contraría la
luminosidad de los designios humanos, sobre todo de los designios
amorosos.
..... Un relato como éste no
podría ser narrado sino en primera persona. Aunque su esencia poética
está bien diluida en el transcurso novelístico, apenas hay sin
embargo, objetivación o construcción narrativa de personajes y
argumentos: prima siempre el flujo interior de la conciencia, que va
revelando la secreta entidad de personas y cosas al ritmo de la
emoción. Las imágenes liricas tampoco son nunca construcciones
deliberadas a partir de elementos inmóviles o abstractos o pensados:
son imágenes primarias, silvestres, dinámicas, en estado natural: "Un
soplo frío me azota la frente. Sin ruido, tocándome casi, ha pasado
sobre mí un pájaro de alas rojizas, de alas de color de otoño. Tengo
miedo nuevamente". He aquí un libro que amaría Gaston Bachelard,
porque sus imágenes son siempre móviles y prístinas, capaces de
irradiación, ontológicas. El lenguaje, por su parte, esta invadido de
profundos ritmos, afinidades imaginativas, parentescos verbales, y de
un sentido musical espontáneo que termina de conferir su soplo poético
a esta excelente prosa narrativa.
..... La revelación de fondo que
nos abre este denso relato se refiere a la esencia de la femeneidad,
patentizada con una pureza y condensación que no consiguen los
tratados más clásicos sobre el alma de la mujer. El misterio femenino,
su fisiognómica -expresión corporal del enigma de la mujer en sus
formas y gestos-, sus ánimos tornadizos, su confusión íntima, su
emotividad como centro de gravitación de todo su ser, la imanencia
femenina en suma, se nos revelan espléndidamente en la historia de
este sueño enamorado, de esta corriente oscura de ensoñación que
atraviesa el alma de ciertas mujeres y es más real que todas las
realidades tangibles y razonables -viriles- que las circundan. Frente
a tanta literatura femenina que huele a reconstitución, que primero
interpreta la experiencia con categorías abstractas tomadas del varón
y luego retorna a disfrazarse de femenina, y que tratando de iluminar
los secretos de la sexualidad y del amor no hace sino revestir
narrativamente un conceptuoso y árido y morbido material de psicología
y de clínica, la intuición directa, poética y femenina de María Luisa
Bombal se eleva hasta una cima no igualada entre nosotros, y aún
significativa en el ámbito de la novela contemporánea toda.
En El
Mercurio
5 de octubre de 1969.