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LA
SANGRE EN LAS GRADERÍAS
Entrevista
a Agustín Fernández-Mallo
Por
Claudia Apablaza
www.sobrelibros.cl,
domingo, 11 de marzo de 2007
No creo en el fin de la novela, como lo aseguran férreamente algunos
escritores, críticos literarios y uno que otro delirante lector. Más
bien me acoplo a las mutaciones naturales de la misma, producto de las transformaciones
propias de la natura (¿?).
Imagino que, desde sus inicios, un gran
cúmulo de escritores han emprendido el objetivo de darle muerte a la novela.
Debo reconocer que la vida de la novela podría resultar muy aburrida sin
estos potenciales
asesinos. Herramientas lingüísticas, textuales, intertextuales, intratextuales,
extratextuales, de impresión, lavadoras, jugueras, cuchillos, tenedores,
consoladores, hachas, quemas, vómitos, conjuros, manifiestos, flagelaciones,
ayunos, y otros miles de elementos se han alineado para darle muerte a esa indefensa
criatura.
Sé que muchos están detrás de la ecuación
adecuada para asesinarla (no daré nombres por ahora); otros dicen ya haberla
encontrado y son los que asisten a un aparatoso velorio. Es posible que esté
equivocada, tal vez ya fue sepultada y las novelas que circulan por ahí
no son más que especies fantasmales que quedaron rondando en los escaparates
de las librerías. En fin, entre los asistentes al velorio imagino al escritor
Agustín Fernández-Mallo, quien con su primera novela Nocilla
dream me dice haber aportado en el espectral y satisfactorio crimen. Es además
la primera entrega de una trilogía: Proyecto Nocilla, una aventura
narrativa, que apuesta a sepultar completamente a la novela por las acciones asesinas
de Nocilla dream, Nocilla experience y Nocilla Lab.
Este asesinato no ha pasado desapercibido en España. Al contrario, Nocilla
dream -novela publicada por una editorial independiente, pequeña y
tan sólo con dos años de existencia local, Editorial Candaya- ha
sido elegida por la Revista
Quimera como "la mejor novela del año en lengua castellana",
y por El
Cultural de El Mundo entre las diez mejores libros del año
2006. Ya va en su segunda o tercera edición tan sólo a tres meses
de haber salido al mercado.
La novela parte con un prólogo de Juan
Bonilla, y cierra con un mapa que es la Cartografía del universo Nocilla.
Los capítulos son breves (una página o dos), y tejen una trama casi
invisible. Las vidas de outsiders ligados a algunas vidas globalizadas que transitan
por escenarios de serie B: ancianos chinos adictos al surf, ácratas que
habitan en extrañas micronaciones, un ex boxeador de San Francisco que
quiere invertir la ruta de Colón a pie; un argentino que vive en un apart
hotel de Las Vegas y construye un monumento a Borges con latas aplastadas, monumento
que después nadie puede visitar por las altas temperaturas que hay dentro
de él; un hombre que vive en un aeropuerto todo el año; un hombre
que trabaja en una institución que envían ropa usada a Mozambique,
entre otros. Estas tramas están sutilmente conectadas y se van intercalando
con capítulos que no son más que citas extensas de escritores como
Bernhard, Félix de Azúa, Marguerite Duras, y de diferentes matemáticos,
físicos, filósofos orientales, como F.G. Healt, Jérome Segal,
Francoise Cheng, Jeff Rottemberg y Mark Dery.
Antes de tocar la página
final, el texto nos entrega una completa bibliografía de las citas de la
novela, una lista de agradecimiento a los amigos que hicieron posible el proyecto
Nocilla; una explicación de dónde surge el primera frase de esta
novela, los días entre los que fue escrita, una dedicatoria, la página
de los créditos de la impresión, y por último, después
de los créditos de impresión, viene la Cartografía del Universo
Nocilla, que ya mencionamos y que sería parte de la novela, pero está
después de estos créditos, tal como si la novela continuara en la
contratapa.
Más que la genuina muerte de la novela, la asocio con
la novela-ensayo donde las divagaciones o digresiones son estrategias perfectas
para aplazar la conclusión, como diría Vila-Matas, a propósito
de La vida y las opiniones del caballero Tristán Shandy, de Sterne.
Una fuga perpetua. Una novela que parece más bien un ensayo sobre la vida
y, en este caso, sobre la realidad que está compuesta para Fernández-Mallo
por tres variables: la virtual, la mental y la física. Una novela-ensayo
con todos los elementos y aliños pop propios de un escritor interferido.
Agustín Fernández Mallo nació en La Coruña,
en 1967. Es poeta y Licenciado en Ciencias Físicas, ejerce en el ámbito
de la física de las radiaciones nucleares con fines médicos. Ha
publicado los poemarios Yo siempre regreso de los pezones y al punto 7 del
Tractatus (2001), Creta Lateral Travelling (Premio Café Mon,
2004), el Poemario-performance Joan Fontaine Odisea [mi deconstrucción]
(2005). Ha sido incluido en las colectivas Lavapiés, 11M: Contra
el olvido, Aldea Poética III: Haikus, y Campo Abierto, antología
del poema en prosa en España. El año 2000 acuña el término
Poesía Postpoética. Fue uno de los impulsores y codirigió
la revista de creación contemporánea Casatomada [revista diletante
del arte laxo].
-Agustín, ¿en
qué minuto de la historia ubicas el fin de la novela? Descríbenos
ese proceso de muerte. ¿Y cuál sería la causa de muerte de
la misma?
-Bueno, esto es extenso.
Cuando yo hablo de la muerte de la novela no me refiero a que no se escriban novelas,
sino a que su influencia en la sociedad es mucho menor que, por ejemplo, el deporte
o un anuncio de detergente. No soy un experto en novela, pero supongo que esa
disolución viene del momento en el que lo audiovisual irrumpe a partir
de los años 70, y la
novela no sabe adaptarse por una falta de reflejos. La novela siempre ha estado
asentada en un trono de prestigio muy creído y quizá se durmió
en los laureles mientras los hermanos pobres asaltaron el castillo. Puede que
los únicos que le hayan mantenido el pulso a los tiempos hayan sido los
novelistas norteamericanos, más ágiles y sin todo el peso proustiano
de la Historia. Ojalá se diera un nuevo Borges para hacer saltar los géneros
por los aires.
-Define brevemente el Proyecto
Nocilla.
-Es una trilogía compuesta por Nocilla dream,
ya publicada, Nocilla experience y Nocilla Lab, que irán
saliendo en su momento. Historias con personajes planetarios que viven al borde
lo asocial pero que sus vidas son, en sí mismas, obras de arte. Están
conectados por metáforas que trabajan en la sombra, hilos tenues. También
hay una reflexión poética acerca del hecho de la escritura y del
hombre hoy en el mundo.
-Si imaginas la muerte
de "la novela", en algún concepto debes pensar. ¿Cuál
es ese concepto de novela que manejas?
-Un poco es lo que te decía
antes. No sé tú, pero yo muchas de las novelas que hojeo tengo la
sensación de haberlas leído antes. Venimos de una tradición
que está muy bien pero hay otras puertas. Yo lo único que he intentado
hacer es decir, "señores, hay vida más allá de Joyce,
de Proust, etc. Abramos esta otra puesta a ver qué pasa, no tengamos miedo,
experimentemos, para escribir como en el siglo XX siempre estaremos a tiempo,
y si nos sale mal el experimento, no pasa nada, seguiremos probando con otras
puertas".
-¿Qué es ese género
que llamas la docuficción? ¿Es Nocilla dream una docuficción?
-Se trata de hacer un artefacto que parezca un documental mezclando
material de campo con material de ficción. Yo soy un gran fan del género
documental, creo que es el futuro. Por eso Nocilla dream está escrito sin
que se vea la mano del creador, para que los hechos emerjan por sí solos,
para que emerja por sí sola la estética de las cosas, sin tener
que adjetivarla.
-Llama la atención la
cantidad de citas y explicaciones de Nocilla dream (prólogo, bibliografía,
explicación final, mapa que tiene el libro, etc.) ¿Tiene que ver
esto con lo que tú llamas postpoética?
- No es que
tenga que ver. Digamos que es un caso particular de algo más amplio que
yo llamé postpoética. Quería darle al texto un carácter
de informe, de documento. Hay una poética en ese tipo de cosas funcionariales,
casi diría que ocasiones conmovedora. Quizá tenga que ver también
con una estética de las ciencias. También un haiku es lo más
frío y objetivo que existe, como una fórmula matemática,
y sin embargo es poético por derecho propio.
-¿Qué
aspectos de la postpoética trasladas a la narrativa en Nocilla dream? ¿Cómo
es ese ejercicio de traslación?
-No tengo mucha idea.
Pura intuición. Quizá sea ese intento por renovar los textos con
metáforas más contemporáneas, menos clasicistas, sin que
por ello se pierda la poética del mismo. Por ejemplo, introducir el discurso
de las ciencias.
-Me da la impresión que
trabajaras con ecuaciones a la hora de estructurar el texto. ¿Qué
conocimientos de la física aplicas a la estructura del texto?
-No,
no, ningunos. Al contrario, trabajo por intuición poética. Es más,
si no fuera, antes que nada, poeta nunca podría haber escrito esto ya que
todo está hilvanado por nexos metafóricos que ni yo mismo he pensado;
sencillamente, salen.
Cosa diferente es que introduzca cosas de ciencia.
Yo creo que las ciencias son el gran discurso poético del siglo XXI, y
que el apropiacionismo si tienes intuición poética puede funcionar.
Es decir, tomar textos científicos he insertarlos tal cual en el poema
o en la novela. Se pueden hacer cosas impresionantes con eso.
-¿Cómo
realizas la elección de las citas? Es un ejercicio azaroso o tiene que
ver con la trama que se va tejiendo. ¿Son estas citas una trama por sí
misma? Es decir, el universo físico que describes en esas citas, ¿es
una trama que funciona por sí misma, en forma paralela?
-Funcionan
por sí mismas, sí, pero lo interesante es cómo funcionan
sinérgicamente, en un todo, creando un todo que supera a la suma de las
partes. Tienen que ver con la trama que se va tejiendo, ahora bien, las elijo
muy al azar. Otra vez volvemos a lo del trabajo puramente poético. Lo que
no funciona por intuición, por metáfora repentina, a mí ya
no me funciona. Yo veo que un texto funciona cuando mientras lo escribo lo voy
escuchando, como si alguien me lo dictara, y ahí se mueven cosas que ya
no controlo.
-Como en todos los textos, siempre
encontramos algunas frases que bien podrían graficar parte de lo que es
la novela. Es un ejercicio que asumo de manera bastante individual, es decir,
cada uno sabe qué frases representan la novela que lee. Eso me ha sucedido
en tres ocasiones en Nocilla dream. Tomo una de ellas; en la página 204
citas a R. Santos-González: "La pedantería más vacua
y pretenciosa alcanza en esta novela su máxima expresión. ¿A
quién quiere engañar el autor?". ¿Fernández-Mallo
quiere también engañar al lector? ¿Crees que tu novela es
pretenciosa y una pedantería?
-Pues según cómo
se mire. Puede ser así o no. Yo creo que no, claro, porque por algo la
escribí, pero admito perfectamente que a alguien pueda parecérselo.
Creo que es un sano ejercicio de humildad entender que no todo lo que se nos ocurre
tiene que gustar al mundo, como les ocurre a los niños. Y sobre lo de querer
engañar al lector, bueno, pues, ¿qué novela no es un engaño?
¿Puede existir arte sin artificio?
-Veo
que Borges es uno de tus autores de referencia. ¿Qué otros me podrías
señalar?
-Más que otros autores, mis referencias
se mueven en el campo de los conceptos: el arte conceptual (Duchamp y seguidores),
las ciencias, la música pop. Aunque también la poesía de
Valente. Estoy muy interesado en articular una mística contemporánea
en el poema. Bueno, mi mística particular, porque no es que quiera universalizarla
ni mucho menos. En mi libro de poemas Joan Fontaine Odisea hablo mucho de la "metafísica
del píxel", de la "metafísica del Código de Barras"
y cosas así, al mismo tiempo que hablo de música pop o de la publicidad
televisiva, auténticos poemas contemporáneos de 20 segundos.
-¿Con
qué autores contemporáneos te sientes más cercano en términos
literarios? (¿O con qué libros?)
-Esto prefiero no
contestarlo.
-¿Has abandonado la poesía?
-En
absoluto. He estado haciendo un poemario del que estoy muy contento. Para mí,
lo mejor que he escrito. Un solo poema-río de muchas páginas que
escribí en un encierro muy particular.
-¿Qué
te parece que la Revista Quimera y El Cultural hayan elegido tu novela entre las
mejores del año 2006 sin ser ésta una "novela"?
-Bueno,
es que sí que es una novela, sólo que diferente. Es novela porque
hay personajes, hay continuidad y hay una voluntad de reunión, de convergencia,
por muchos hilos sueltos que queden. Otra cosa es que en mi cabeza sea como un
poema; se me mezcla con mi obra poética. La elección como novela
del año y el éxito de público viene a demostrar que los lectores
están ávidos de cosas diferentes, de cosas con las que se identifiquen.
Tarde o temprano los editores y los críticos tenían que planteárselo.
Y si mi novela ha servido para eso ya me doy por satisfecho.