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Protoplasma Kid, un muchacho barbudo sobre el arcoíris…
Por Carlos Almonte
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Pocas veces un epígrafe calza tan perfecto en su función: “También es hora de recordar que nada es bello, ni siquiera en Poesía, que no es el caso” (W. H. Auden). Una entrada descarnada, sin engaño. “El mundo se te da en fragmentos / en astillas”. Los principios declarados al inicio, a uno y otro lado del opuesto escritural. Nada es bello, y todo. Esto no es poesía, con minúscula, y lo es.
Un poema es épico, cuando es pretendidamente épico. Como en los Consejos… un supuesto oxímoron de alcance atronador y la posterior andanada de verborreicos devenires y palabras en cascada, estanque o río. Del reino de Prusia a Baden-Wurtemberg: “el problema no es la verdad, sino el lenguaje”, parece no solo escriturar, también mal-decir (motu propio), el segundo elemento en este par. Un neo-neo-beatnik de los suburbios, donde el poeta se encierra en su cabaña, junto a la pradera, en el desierto, o bajo la proliferación caótica y excelsa del DF. Es la misma cosa, se diría, una cabaña de vista al infinito, en donde “sólo” existe la palabra, idea, transliteración incluso. De ahí al papel, al orden, a la estructura libre… esa es la cuestión.
El rasgo característico, la aliteración, repetición, insistencia, el simple y evidente juego de significados –intercambiados-, como propósito de reafirmación: “a la luz de la luna más hiena”, ha expresado Santiago en una entrevista, con toda la seriedad que eso pueda suponer, en el término que se acometa. Desde aristas, matices y enfoques diversos: desde la obviedad sentida o plena, cansada, recurrente, o con intención.
“Salid a las carreteras, la carretera es el Dios mismo”, Kerouac en espíritu y forma, y Ginsberg, sin duda. Un formato avanzado, envuelto en contenido trascendente, persistentemente referencial: Durero, Antonioni, Gagarin (Ícaro), Cernuda, Marcuse, ese otro AntiPoeta, Giotto, Chagall, Marx (Heidegger), Chaplin (Mary Pickford), Galileo, Sherlock Holmes, Jerry Lewis (el Gordo y el Flaco), Cavalcanti, Huckleberry Finn, Euclides (Esquilo & Harold Lloyd), Piero della Francesca, Shiva (el dios de la masturbación), Ionesco, Antonin Artaud, Oscar Wilde, Houdini, Che Guevara (cómo no), Safo, Rosa Luxemburgo, Wilhelm Reich, Ray Bradbury (Van Gogh).
Así, se conforma una visión de pretensión global: una lírica integral, holista… o el reflejo de una época/épica. El carácter extendido, ubicuo, del pensamiento es asediado desde innumerables énfasis y direcciones. El om del flujo, de la improvisación, del no arte, del NO, a secas. (Coltrane enciende una pipa y lee). Mezcalina pura corriendo por las venas (…a qué sabe el ADN después de hacer el amor).
Papasquiaro fluye como un río de piedras incandescentes. A su paso arrastra árboles, artefactos en desuso, imágenes triviales y trascendentes, visiones y profecías. No se detiene jamás. (Heráclito mira desde lejos, observando un acordeón que imaginó como animal en llamas). Mientras Santiago, como la ciudad, como el discípulo, llena el movimiento y el sonido. ¿El sonido de un trozo de madera que se resquebraja en el bosque, existe si no es narrado, si nadie lo escucha? ¿Un poeta sin esperanza podrá encontrar lo inesperado?
Una ley universal: los extremos siempre se juntan. Marx y Heidegger, inicio y final, blancura en fragmentos. En cualquier momento acontece un poema, por ejemplo, ese aleteo de moscas afónicas sobre un envoltorio que nadie acierta a descifrar.
Consejos de un discípulo de Marx a un fanático de Heidegger
Mario Santiago Papasquiaro
La Ratona Cartonera, Cuernavaca, México
Febrero de 2014