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LOS AMANTES DEL ACANTILADO

César Ángeles L.



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T E O R E M A

El taxi los deja al pie de un edifico de 4 pisos. Bajan. Él abre la puerta de vidrio y suben las escaleras. Ella va primero, delante. Él la mira mientras suben. Ella se da cuenta y le dice “sapo eres, ¿no?”. Sonríen. Llegan al 3er piso y, con otra llave, él abre la puerta de madera junto a una  planta en maceta. Ya adentro, ella deja su bolso y se sienta en una silla, cerca de una ventana abierta, mientras él va a la cocina, abre una botella de algo y le invita una copa. Luego de un breve momento, ella le dice si ha echado algo en el aire.

Él: ¿En el aire?
Ella: Sí, has echado algo, ¿no? Me siento mareada.
Él: Cómo se te ocurre. No seas noica.
Ella: O al trago. En serio, dime, ¡qué le has echado al trago! –grita, con una media sonrisa nerviosa y algo sofocada–.

Él se asusta un poco. Piensa que ella se puede desmayar. “Qué loca”, piensa.

Él: No le he echado nada a nada, oye, relájate.

Ella se va calmando. Piensa muchas cosas a la vez, en rápidas imágenes. Le encanta y le da miedo estar por primera vez en casa de él. Loco este depa, lleno de  fotos. Bebe otro sorbo de la copa, enciende un cigarro, y empiezan a  conversar. Saben que todo sucederá rápido. Ella no debe volver muy tarde a casa. Vive con su madre y el esposo de su madre a quien llama papá. Poco a poco se van acercando mientras conversan. Hasta que se besan. Se arrojan sobre la amplia cama de una habitación, se enredan en abrazos y caricias, se quitan la ropa, él la acaricia con deseo y suavidad, continúan besándose mientras ella se sienta desnuda sobre él, y hacen el amor. Ella se mueve de arriba abajo, le gusta sentir cómo le acaricia la cintura, la espalda, las caderas, cómo caen sus besos llenándole la cara. “Más fuerte, mételo más fuerte. Así, así” –le susurra ella, como si alguien pudiese escuchar–. Hacen el amor por primera vez, y ella empieza  a imaginar un barco que se hunde entre sus piernas desnudas. Imagina que navegan un río muy ancho. Flores y pájaros rozan toda su piel. Siente a un hombre distinto y una penetración que le gustan, y la hacen sudar. Todo está más caliente esa noche en ese cuarto en esa cama entre los 2.

Después de un rato, él la verá en silencio pensando en cosas que ella no sabe aún. Pensará, por ejemplo, en su belleza, en su piel suave y caliente, en sus gestos de arrechura, y le dirá que quiere verla y hablarle eternamente. A ella le gusta, sonríe en silencio, insegura, pensando si había algo en el aire, en la copa, o quizás entre los labios de él.

Más tarde se ponen sus ropas, se besan, salen, bajan las escaleras, caminan por la calle y juntos toman un taxi. Ella se queda medio dormida en el camino, sobre una pierna de él. El auto va por la costanera, las luces de los postes la hacen aparecer y desaparecer, como en una película francesa en blanco y negro, al lado del mar en plena lluvia. Van en el asiento trasero. Él ve un periódico abandonado por alguien. Mira la fecha: 12 de julio del 2012. La portada dice: “Los mayas pronosticaron el fin del mundo para diciembre de este año”. Él la contempla, le acaricia el rostro, le aparta unos cabellos que habían caído sobre su frente curvada. “Si se acabase el mundo ahora mismo ya no me importaría” –piensa–. Van juntos en silencio, soñando entre sí en una ciudad cualquiera de la costa occidental de américa del sur (O. Pacífico). Es de noche cuando esto sucede.

Durante el trayecto, en la radio del auto, suena una canción:

She's Leaving Home, The Beatles


                                                                                      [de “El mar de Mina” - marz 013 lima la p]

 

 

 

 

N O K T U R N O

Por amor a ti
nací otra vez
curado de todo lo que debía curar

vi lo que siempre vi
como si fuese la primera vez

me abracé a cada cuerpo
que necesitaba ser abrazado
para vivir

me uní al río
a sus algas misteriosas
que siempre vienen del fin del mundo
para caer entre quebradas y
cascadas
también hacia el fin del mundo
hasta mezclarse con
estrellas, con el polvo
dorado de los astros

Por amor a ti
me callé
bajo la tierra
me hundí
hasta morir todas mis muertes
para conocerte

Por amor
dejé de hacer lo que siempre hacía
/revolcándome perdido
del día hacia la noche/
para no cambiar tu calor natural
por el frío de calles orinadas
o planetas
tan solo recorridos en
perdida soledad

Para llegar a ti
adelgacé mi dolor
hasta casi evanescerlo
me convertí en aire tibio
por tu ventana cada noche
mientras dormías
en tu pecho desnudo

Para vivir
escribía en la arena olvidada
de los pueblos
tu nombre y las palabras
que tenía que decirte
como ahora te las estoy diciendo

debí marcharme lejos
para acercame más a ti
perder tu rostro
entre otros miles de rostros
hasta que nadie
ni el hielo del espejo
supiese decir quién era

Por amor a ti
me fui a morir muy lejos
en otros reinos bosques y provincias
corté cada parte de mi cuerpo
(mi cuerpo que nació conmigo)
hasta sangrar
y que la sangre viajase
libre en trenes barcos y carrozas
buscando con tu sangre unirse

Todo ese amor
lo que eres tú reunidamente
me hizo volver de los abismos
mudos
de la red de cementerios
que pueblan los países llamados países
vi  la descomposición
incesante
en el alma de la gente
en sus lenguas a cada instante más vacías
de trazos temblorosos
gobernados por la nada
una vida sin muerte
una muerte sin muerte

Me uní a ti
como un niño como un hombre
se une al curvado universo
como un poema
se hunde entre la piel
o como un cuchillo
penetra en tu belleza
para quedarse parasiempre clavado
en el ojo en la lluvia
que día a día
golpea de amor y muerte
que da vida
tu corazón

. .. . . . . .. .. . ...... . ....... ..... [de “Al doblar la esquina” - set 013 lima la p]

 

 

 * * *

NOTICIA: Estos dos poemas, inseguros como mi primer hablar, van para mis lectores de este annio que termina, por un gran 31 dic. y aún mejores días venideros. Integran el libro inédito Los amantes del acantilado (compuesto entre el año pasado y este, y está dividido en las dos secciones que se indican en paréntesis al final de cada texto respectivo). Como me suele pasar, es aún un libro solitario, caminando en busca de cómplice & lúdico editor. Mientras tanto son parte del aire, allí donde están nuestras más sinceras y hondas repuestas / abrazo, verano 013-014 / desde un inasible lugar del mundo / c.a.l.



 



 

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LOS AMANTES DEL ACANTILADO.
Dos poemas inéditos.
César Ángeles L.