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Virtualidad y virtuosismo
autoformato
de Claudia Apablaza

Por José Promis
Revista de Libros, El Mercurio. Domingo 5 de noviembre de 2006


 

Busco adjetivos para caracterizar los cuentos de Claudia Apablaza y no se me ocurren otros más apropiados que "insólitos" e "ingeniosos". El título del volumen remite al mundo de las deshumanizadas comunicaciones digitales que llenan hoy el espacio otrora ocupado por los sentimientos y los contactos corporales que, al parecer de algunos, nos protegían de la soledad. De aquí su carácter insólito. Pero autoformato apunta también a una suerte de malabarismo lingüístico que produce la imagen de textos reconstruyéndose o autonegándose en el momento de la lectura. Lo ingenioso.

El espacio dominante es el nuevo mundo virtual creado por internet - o, incluso, por la literatura- , donde el tipo de letra de un mensaje electrónico, la presencia de un nombre en una página web, una conversación por teléfono celular o una tecla mal presionada pueden conducir al éxito o al fracaso, al contacto o a la separación con los otros, pero nunca a la felicidad. Los personajes de Apablaza no son seres humanos, sino mascaradas, remedos de humanidad debatiéndose en el nuevo mundo de las comunicaciones digitales, que Jameson, uno de los gurúes de la posmodernidad, denominara poéticamente como el "nuevo sublime" de la época contemporánea, apuntando a su condición de inexorable irrepresentabilidad.

Precisamente, la imposibilidad de la representación alienta en el fondo de este volumen. Por eso dije antes que en varios relatos las palabras se niegan a sí mismas y con ello desnudan el carácter "virtual" de nuestras circunstancias: una escritora resulta ser una temporera analfabeta, el amor a la literatura produce una violación ¿imaginada, real?; personajes literarios luchan por afirmar su individualismo, sor Juana se comunica con Pierre Bourdieu a través de internet; en su delirio alcohólico, un autor imagina a su doble; el desarrollo puntillosamente cronometrado de una relación amorosa sirve para marcar la distancia entre lo virtual, lo que antes llamábamos ilusiones, y lo que considerábamos ingenuamente realidad. Consecuencia de lo mismo es el carácter experimental que adquiere el lenguaje narrativo. Es un lenguaje donde la referencialidad es sustituida por un código morfosintáctico que retrata la mecánica del lenguaje digital, capaz, como sabemos, de producir la anulación de los antagonismos y la identidad de los imposibles: Umberto Eco, Alfonso Reyes, Félix Martínez Bonatti, Grínor Rojo, Julia Kristeva y otros se reúnen en una fiesta que tiene lugar en una ciudad conquistada por un imbécil llamado Pedro de Valdivia en el país más fértil y neoliberal de Latinoamérica".

Los cuentos de Claudia Apablaza nacen de la confluencia de lecturas prestigiosas, de la adecuada utilización de fórmulas de teoría literaria, de mucho internet y de un manejo original del lenguaje narrativo. Pero no se busque en ellos esta "transpiración abundante" mencionada por Hemingway. Son relatos cuyo ingenio y virtuosismo son más propios de ejercicios de un taller de escritores que de una auténtica pasión por la palabra literaria.

 

 



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Virtualidad y virtuosismo.
"autoformato" de Claudia Apablaza.
Por José Promis.
Revista de Libros de El Mercurio.
Domingo 5 de Noviembre de 2006.