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Cuatro
ejercicios: Poeta, traductor, editor y crítico literario
Entrevista
a Eduardo Moga
Por
Claudia Apablaza
Abril
2007
Leo que DVD ediciones es una de las cinco
editoriales de poesía imprescindibles de España. Su sede está
en Barcelona. Sus editores son Sergio Gaspar y Eduardo Moga. Comenzaron el recorrido
hace once años, en 1996. Hoy cuentan con un catálogo de más
de 120 títulos, excelente distribución en España y en algunos
países de Latinoamérica. Dos colecciones: Narrativa y Poesía.
Recorro algunas librerías. Sin duda destacan sus títulos
en los Escaparates. Elijo a Thomas Bernhard: In hora mortis y Bajo el
hierro de la luna; a Charles Bukowski Poemas de la última noche
de la tierra (2004; 2006); y por último, a la joven poeta Elena Medel:
Mi primer Bikini (2002) y Tara (2006).
Converso con
Eduardo Moga. Poeta, traductor, editor y crítico literario. Cuatro oficios
que hasta ahora me parecían imposibles de sostener. Escucho que me dice:
"Yo entiendo estas cuatro tareas como flancos o aspectos diversos de una
sola realidad: la literatura, en la que vivo sumergido -primero como lector; ahora
también como escritor- desde que tengo uso de razón".
1.
Eduardo, comencemos por la editorial. Cuéntame qué es DVD ediciones,
su línea editorial y sus colecciones.
- DVD Ediciones es
una editorial de poesía y narrativa creada por Sergio Gaspar en 1996. Nació
con cuatro colecciones: DVD poesía; Los Cinco Elementos, dedicada a la
prosa; Actual/Eterno, que incorporaba libros de corte divulgativo y periodístico;
y L'Illot, para la literatura en catalán. Las dos últimas no prosperaron
-pese a contar con títulos excelentes- y, a fecha de hoy, subsisten las
dos primeras. Nuestra línea editorial puede resumirse en el siguiente propósito:
publicar literatura de calidad. Buscamos esa calidad básicamente en tres
ámbitos: la literatura española joven, en la que procuramos descubrir
y potenciar a nuevos autores, como Pablo García Casado y Elena Medel, entre
los poetas, o José María Pérez Álvarez y Manel Zabala,
entre los narradores; la mejor literatura extranjera traducida -y en la que, hasta
el momento, hemos prestado una atención especial, aunque sin ninguna intención
de exclusividad, a la poesía en lengua inglesa de los siglos XIX y XX-;
y la gran literatura clásica de todas las épocas, con ediciones
y traducciones de gran nivel, como demuestran, por ejemplo, nuestros dos últimos
volúmenes publicados: las poesías completas de Safo y de Rimbaud.
2.
En España, ¿cuáles son los problemas para sostener una colección
de poesía? ¿Qué tal es el lector español de poesía?
-
Los problemas son en España, creo, los mismos que en cualquier otro país:
la escasez de lectores y, por lo tanto, la escasez de ventas. Ello condiciona
todo lo demás: las dificultades de distribución, la poca difusión
de los libros, la escasa atención por parte de las revistas y suplementos
literarios… Hay pocos lectores de poesía, en efecto. Aguerridos y fieles,
pero pocos: alguien los ha cifrado, en nuestro país, en 300; quizá
se haya quedado corto, pero no demasiado. Ocasionalmente hay algún repunte:
con la aparición de algún autor de fuerte impacto mediático
o muy conocido ya (y hasta convertido en personaje, que es la mejor manera en
España de gozar de notoriedad pública), cuyas ventas permiten financiar,
en parte, las pérdidas que generan los demás títulos de la
editorial. Pero eso se da raramente. Lo común es que buenos o incluso magníficos
títulos no vendan más de 300, 400 ó 500 ejemplares, lo que
apenas da para cubrir los costes de producción. En España ni siquiera
los poetas leen poesía. Advertimos una gran falta de cultura poética
entre los que quieren dedicarse a la poesía. Y, por supuesto, tampoco compran
libros: sólo con que cada aspirante a poeta adquiriera tres o cuatro poemarios
al mes, el mercado experimentaría una expansión desconocida y esos
mismos compradores tendrían muchas más posibilidades de publicar
en las editoriales en las que desean hacerlo.
3.
Leí en un artículo que publicaste en el Taller
de Letras de la PUC (n° 39, 2006, Chile) en que dices "...cuánto
se ha quebrado el vínculo umbilical entre la poesía en castellano
en España e Hispanoamérica en estas últimas y áridas
décadas...". Dices que la razón es que la poesía española
desde principios de los 80 en adelante es una poesía pequeño burguesa
y temerosa del lenguaje, a diferencia de la Latinoamericana que siempre ha mantenido
una relación conflictiva con la realidad y concibe al lenguaje como herramienta
de impugnación. ¿Te puedes explayar en esa idea?
-
No hay mucho más que decir, en realidad. Creo firmemente que la hegemonía
en España, durante los últimos veinte años del siglo, de
un realismo repeinado y átono, heredero del realismo social predominante
en nuestro país tras la guerra civil -y que se justificaba como otra forma
de oposición al franquismo-, no ha favorecido el diálogo con la
poesía de Hispanoamérica, que nunca se ha abandonado a la previsibilidad
y la ñoñería de nuestros poetas figurativos. Eso explica,
en buena medida, que la poesía española apenas interese actualmente
al otro lado del Atlántico, o que se considere mala. Sin embargo, bajo
o al lado de esa poesía realista, llamada aquí "de la experiencia",
han subsistido y siguen subsistiendo otras corrientes que preservan lo mejor,
lo más vibrante e indagatorio de las vanguardias históricas, lo
más agitador del espíritu contemporáneo. Hay neosurrealismo,
neobarroquismo, poesía metafísica, poesía simbolista, poesía
épica y mística, realismo sucio, poesía de agitación
política, entre muchas otras tendencias; y todas albergan nombres dignos
de atención. Es más, estoy convencido de que, felizmente superado
nuestro exangüe figurativismo, la poesía vive hoy en España
un momento de estimulante efervescencia, que muy pronto será de esplendor.
4.
Relacionado con la pregunta anterior, me gustaría que me mencionaras a
poetas españoles contemporáneos que se salen de esa línea
"pequeño burguesa y temerosa del lenguaje". Algo así como
recomendaciones al lector y por qué. Además de un breve recorrido
de la poesía española actual.
- Me resulta muy difícil
responder a esta pregunta, por la amplitud de su respuesta. Me voy a limitar a
darte algunos nombres, dentro de ciertas pautas generacionales, en el bien entendido
de que cualquiera de ellos tiene muchas posibilidades de satisfacer a los lectores
que no los conozcan, sean españoles o hispanoamericanos.
Entre los
séniores vivos, pertenecientes a la generación del medio siglo y
al grupo del 60, cabe destacar a Manuel Álvarez Ortega, Francisco Brines,
Antonio Gamoneda, Rafael Guillén, Jesús Hilario Tundidor, Diego
Jesús Jiménez, Antonio Martínez Sarrión y Carlos Edmundo
de Ory. De los novísimos y, en general, de la poesía de los 70,
merecen la pena Antonio Carvajal, Antonio Colinas, Pere Gimferrer, Leopoldo Mª
Panero, Andrés Sánchez Robayna y Jenaro Talens. En los 80 asoman
interesantes poetas neosurreales, como Blanca Andreu, Amalia Iglesias y Juan Carlos
Mestre, o influidos por las diferentes escuelas de vanguardia, como José
Miguel Ullán. Otros autores interesantes que se dan a conocer en los 80
y 90, y que, en muchos casos, han alcanzado ya la madurez, son Ramón Andrés,
Miguel Casado, José Ángel Cilleruelo, Rafael-José Díaz,
Jordi Doce, Enrique Falcón, Agustín Fernández Mallo, Federico
Gallego Ripoll, Sergio Gaspar, Juan Antonio González Fuentes, Ricardo Hernández
Bravo, Antonio Méndez Rubio, José Mª Micó, José
Mª Parreño, José Luis Puerto, Ada Salas, Tomás Sánchez
Santiago, Albert Tugues, Vicente Valero, Álvaro Valverde, Carlos Vitale
y Esther Zarraluki. Entre los más jóvenes, cuyos primeros libros
datan ya del s. XXI, quiero destacar a Marta Agudo, Juan Luis Calbarro, Marcos
Canteli, Bruno Marcos Carcedo, Víctor M. Díez, Pablo García
Casado, Carlos Jiménez Arribas, Marino Peyrou, Raúl Quinto y Julieta
Valero.
5. Vamos ahora a tu ejercicio como editor.
Cuéntame de tu trabajo como editor, criterios de selección, elección
de autores, trabajo con los autores, catálogo, distribución, etc.
-
Debo primero precisar que yo no soy editor de DVD, sino sólo codirector
de su colección de su poesía; no tengo, pues, participación
en el catálogo de narrativa, que es responsabilidad exclusiva de Sergio
Gaspar. Dicho esto, te respondo. DVD publica una media de 10 poemarios al año.
Esa decena de libros proviene de tres fuentes, principalmente: los premios, que
procuramos que sean convocados siempre por entidades solventes y que cuenten con
un jurado riguroso, y que son imprescindibles para la supervivencia de la editorial,
porque garantizan unos recursos que, hoy por hoy, el mercado no está en
condiciones de asegurar; las traducciones, como ya he dicho antes, en las que
nos orientamos, además de por nuestro criterio, por la opinión de
especialistas en las diversas literaturas o de traductores de reconocido prestigio;
y la poesía en lengua castellana, joven y no tan joven, tanto española
como hispanoamericana, aunque reconozco nuestras carencias en esta última:
creo que deberíamos potenciar la presencia de buenos títulos de
autores hispanoamericanos en DVD. En los libros o propuestas que se nos ofrecen,
buscamos rigor pero también frescura, seriedad pero también innovación.
Nos gustan las sorpresas, lo distinto, lo que aporte una cierta ruptura o un matiz
significativo con respecto a lo que está consolidado. Y eso lo valoramos,
muchas veces, intuitivamente, como sucede con frecuencia con los editores. Apreciamos
también la predisposición del autor a suscribir el proyecto de DVD:
a implicarse en la difusión de su libro, a colaborar en las traducciones,
a apoyar a la editorial ante los medios de comunicación o las instituciones
culturales, a comprometerse con nuestras iniciativas. Igualmente, no nos cerramos
a las diferentes tendencias poéticas: no somos sectarios. Nuestro catálogo
acoge libros de todos las escuelas, incluyendo esa poesía de la experiencia
que tanto he criticado antes, porque entendemos que, nos guste más o menos,
no podemos desdeñar a la que ha sido la corriente principal de la poesía
española última, que cuenta, además, con un público
extenso. El trabajo con los autores es intenso cuando el texto, aunque prometedor,
presenta irregularidades formales, pero preferimos no tener que hacerlo: celebramos
los libros pulcros y acabados. Por último, la distribución es el
gran escollo de toda empresa poética. Como ha dicho Mario Muchnik, que
algo sabe de este asunto, editar es distribuir. DVD se esfuerza permanentemente
por garantizar una distribución óptima, dentro de las posibilidades
del mercado y de las suyas propias, por supuesto. Eso quiere decir asegurar siempre
una distribución ágil y tenaz en los principales puntos de venta
del país, y procurar el acceso al mercado hispanoamericano, en el que algunos
países, como México, Argentina o Chile, tienen un carácter
estratégico. Aunque, francamente, no sé si lo estamos consiguiendo.
-
6. DVD ediciones tiene además un excelente catálogo de poesía
extranjera (a España, se entiende). Bernhard, Bukowski, Blake, Pasolini,
Yeats, O´Hara, Dylan Thomas, Wilde, entre otros. Me has contado que muchos
de esos libros los has traducido tú. Cuéntame qué es para
ti traducir, claves de una buena traducción y por qué han optado
por estos títulos.
- En efecto, he traducido unos cuantos
títulos de DVD: del inglés, Poemas a la hora de comer, de
Frank O'Hara; Poemas japoneses a la muerte, de Yoel Hoffmann; Poemas
de Chicago, de Carl Sandburg; y Poemas de la última noche de la
Tierra, de Charles Bukowski. Del francés he traducido parte de la poesía
completa de Rimbaud. Y del catalán -mi otro idioma: yo soy bilingüe-,
Libro de amigo y amado, de Ramon Llull. También he colaborado en
la traducción de Juglares y espectáculo, un compendio de
poemas medievales de debate. Traducir supone otra forma de escribir poesía.
Parte de una lectura extrema del autor traducido y desemboca en una poesía
propia, aunque se ejerza sobre una plantilla ajena. Traducir me mantiene la muñeca
caliente y, además, me somete a una tensión muy saludable para mi
propia labor creadora. Por eso me gusta traducir a autores relativamente lejanos
de mis propias inclinaciones estéticas: porque me obliga a sumergirme -y
a entender- otras estrategias de escritura, otras sensibilidades y formas de percibir
el mundo. Traducir lo igual o muy similar a lo que yo escribo me parece onanista.
Una buena traducción ha de conjugar, a mi juicio, estos dos propósitos:
comprender el texto original, sin errar en su interpretación ni en los
efectos que aspira a producir, y verterlo persuasivamente al idioma de llegada.
De los dos, igualmente necesarios, acaso el segundo sea el más importante:
el poema debe funcionar en el idioma de destino; ha de ser poesía también
en ese idioma. El poeta traducido, de haberlo escrito en la lengua a la que se
vierte, lo habría escrito como lo hemos hecho nosotros.
-
7. En cuanto a tu labor como crítico literario, qué idea manejas
de "hacer crítica literaria". Desde qué lugar, autores,
escuelas u otros. ¿Cuál es la labor del crítico?
-
Mi dedicación a la crítica arranca de mi pasión por la lectura:
me gusta hablar de lo que me gusta. En última instancia, el crítico
no es sino alguien que expone públicamente lo que le complace, y por qué;
y esto último es lo que lo diferencia del lector privado. La tarea crítica
tiene por finalidad argumentar, racional pero también sensiblemente, por
qué nos agrada lo que nos agrada. En esa labor de interrogación,
ordenación y verbalización se sitúa el meollo del análisis
literario. Y yo he descubierto que me es muy útil, además, en mi
vertiente creadora: despeja las ideas, deslinda recursos, fomenta la reflexión
sobre lo que uno quiere hacer y sobre cómo conseguirlo. El crítico,
para ser bueno, es decir, para ser útil, ha de ser riguroso y ecuánime.
Pero ha de ser franco: no ha de ocultar los presupuestos desde los que emite sus
juicios -que siempre existen-, ni intentar hacerlos pasar por una realidad desgajada
de sus gustos, objetivamente considerada. Todos los críticos son subjetivos;
todos los seres humanos lo somos. Reconozcamos, pues, nuestra subjetividad y lancémosla
a la palestra para que los demás la suscriban o la impugnen; a fin de cuentas,
el canon es sólo una subjetividad compartida. Por último, el crítico
ha de escribir bien -y digo esta obviedad, porque sorprende comprobar cuántos
reseñistas son semianalfabetos- y ha de ser capaz de suscitar entusiasmo.
Ésta es una de las grandes funciones olvidadas de la crítica: despertar
el interés por aquello que hemos leído.
-
8. Quiero que ahora nos detengamos en Eduardo Moga como poeta. Primero, me gustaría
saber cómo es que puedes aunar todos estos cuatro ejercicios sin que se
produzcan conflictos.
- Yo entiendo estas cuatro tareas como flancos
o aspectos diversos de una sola realidad: la literatura, en la que vivo sumergido
-primero como lector; ahora también como escritor- desde que tengo uso
de razón. No se oponen, no siento que haya ningún conflicto entre
ellas: cuando escribo poesía, utilizo recursos de los que me valgo cuando
ejerzo la crítica y la traducción; cuando escribo reseñas
o ensayos, apelo a mecanismos líricos y hasta traductológicos; cuando
traduzco, sigo siendo poeta, porque mi objetivo es, ante todo, crear un artefacto
verbal que suscite la emoción en quien lo lea; y, como codirector de una
colección de poesía, sigo teniendo presentes mis valores estéticos
y mi bagaje teórico para determinar la calidad de lo enjuiciado. Sin duda,
una actividad destaca por encima de las demás: la de poeta, que es lo que
me siento, fundamentalmente, y por lo que me gustaría ser recordado. Pero
no tengo dificultad en integrarla, junto con las demás tareas, en ese conjunto
superior que es la literatura.
- 9. Muy básico,
pero necesario: ¿Qué es para ti la Poesía?
-
Mi respuesta será muy básica también. Entiendo la poesía
como la máxima expresión del arte verbal: la que toma a las palabras,
no sólo como instrumentos de comunicación, sino también como
entidades sensoriales, y las utiliza para crear belleza y despertar la emoción.
La poesía me sirve para descubrir nuevos ámbitos de la realidad,
y para alterarla a través del lenguaje. También para sumergirme
en mí mismo, y descubrirme, o interrogarme, o aniquilarme. La poesía
me permite suspender el tiempo: el instante se hace eterno, y olvido que he de
morir. Gracias a la poesía vivo más: soy más, y quizá,
también, me quieren más. Yo, como García Márquez,
escribo para que me quieran mis amigos.
- 10. El
libro Soliloquio para dos (2006) va acompañado de imágenes,
fotografías de cuerpos desnudos en las que el rostro está tapado
por huinchas, manchas. Primero, ¿qué función cumplen las
imágenes en el texto ó el texto en las imágenes? ¿Cómo
se entroncan?
- El libro, en realidad, no va acompañado
de imágenes, sino que el texto y las imágenes convergen en él.
De hecho, en la génesis de Soliloquio para dos, las imágenes preceden
al poema: su autor, José Noriega, me ofreció sumarme a ese proyecto
cuando ya las había realizado. Su idea, que creo hemos materializado, era
juntar dos soledades: la del pintor enfrentado a la que se desprendía de
aquellas fotografías de personas que se ofrecían en revistas de
contactos, y la del poeta que constata su propia e íntima soledad: la del
cuerpo, condenado a la pudrición, que aspira al diálogo con el alma
-con el otro-, sin obtener otra cosa que silencio. Las imágenes reflejan
un cuerpo solo, sin rostro, sin nadie; el poema, un soliloquio, esto es, un verbo
solo, sin rostro, sin nadie. Son dos formas de decir: somos materia perecedera,
y nada más. No hallamos respuesta: no la hay. Pero eso no nos exime de
nuestra esperanza y de nuestra desesperación. En decirla, o más
bien en gritarla, radica nuestra única dignidad.
-
11. En Soliloquio para dos veo la intención de llevar el cuerpo
y el lenguaje a extremos. Por ejemplo, en las imágenes, los cuerpos desnudos
que presentas están totalmente abiertos: penes erectos, vaginas, enormes
pezones, vulvas en close-up. En el texto, recorres la pregunta de la existencia
del alma desde todos los extremos posibles: material, mental, animal. Una voz
desgarradora ante esa posible existencia. ¿Qué hay en esa búsqueda,
en esa tensión extrema del cuerpo y del lenguaje?
- Creo
que esta pregunta está parcialmente contestada en mi respuesta anterior.
Yo no soy responsable de las imágenes que contiene el libro, aunque comparta
su mensaje: el aullido de la soledad. En cualquier caso, siempre me ha gustado
-y he procurado escribir- una poesía tensa, incandescente, que transmita
esa belleza convulsa, ese voltaje del que hablaba Pound. Y para conseguirla no
se me ocurren más que los dos instrumentos, precisamente, que tú
mencionas: el lenguaje y el cuerpo. Yo no soy creyente, sino radicalmente materialista:
no creo que haya nada más allá de lo perceptible y de lo mesurable.
Y a eso me aferro -la palabra que emito y que oigo, y el yo que la sustenta, o
al que conforma; el cuerpo, fugaz e imperfecto, que me da, no obstante, entidad,
certeza de que estoy aquí, de que existo- para sobrevivir en este efímero
sinsentido.
- 12. El libro Las horas y los
labios (2003) abunda de metáforas carnales, anatómicas. Por
una parte, los objetos se vuelven corpóreos, por ejemplo: "...las
toallas deshuesadas...", "...la música deforme...", "Las
ventanas sangran quietud...", "... el día devora hombres...";
y por otra parte, es como que todo estuviese visto desde el prisma de la carne,
la materia y hacia esa carne también "...Y veo a las manos penetrar
en la mirada...", "Los cuerpos, apéndices de las lágrimas,
desprenden un vapor triste.", "Lo he tocado tantas veces que ya no tiene
ni rostro.", "La costumbre es la sustancia con que se oculta el cuerpo
y en que se manifiesta el cuerpo". ¿Qué hay en este trabajo
con lo corporal? Da la impresión de que para ti todo comienza y todo muere
ahí. Una relación cerrada, que se agota en eso.
-
Ya he expresado algunas ideas sobre el peso de lo corporal en mi poesía,
que también está presente, lógicamente, en Las horas y
los labios. Respeto tu impresión de lectora, pero discrepo en que no
seamos "más que manifestaciones de la relación de nuestro cuerpo
con nuestro cuerpo", y que se trate de una relación cerrada, que se
agota en sí misma. La aceptación de nuestra realidad corruptible
y mortal es el único camino de que disponemos para superarla. Así,
paradójicamente, la constancia de nuestro límites carnales nos libera
de ellos. El cuerpo se transforma, de este modo, en un camino espiritual: nos
ratifica en nuestro ser, sin recurrir a explicaciones sobrenaturales que ofenden
nuestra inteligencia y nuestra dignidad; nos enraiza en el prodigio del amor y
en el consuelo de los placeres; nos da plena conciencia de ser, y de ser lo único
que podemos ser: materia, tiempo, lenguaje. No concibo mayor elevación
que la de quien acepta su bajeza. No hay otra eternidad que nuestra finitud. Y
el cuerpo es su mejor metáfora.
- 13. Nómbrame
las influencias que reconoces en tu poesía.
- Muchas. Entre
los españoles, San Juan de la Cruz, Cervantes, Quevedo, la generación
del 27 al completo, Juan Ramón Jiménez y varios autores del medio
siglo: Manuel Álvarez Ortega, José Ángel Valente y Antonio
Gamoneda. Entre los hispanoamericanos, el grupo mexicano de Los Contemporáneos,
Neruda, Paz, Vallejo, Borges, Cortázar, Alejandra Pizarnik y Olga Orozco.
Entre los extranjeros, los simbolistas franceses -sobre todo, Rimbaud-, Proust,
Saint-John Perse, Valéry, Pound, Eliot y Whitman.
-
14. Planes como editor, traductor, crítico y escritor.
-
Como codirector de la colección de poesía de DVD, sobrevivir, que
no es poco. Y, si lo conseguimos, seguir batallando por descubrir a nuevos autores
y por ofrecer, como hasta ahora, lo mejor de la poesía nacional y extranjera.
Como traductor, continuar trabajando en poetas norteamericanos: por ejemplo, el
próximo otoño aparecerá en DVD mi versión de Navegando
a solas por mi habitación, de Billy Collins; y quizá me embarque
en nuevos proyectos de traducción de clásicos en catalán
al castellano. Como crítico, publicar mi segundo compendio de reseñas,
tras el que apareció en México en 2004, bajo el título De
asuntos literarios; seguramente verá la luz en la pequeña pero
entusiasta editorial Candaya. Como poeta, muy pronto han de aparecer mis dos siguientes
poemarios, Cuerpo sin mí, en Bartleby Editores, y Los haikús
del tren, en otro sello pequeño pero muy activo, El Gaviero. Mientras
tanto, sigo trabajando en un libro de poemas en prosa, aún sin título,
que espero concluir pronto, y que es la radicalización de la propuesta
contenida en Las horas y los labios.
*
Eduardo Moga (Barcelona, 1962) Ha publicado los poemarios Ángel mortal
(1994), La luz oída (Premio Adonáis, 1996), El barro en la mirada
(1998), Unánime fuego (1999), El corazón, la nada (1999), La montaña
hendida (2001), Las horas y los labios (2003) y Soliloquio para dos (2006). Practica
la crítica literaria en las revistas Letras Libres, Cuadernos Hispanoamericanos,
Turia y El Crítico. También lo ha hecho en Lateral, Ínsula,
Quimera, Guaraguao (especializada en literatura hispanoamericana) y El Pou de
Lletres.
http://lasafinidadeselectivas.blogspot.com/2007/02/eduardo-moga.html