Ayer estuve
niño
y como ayer
lleno de colores todo el cuerpo
El sol en la sonrisa el
mar en la mirada
(esa mujer que años después
me decía al amanecer
hermosas palabras en los ojos)
Era un día verde
con pozo y
toboganes
con asientos de todos los colores
y largo árbol
que salía como brazo de la tierra
Ayer era ayer
y cantaba hasta los aplausos
era 25
y 2 y carnavales
el agua pegada a la ropa
las mujeres y las niñas
y la fiesta
y las bicicletas echando tierra y los
gritos cuando duraban tanto
la orquesta
los aviones los barcos
cargados de regalos
y mis padres subiéndome
al caballo de juguete
Era un día bueno
como hoy que sueño
viéndote venir de agua
entre las aguas
riendo con el pelo volado
desde el mar el rojo mar
como gustábamos decir
en esta muerte
Y era la colección de aves
prisioneras del primo Andrés
y las tierras asesinas
del tío mayor de la familia
el chocolate caliente el pavo
el triste caviar y Belén
Era ayer era feliz
el traje de fieltro no
se daba todavía
y las aves guaneras no
acampaban sobre el sol
ni hilaban tu sombra grande
El ayer de las puertas
el otro día de las ventanas
y el viento golpeando la madera
un cascabel sonando a solas
en el cuarto momentáneamente
abandonado
Un llanto / el grito –todos
los gritos
todo el orín y la mierda del planeta
para ese instante catártico
en que la madre había de
volver
como conjuro vegetal
y olas golpeando a lo lejos
las rocas / inmensas, negras
ignotas
Era el calor Era
ayer
el fuego
la risa que me daba
la vida / -esta vida!
Y ahora mira los azotes
mira la hilera de burros
en la montaña
Mira el hilo sin rumbo
los misterios aunados
mira los paquidermos cuando
pasan
y ese hombre que me
mira interrogado
y no cesa de mirar
Mírame aquí abatido
como rui señor
/tan joven/
mira esta boca
torcida de dolor
y esa arena que
se junta a tu sonrisa
llenando de misterios tu cabeza
tus besos equivocados
el alcohol de las noches
los adioses
los era bueno pero raro
los hasta pronto los
hasta nunca
mi mano extrema desplegándose
sobre acantilado de
tu vientre y tu desprecio
enamorada
infinitamente pequeña pero viva
y con todo revuelto
por dentro / como ayer
que era ser
como era como es
[…]
¿Dónde estás? ¿Dónde
estabas? Mi alma
aún respira la tierra fría
y húmeda que
ayer arrojaron al final de los murmullos
los sepultureros proletarios
del incendio, del azul océano
de tu mirada
No. Ya te fuiste
yéndote por la misma calle
de la primavera.
Te arrancaste
de la era.
Era. Era. Era.
Y gigantes retumbaron
para siempre ya en mis sienes.
Mi cuerpo de cascaj no
ha podido tenerte
solo alguien como vos se
ha podido travestir
de cuervos y cascadas
en la estrella de África revuelta
He visto la danza de esqueletos
sobre el hielo de las cimas,
en onzas de abandono ya trenzadas
y allí marcaron tus pasos
el simple andén de mi locura:
yo que tanto he mirado
tu frágil rostro de valles y marfiles,
línea de olores amados más venenosos girasoles
Puede verse
ahora que arriba, dromedario, el verano,
amplios territorios
de tigres y leopardos
en el frío sueño de la piedra
por violenta mano
puestos finalmente
después de los trabajos y el impredecible
curso de los vientos.
Con la soledad de los que no poseen
vencí tus silencios
lunares
y alcancé al fin tus espléndidos labios de vida
todoherido
casimuerto y mojado
enamorado.
Segunda Parte
(Algunos pasajes)
SVIDRIGÁILOV Y DUNYA
(escrito en el Mercado del Heno)
Luego que hubo caminado largas horas con el viejo gabán negro alrededor del agua, estaba ahora allí con los sueños y las ideas culminadas, el disparo en la cabeza y la obesidad como piedra sin luz al eje del lago. Y pájaros y viento entre los árboles, y la luz diciendo que todo continúa. Svidrigáilov muerto, Ofelia irracional entre flores blancas y humo de incienso, copas de vino quebradas en el camino. Svidrigáilov y la inmarcesible faz de Dunya, eterna, un horizonte azul, la sonrisa ancha, el ceño despejado y los senos blancos de Moscú. Era invierno; un hombre amaba a una mujer, y fueron las lianas, el ciclón de medusas sobre los ojos, y el pueblo desde lo alto de un campanario. Era invierno en los corazones como cuando al margen de la literatura (el joven Werther, por decir) depositaste gatos negros y hambrientos sobre mi pecho de claveles y orquídeas. Svidrigáilov, viejo beodo olvidable, aquí Rodión Románovich Raskólnikov arroja arena sobre tu lomo derrotado; ayer oriné a solas en este bosque y sentí compasión por ti, cancerbero humano, liebre o tigres desatados. Duermo en este lago, mi mano en la orilla, tú en su ajustado ombligo. Este poderoso amanecer es sereno como caravana de insectos en el rojo ángulo de mi camino verde.
HISTORIA DE AMOR
Sonríe, mira largamente sus ojos, está enamorada, cada gesto suyo le emociona, cada músculo, cada leve movimiento del cuerpo le suscita a ella intensa alegría y placer. Cierra sus ojos, siente su olor, la brisa que mueve el sonido de sus palabras inigualable. Expande sus brazos hacia su cuerpo, sabe exactamente que allí lo ha de encontrar. Dos cuerpos abrazados entre la multitud que puebla las calles de Lima. El cielo arriba, abajo, arriba otra vez; y ella siente que camina sobre olas del mar, recónditamente suya. Iglesias están medio vacías (vacas las campanas); varios mendigos y mujeres serranas con sus niños y latas de monedas a medio caer, como siempre. Y ella ahora está en un bosque, aves rojas descienden sobre su cara, sobre su alma. La gente en los negocios o frente a las vitrinas habla de precios, asuntos importados y formas varias de hacerle trampa hacerle trampa al gobierno, los impuestos, la frontera y demás. Y su mano desciende a la de ella. Es la muchacha más feliz, imagina un mundo compartida una antigua canción sonando persistentemente sobre camposantos, haciendo andar a los muertos; Vallejo, el amor, la lluvia, la inocencia hecha conciencia, las cosas ciertas, y ella le da un beso largo. Yo aquí, desde este solitario promontorio, los veo sin paquetes ni encomienda ni nada; sigo con la vista a la pareja confundida de noche entre la gente, un punto apenas; me acaricio los vellos y me siento a pensar sobre una peña enorme, debo cortar mis uñas, están largas; inhalo humo, alguien quema yerba seca alrededor; la luna; mi frente blanca. ¿Cuántos dientes caben en una boca? Estos los míos aumentaron de tamaño, no puedo hablar como antes hablaba. Acá no llega ningún ruido urbano, solo voces ausentes de los elementos. Recuesto mi cuerpo encorvado en otra peña, e invadido de amor por ti empiezo a dormir solitario y solitario. Iba a arañar la arena para estampar mi nombre, y no lo recuerdo, ni el tuyo ni el de nadie. Me acuclillo; el punto ya no está, solo luces que se prenden y se acaban.
HABITACION No 14
Al fin, ya nadie cree en ti, nadie te ve, nadie te señala, al fin, hasta hace muy poco eras el ejemplo del barrio, de tu familia, eras el enamorado ejemplar, el trabajador eficiente, el joven que siempre lleva buenas notas para la firma orgullosa de sus padres, y el cura sonreía, y la monja sonreía, y todos-(te)-sonreían porque eras la rosa más hermosa del pantano, el ñandú, el cigón, el buitre condecorado, la osamenta de cupido, del dios P., y finalmente, ahora mira cómo han llegado tus canos pasos, a tus 25, cómo han llegado al extremo metálico del muelle bajo la luna y sus esponjas, has llegado más muerto que vivo y no ningún olcese para golpearte la boca del estómago, y ahí sin embargo con el viento te has doblado, las luciérnagas en los faroles continuaban, continuaban en su pura rotación, qué tenías que decir ahora, seguro nada, todos te odian, te ignoran, ayer tu familia olvidó tu nombre, en la esquina han impedido tu camino, no hay más fotos tuyas colgadas en paredes o en bragas de tus amantes, nadie en la cocina ha guardado para ti pedazo de pan y leche caliente, nadie, nadie ha venido a rodearte en un abrazo, y tú ya sabías que esto tenía que ser así, lo sabías desde que supiste que no sabías / no podías amar ni a ti ni a nadie, es mejor así, más vale solo que mal acompañado, y cómo duelen las grietas de los muros cuando pasas por ellos tus dedos, cómo duelen las gotas de la lluvia cuando vas y vas solo con largo abrigo azul, cómo duele, arriba, abajo, acá allá, estás solo y por primera vez crees que puedes ser feliz, nadie espera nada de ti, convencidos de que eres un fiasco, que se equivocaron, que parecías pero no, te han expulsado de todos los círculos, te han arrancado las últimas ropas, los últimos centavos, te han puesto en la calle y has llegado hasta aquí ¿qué ves abajo? Peces, mil peces, es como haber llegado a uno de los extremos más alejados del planeta y olvidado y olvidado puedes al fin respirar en calma, ya no deseas nada de nadie, ni nadie desea nada de ti, una luz, un sol, en eso piensas mientras te doblegas desde el estar de pie hasta el estar echado, arrojado, extendido, abatido, humillado, escupido, babeado, maldecido.
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BANDA SONORA DE ESTE LIBRO: Disorder - Joy Division
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