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EL FLAMENCO EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA
Crónica de España, ciudades y cantaores

Por César Ángeles Loayza


 



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para mis amigos y amigas en Europa, de aquellos años, ahora, siempre

La canción “Soy Gitano” (1989), compuesta por  José Monge (Cádiz 1950-Barcelona1992), más conocido en el cante andaluz como “Camarón de la Isla”, fue tema central del disco con igual nombre (1989): el más vendido de la historia del flamenco. Su letra e interpretación, entre desgarrada y lúdica, al ritmo frenético de las guitarras y el cajón peruano, me siguió durante mis primeros días en Europa, en los 90, cuando recalé en Madrid por una beca universitaria.

En 1968, luego de triunfar por años en el tablao Torres Bermejas de Madrid, Camarón había conocido al guitarrista Francisco Sánchez Gómez, o “Paco de Lucía” (Algeciras 1947-México 2014), con quien grabó nueve discos hasta 1977. En ese lapso como cantaor, transitó desde un estilo ortodoxo a otro más personal. El primer disco juntos (1969) inició una revolución musical, consolidando al dúo en el llamado "flamenco contemporáneo" o “flamenco-fusión”, con aproximaciones al jazz, al pop, a las tradiciones orientales, entre otras influencias musicales. Con un cante en extremo emotivo y gran carisma, Camarón expandió el flamenco a todo tipo de público.

VIVIR EN MADRID
En 1994, Camarón de la Isla, sin embargo, llevaba dos años de muerto (el pasado 25 de febrero, es decir, por mi cumpleaños, su amigo y cómplice Paco de Lucía subió al cielo con él); y así me lo remarcaba el hombre que, una madrugada de aquel año, me aupó en su auto por el periférico barrio madrileño de Villaverde Alto, donde por entonces yo vivía. Hasta allí solía volver desde la estación de Atocha, en el último tren de cercanías, con bohemios, callejeros, delincuentes, putas y travestis. Ese hombre era ladrón –más tarde me lo probaría, con performance incluida, en la barra de un bar perdido–, y estuvimos escuchando “Soy gitano” varias veces, yendo de bares toda esa madrugada luego de que me aceptase el autostop (sí, en esos días, aún se viajaba de esa forma gratuita y solidaria). 

Por entonces, debo confesarlo, con Madrid tenía yo una relación contradictoria, ya que, a poco de aterrizar y por incauto, alquilé por todo el semestre un cuarto en casa de una familia peruana no muy acogedora, la verdad sea dicha, en las afueras de esa ciudad (ya lo dije). Así que la pasaba genial cuando, algunos fines de semana, recalaba en el céntrico departamento de un amigo y arquitecto peruano que allá hacia su doctorado. Con él solíamos ir de copas, leer poesías y otros textos inéditos, reírnos de todo, o debatir sobre el mundo y los amigos en común, mientras la incesante ‘marcha’ (juerga) madrileña alborotaba a nuestro alrededor las calles nocturnas.

En general, mi inicial impresión de Madrid fue que parecía Lima, pero con un paisaje y clima de sierra. Me gustaban, por supuesto, las guapas muchachas, el barrio de Malasaña, su movida cultural y alternativa, sus casas-okupas, y el torrencial Rastro: mercado ambulante que se establece los domingos en los barrios de Lavapiés y Tirso de Molina (incluido un insólito stand que, por esa época, propagandeaba las acciones y documentos de "Sendero Luminoso"). En la capital española, además, viví como estudiante universitario por primera vez en Europa, y allí volví el 2006 invitado a un congreso de poesía peruana, ya con otros ánimos y vivencias.

AL PIE DEL MEDITERRÁNEO
En 1995, me mudé, sin embargo, a Barcelona. Entre otras razones, porque tenía mar (el azur Mediterráneo), bilingüismo, más gente de todas partes, quedaba al lado de la Europa central, y se hablaba con altura melódica más baja y había otra actitud en comparación a Madrid, como si se viviera menos atropelladamente. Quizás el mar y la humedad en el aire contribuían a templar los ánimos. Claro que estaba la Rambla, el largo paseo barcelonés donde transita (casi) todo el mundo: un espacio para el comercio y la imaginación sobre cómo ganar clientes –más que amigos–, con mimos, retratistas, estatuas vivientes, bailarines, acróbatas y, en fin, todo lo que en Madrid suele concentrarse también en el grande y hermoso Parque del Retiro.

Pero inclusive en la Rambla percibía un tono bajo al hablar: las múltiples y fugaces conversaciones, y hasta sus espectáculos al aire libre, no solían reportar un ruido estridente. (Sin embargo, aún me faltaba conocer el lado oscuro que todo individuo y todo pueblo tienen. Como el nacionalismo de la burguesía catalana, por ejemplo. El problema central del nacionalismo no es existir ni ser extremo, sino ser elitista, cuando así lo es, y olvidar que la contradicción principal en la historia –presente incluido– no acontece entre etnias, lenguas y religiones, sino entre poderes políticos y económicos).

EL NUEVO FLAMENCO
En Barcelona, poco después de mi arribo, me entrevistaron en una ‘radio pirata’ (o ‘autogestionada’, sería un término más apropiado a la realidad), elocuentemente denominada Contrabanda, en el programa ‘Las lunas del duende’ conducido por dos amigos muy simpáticos y creativos (Cómic y Mía se hacen llamar). Era parte de la vasta y heterogénea “cultura alternativa” de las ciudades europeas. En aquel programa radial, se divulgaba y comentaba el flamenco contemporáneo: el de las mil fusiones, ritmos y rostros, prácticamente desconocido en América Latina (“duende”, cabe aclarar, es un concepto y metáfora que el poeta andaluz Federico García Lorca recicló, en 1933, para establecer la sustancia de todo arte y misterio de vivir, a partir de múltiples referencias del flamenco y del toreo, borrando así las fronteras entre ‘lo culto’ y ‘lo popular’. Lorca hizo suya la sentencia del cantaor Manuel Torre: “Todo lo que tiene sonidos negros tiene duende”).

Al presente, por ejemplo, no hace mucho tiempo que se conoce por estas tierras una excelente fusión entre el flamenco y la música cubana, gracias a la colaboración entre “Diego el Cigala” (Madrid, 1968) –notable heredero de Camarón de la Isla, con timbre de  voz semejante– y el pianista cubano “Bebo Valdés” (1918-2013) –una figura de la época dorada de la música cubana–. Ambos grabaron el premiado álbum “Lágrimas negras” (2003), producido por el cineasta español  Fernando Trueba, donde el bolero cubano se fusiona con el cante andaluz, entre otras felices y audaces innovaciones (un disco que, por cierto, obsequié a mi madre, Blanca Loayza, fan secreta del flamenco). A lo anterior, se suman otros casos, como las trayectorias de los grupos Ketama y Pata Negra, o los cantaores Kiko Veneno, la Martirio, y Raimundo y Rafael Amador, entre varios más del flamenco contemporáneo.

En mi referida entrevista del programa “Las lunas del duende”, dialogué, sin embargo, sobre lo que mejor conocía por entonces: la insurgente música rokera-subte peruana de los 80 –incluí transmisiones al aire de algunos temas de dicha movida–, y también de la guerra interna en el Perú de los 80-90. Recuerdo todo vívidamente, porque aquellos años fueron una temporada intensa por calles catalanas y europeas, y porque vivía en Barcelona: preciosa ciudad donde quise y me quisieron, donde pasé de todo, por algunos años, hasta que me fui más al norte: a Berlín.

SALIR POR BULERÍAS
Qué guapa música y desbordante vitalidad esa de Camarón, Paco de Lucía, y tantos otros representantes contemporáneos del flamenco andaluz. Alguna vez, Paco de Lucía dijo de su amigo: “Cuando otros cantaores recurrían a letras con temática social, la voz desgarrada de Camarón evocaba por sí sola la desolación de su pueblo”. Con la muerte de aquel, este año, me vino todo junto como un relámpago a la memoria. Qué le vamos a hacer sino ser –o intentar serlo, al menos, sin pausa– honestos y auténticos en la vida vivida. Yo también soy gitano, gitano bolche & kontra dictor. Salud, Paco de Lucia y Camarón de la Isla, hermanitos in the sky (de la poetry) with diamonds: cúbranme las espaldas en tiempos aciagos y no me dejen mentir(me). 

 

 

SOY GITANO / Camarón de La Isla
Yo ya no puedo aguantarme
Y ni vivir de esta manera
Porque ya no puedo
Porque ya no tengo quien a mí me quiera
Porque ya no tengo
Porque ya no encuentro, ay oh majita mía, quien a mí me quiera

Yo soy gitano y vengo a tu casamiento
A partirme la camisa, la camisita que tengo!!!
Yo soy gitano y vengo a tu casamiento
A partirme la camisa ah ah ah, que es la uniquita que tengo oh oh oh!!!

A mí me gusta saborear
La yerba la yerbabuena
Un cante por soleá
Y una voz quebrá y serena
Una guitarra y tus ojos
Ay al laíto de una candela

Yo soy gitano y vengo a tu casamiento
A partirme la camisa, la camisita que tengo!!!
Yo soy gitano y vengo a tu casamiento
A partirme la camisa ah ah ah, que es la uniquita que tengo oh oh oh!!!

 



 



 

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