Por Javier Campos
octubre
2003
Por tres días durante el mes de octubre se realizó, y estuvimos
alli, una conferencia sobre Chile en la capital de Nueva York, la
ciudad de Albany (http://www.albany.edu/democracy/).
Es cierto que muchas conferencias y actos públicos se han realizado para recordar los 30 años
del Golpe Militar en distintas partes del mundo y lo que significó esa
fecha. Aquellas conferencias se han preocupado específicamente en
analizar la política o la economía antes y después de Salvador
Allende, o los derechos humanos, o la reconciliación y el perdón, o
los nuevos juicios al ex-dictador Pinochet, entre otros
asuntos.
En Albany, a
diferencia de otros congresos que conmemoraron los 30 años a partir
del Golpe Militar, se juntaron casi todos los temas arriba mencionados
en un sola Conferencia que duro tres días seguidos. Pero se agregó
también la literatura escrita en Chile desde 1973, o la escrita en el
exilio, la literatura etnocultural, los talleres literarios durante la
dictadura, Chile en los tiempos de globalización, el cine fuera y
dentro de Chile asi como el tremendo desarrollo que adquirió hasta
ahora el genero documental. También hubo nuevos análisis del género
testimonio, principalmente los de Luz Arce y de Marcia Alejandra
Merino ("La Flaca Alejandra"), o de la nueva canción chilena, la
literatura escrita por mujeres durante la dictadura (Diamela Eltit
preferentemente), o la de las jóvenes escritoras chilenas que
comienzaron a publicar en el 2000. Es decir las que nacen en los años
70. También hubo lecturas de poetas y narradores tanto los/as que
vivieron el golpe militar o salieron al exilio como los que nacieron
durante los años de la dictadura.
El final con el
que se cerró la conferencia en Albany fue un impresionante discurso de
Fabiola Letelier y un repaso en vivo de la entonces "Nueva Canción
chilena". Es decir, por un lado Fabiola Letelier nos abogaba por
seguir luchando por los Derechos Humanos en Chile y decir NO a la
impunidad. Por otro, la música alli en Albany nos traía la memoria del
pasado a través de sus letras. Esto último lo hizo un magnifico grupo
musical de chilenos radicados en Pennsylvania llamado Páramo
(integrados por Marco Antonio Velis, Patricio Acevedo y Roberto
Castillo Sandoval) al que se agregó ese mismo día otro chileno, Freddy
Vilches, estudiante en la Universidad de Oregon.
Páramo nos
trajo el recuerdo, pero no como una nostalgia congelada en el tiempo,
sino la vigencia exacta de que la música y las letras de Violeta
Parra, Víctor Jara, Sergio Ortega, Patricio Manns, entre muchos más,
aún son necesarias. Pero no para recuperar el gobierno de Salvador
Allende ni las décadas de los 60 los 70, sino para crear una
conciencia nueva en estos tiempos globales. Una conciencia mucho más
dentro de una "sociedad civil" (según nos decía Fabiola Leltelier),
más solidaria y constituya una puerta (como agenda política y musical)
para no perder la memoria histórica de América Latina.
Todos corearon de
pie, allí, el himno de la Unidad Popular que escribiera Sergio Ortega
recientemente fallecido: De pie, cantar que vamos a triunfar./Avanzan
ya banderas de unidad./Y tú vendrás marchando junto a mí/y así
verás/tu canto y tu bandera florecer./La luz de un rojo
amanecer/anuncia ya/ la vida que vendrá. Para algunos puede ser un
recuerdo absurdo o patético cantar algo que no funcionó (la posible
sociedad más justa a partir del 11 de septiembre de 1970 en Chile).
Para otros, como la mayoría de los que allí estábamos cantando con
vigor, es que ciertas utopías nunca podrán ser descartadas. Ellas aún
constituyen una necesidad humana para quizás construir un mundo mejor
entre los desposeídos que en este momento son cerca de 230 millones en
America Latina y un total de 4 mil millones de personas en todo el
planeta.
Es cierto, como
allí también se discutía, ahora no estamos en los 60 o 70, sino en una
etapa donde "el socialismo real" desapareció casi en su totalidad.
Solo Cuba, en América Latina, insiste como si nada hubiera cambiado en
el mundo. En cambio China o Viet Nam, en la otra parte del planeta,
han tenido ambos que adaptar sus "socialismos reales" a los tiempos
globales.
En los 60-70, los
que entonces éramos jóvenes de izquierda, los que pensábamos que o
"socialismo o nada", o "socialismo o capitalismo", hoy aquellas
consignas son viejas frases que quedaron en afiches (sólo se conservan
en el Internet o en algún museo). Las que el tiempo borró para siempre
de murallas donde fueron pintadas en tantas cuidades de Chile y
América Latina. Hoy las consignas son otras, que deben adaptarse
-querámoslo o no- de alguna manera crítica y exigente a las políticas
neoliberales y a la globalización que domina nuestro planeta.
Aún así, si los
discursos de la otrora izquierda latinoamericana o mundial del pasado
levantantaron multitudes, y que ahora no tiene la eficacia de
entonces, lo único que queda son las canciones y la poesía que una vez
se escribieron y que si bien ya no van a hacer ninguna revolución
nueva (ni tampoco en ese entonces ninguna canción de La Nueva Canción
Latinoamericana la hizo), sin embargo continúan alimentando nuestras
utopías.
Desde milenios se
han tejido y construido quimeras para que el ser humano pueda alcanzar
alguna plena felicidad. Aquellas canciones que se escribieron, que en
Albany recuperó emotivamente el grupo Páramo, sobre esa posible
felicidad humana en una soñada sociedad mejor, semejantes a olvidadas
hojas del otoño en estos tiempos, no han muerto realmente. De esa
manera, la música del pasado no canta (ni está cantando) en
vano.
Las letras de
aquellas canciones aún ayudan a la solidaridad humana (aun cuando
estemos en otro contexto). Aquella solidaridad tan necesaria en estos
momentos como dijo Fabiola Letelier cuando presentó, antes de que
tocara el grupo Páramo, su discurso final como invitada principal al
congreso mencionado: "Creo que hoy día es más importante que nunca
coordinar las organizaciones sociales -o lo que llamamos la sociedad
civil- en nuestros países de América Latina. Esto es un requisito
importante para transformar este presente tan injusto y de estructuras
tan antidemocráticas. De esa manera podremos establecer una sociedad
donde prevalezca la paz, la verdad, la justicia y la solidaridad
."