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Presentación de Para un cuerpo perdido de Christian Anwandter
Por Matías Ayala
Para un cuerpo perdido de Christian Anwandter (Santiago: Ediciones Tácitas, 2008) está llamado a ser un libro excéntrico en la poesía chilena. Esto lo digo, ¿está demás decirlo? como un cumplido. Excéntrico por la combinación muy lograda de poesía lírica (cuyo tema, al parecer, es una distancia amorosa) y, paradójicamente, de elementos distanciadores de la emoción, como, por ejemplo, fragmentación de la sintaxis y paralelismos barrocos, alusiones privadas –o que lo parecen– y figuraciones narrativas, el retraimiento emocional e imágenes crípticas, registros orales y especulación teórica, entre otros. Con esta lista, además, estoy mostrando la amplia gama de recursos literarios que este poeta exhibe, de forma inusitadamente efectiva, aunque sin ningún alarde. Es esto lo que me hace sospechar que nos encontramos frente a un poeta ya formado, que conoce los recursos de su oficio.
El nombre del primera sección del libro, “Ablaciones”, muestra cómo esta tensión entre sujeto lírico y distancia. “Ablación”, término de la medicina, se usa para extirpar una parte del cuerpo. (Google, por su parte, en sus primeros resultados, se refiera impúdicamente a “ablación del clítoris”, aquella aberrante mutilación genital femenina). Con ablacion, entonces, se alude a la sepración del “cuerpo perdido” del título, aunque al mismo tiempo a la práctica física y técnica de lidiar con el cuerpo de la palabra, emblema del escritura poética. Así, se alude a la “mujer perdida”, pero con una expresión mediado por una disciplina social, práctica social y, al mismo tiempo, autociente del propio medio de trabajo. Lirismo y distanciamiento se dan la mano.
Por esto, sus cercanías con la poesía chilena han de estar con E. Lihn, “el más líricos de nuestros metapoetas y el metapoético de nuestros líricos” creo que afirmó E. Llanos. Aunque debido a la textura sintáctica y el espesor retórico a veces lo percibo más cerca a la obra de W. Rojas. Rojas y Anwandter, al mismo tiempo, se acercan a cierta poesía francesa y europea que combina la fragmentación de la vanguardia, pero que mantiene al sujeto lírico (de filiación simbolista) como organizador del texto y fuente de emoción, a medio camino entre lo privado y la despersonalización. Pienso en R. Char, P. Celan, E, Montale, entre otros.
En el poema “La memoria del sol” es posible ver todos estos rasgos mencionados en donde la emoción de la atracción y la separación de la pareja es contrapesada, confundida y, finalmente, potenciada con la imagen de la ciudad, del invierno y las estrellas. Lo leo entonces:
Yo nunca descarté
besar el muslo amargo. Aun cuando veía
el vaho en la ventana tocar quise
tu cuerpo. Qué importaba que las calles
de nieve se cubrieran y que blanca
la aldea se perdiera en el silencio
intacto del invierno. Qué importaba
que el súbito derrame nos dejara
cerca insoportablemente
o que permaneciera el cielo siempre
inmóvil y que no encontráramos
en la neutralidad de las estrellas
un refugio.
En la segunda sección del libro, “Abjuraciones” aparece una nueva faceta del sujeto, en donde menos criptico y más sólido, narrativo e irónico a la vez, inserto en un paisaje social. (Dicho sea de paso, el poema “Mujer asesina a su pareja en plena vía pública” me parece que debiera entrar a la antología de la poesía amorosa chilena. No sé si el autor lo tenga considerado para leer ahora, desde aquí se lo sugiero). El que quisiera leer yo es el poema “Año nuevo”, que muestra a este otro hablante que no teme combinar inteligencia crítica, una sintaxis deliberamente rara y fantasías pirómanas con maestría lúdica, algo linheana en su mezcla de conceptos y concreciones. Lo leo:
Un buen año será, en la medida
atroz de su abstracción, en cuanto nada
podrá alterar en él su parco curso,
a no ser que la estrella más cercana
se derrame y de llamas nos inunde,
o bien, más a la mano, una explosión
que acabe de enseñarnos qué divino
el mono de dos patas racional.
Para un cuerpo perdido es muestra de un poeta poco dado a la hipérbole publicitaria y mucho más al trabajo modesto de la sintaxis, en el cual el retraimiento emocional es signo de inteligencia crítica y no de falta de sustancia. Conjeturo que es en la sintaxis rarificada, fragmentariamente vanguadista y retorcidamente barroca, es la fuente a en donde el poeta sella la inteligencia de su poética.
A veces me dio la impresión de que lo más importante en este volumen es lo que no se dice, el conflicto o centro vacío que hace andar la articulación poética y su despligue erudito de recursos, registros y niveles. Y si bien es posible que el autor haya perdido un cuerpo (lo que no nos consta), este otro cuerpo textual, este libro, es algo que es posible encontrar y apresar con certerza. Los invito a hacerlo. Muchas gracias.
jueves 14 de agosto del 2008