Soy la hora que comienza
y no termina.
Soy camino en curva una noche de tormenta.
Soy arriba, flanco interminable.
Soy abajo, grieta impredecible.
Soy olvido y verso.
Soy el arrabal demente que no aguanta otra miseria.
Soy el canto amargo de los que anclaron en el sur,
en carretas cojas, llantos medievales,
indios, negros y tsunamis.
Soy canción de cuna y fúnebre entonada al aire,
sin que nadie sepa, sin que nadie llore.
Soy la muerte roja, sangre y tifus.
Soy castillo abandonado,
un perdido túnel hacia el otro infierno.
Soy la paz de Oriente, suave pergamino
aniquilado en voces de batalla injusta.
Soy la Virgen.
Soy los Santos.
Soy la cruz y soy la espada,
inrastreable huella de la Santa Inquisición.
Soy Klaus Kinski en llamas,
maniatado en medio de la selva,
acuchillado por sus propios compañeros.
Soy eterno.
Soy mortal.
Soy silencio.
Soy la arena que respiro cada día.
Soy lechuza en vuelo.
Soy caballo alado.
Soy apocalipsis flagelado, y sin embargo río,
canto, embriago, orino;
duermo entre las flores amarillas de la entrada.
Soy madera en verga,
una estación desmantelada.
Soy engaño, filtro y descomposición.
Soy la presa que tuviste entre las manos,
manos largas, blancas, frías,
manos masturbadas en mi semen gris de perdición.
Soy la cuenta regresiva que traspone el cero.
Soy iniquidad perdida entre montañas que no existen.
Soy la sombra que no viste al ingresar al Templo.
Soy tu rezo, tu oración.
Soy cadena, cuenta piedra, vidrio entrega.
Soy la confidencia,
fe en el símbolo que pudre el alma de unos cuantos.
Soy muralla ardiente.
Soy caída.
Soy cualquiera.
Soy la puta que más quieres.
Soy decente, soy honesto.
Soy ladrón, enhiesto paso entre la llave y el delirio.
Soy capaz de todo -es por eso que naufrago en la inacción-.
Soy tiniebla envuelta en latas oxidadas.
Soy el líquido energúmeno de aquella vez, aquella vez...
Soy la droga, el cactus,
soy la espina que lacera.
Soy papel, soy escritura,
noche ambigua y caligráfica, allá,
frente al último vagón.
Soy un salto hacia el vacío,
tinta, imprenta, tipo.
Soy la sábana manchada que no cambio nunca más.
Soy sucio, soy cloaca,
soy la mierda.
Soy la despedida en siete líneas.
Soy aviso.
Soy señal.
Soy la hora que no llega, medianoche en transparente velo,
desgarrado apenas por tu queja suave que aún recuerdo.
Soy nostalgia.
Soy pasado.
Soy el frío que no existe.
Soy final oscuro, el que ya no es,
el que no será jamás.