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Volitivo Acto de Ventura Narrativa o cómo deshilarse sin desprenderse
(una lectura del libro Diario de las Especies* de Claudia Apablaza)


Por Guadalupe Ángeles (Hidalgo, México, 1962)

 

Va, emblemática, volando de un post de su blog, a una minucia biográfica; diseña, como niña precoz, el perfil del que la rescata mientras ella calla.

Claudia Apablaza, en su libro Diario de las Especies, se acerca a la verdad, mostrándola, de esa aseveración de Virginia Woolf: “Todos somos por dentro, aproximadamente 4,000” ; ella avista esta certidumbre contándonos el cuento de su novela, haciéndose mientras la leemos, pero esto es sólo el logro de su voluntad, es el mero hecho de haber sido hechizados a fuerza de seguirla entre los renglones, salpicados, eso sí, de historia reciente latinoamericana, de nombres reconocibles en el ámbito de la literatura, ¿es ella la que se busca en las voces, es ella la sufriente, la errante, la erótica que se vale de su retórica para laberínticamente desdoblarse en múltiples (¿o acaso sólo dos?) especies?

Su libro es el camino de la nervadura de una hoja gigante que se metamorfosea en la llama que ilumina y calienta las noches frías del que la espera y se llama su salvador, aunque se invente desde la garganta o el sonido de la no voz de los sordomudos que la atormentan.

¿Que el amor es desvalimiento? Tal vez, eso parecen decir algunos párrafos, pero también es miedo y huida y tristes seres que aprenden nuevos vuelos.

Pero no son definiciones lo que el Diario de las especies nos depara, al menos, no sólo definiciones, sino un reconocerse en las grandes manchas de historia verdadera que definen los contornos del mapa que es este libro.

Inusual, inquieto, inolvidable tal vez por su originalidad final, aunque también los budistas lo afirman: somos el universo todo.

Así, los que callan, o acaso sólo postean en un blog, existen en la voz de Claudia, son los especimenes que recorren, dinámicos, voluptuosos, inesperados este Diario de las especies, cartografiado limpiamente por Claudia Apablaza, joven chilena a quien habrá que agradecer su nueva forma de contarnos el cuento de los patos.

* Experimento (¿novela?) publicado por Editorial Jus en septiembre 2008.

 

* * *





La no-posibilidad como eje de creación
en el "Diario de las Especies" de Claudia Apablaza.


Por Arturo Mejía

www.lasiega.org



Después de Autoformato (Lom, 2006), la chilena Claudia Apablaza (Rancagua, 1978), nos entrega su primera novela Diario de las Especies, editado en Ciudad de México por Jus y en Santiago de Chile por Lanzallamas.

En esta nueva entrega, a modo de ejercicio narrativo, la narradora A.A., joven bloggera que llega a vivir de Santiago a Barcelona (“la Gran Biblioteca”), se cuestiona la posibilidad de escribir una novela, planteándose así la posibilidad de construir una memoria que contenga una posible historia (de su país, de Latinoamérica) o que, en definitiva, la contenga como autora y narradora de su propio proyecto narrativo.

El ejercicio apela a la imposibilidad de definiciones exclusivas y únicas, a una ética que trasluce el proyecto narrativo ya iniciado en Autoformato: la necesidad urgente de reconocer subjetividades en la creación y en la vida. Por ende, en la Literatura.

Diario de las especies entra en diálogo con la poética de la imposibilidad, ese diálogo a ratos ciego y desalentador en el que la ausencia de historia y texto continuo es la constante. La novela se desvanece y desaparece en cada trazo que da la narradora, pero que a la larga vislumbramos como hechos acaecidos, al igual que cuando nos encontramos con una huella difusa, un graffiti, un stencil, o el comment de un bloggero anónimo.

Hay una tristeza en este proyecto narrativo, más que en Autoformato, en que la ironía hacia esa imposibilidad era directa. Acá se deja entrever la melancolía que hay hacia esa incapacidad de registrar y una búsqueda constante y desesperada porque esto no suceda. En cada post de la protagonista se deja ver ese esfuerzo.

Hay finalmente en este texto vacío, un diálogo con la poética de la nada. El vacío del texto que dialoga con autores como Vila Matas, con Josefina Vicens y Mario Levrero., pero escrito integrando las variables contemporáneas como lo son el blog, lo virtual, los nuevos formatos e Internet.

La presencia del no lugar, del lugar infinito que es la web, el tiempo que se desvanece en cada trazo que apunta A.A., el descrédito del paso de los años (como lo postula el Psicoanálisis, disciplina a la que la autora es muy afín), la historia que se detiene para siempre y el encuentro de golpe con la simpleza de su infancia y los animales.

Otros temas que se abordan en la novela son la falta de identidad, la apertura, el no lugar del etnólogo Marc Augé, Internet como soporte a este ejercicio, Internet como el espacio fragmentario, como el espacio que borra fronteras entre literatura y vida.

 

 


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(una lectura del libro Diario de las Especies* de Claudia Apablaza).
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