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Perdón Epistémico en el Wallmapu.
Amor y política en "Wanglen y el Canto de las Flores" de Cristian Aurelio Antillanca.

Por Persus Nibaes
(Universidad de Talca, Talca, Chile)



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Resumen
Se rastrea la posibilidad o condiciones históricas de perdón epistémico en el Wallmapu desde la Cultura Política sobre el pensamiento de Derridá acerca del perdón y sus implicancias históricas, para el caso de la cultura mapuche a través del análisis del último libro del poeta Cristian Aurelio Antillanca y su libro Wanglen y el canto de las flores (Del Aire Editores, 2018) y el análisis de una Cultura del Perdón propuesto por Cristian Schumacher.

Palabras Clave: Perdón Epistémico, Wanglen, Mapuche

Abstract
It traces the possibility or historical conditions of epistemic forgiveness in the Wallmapu from the Political Culture about the thought of Derrida about forgiveness and its historical implications, for the case of the Mapuche culture through the analysis of the last book by the poet Cristian Aurelio Antillanca and his book Wanglen and the song of flowers (Del Aire Editores, 2018) and the analysis of a Culture of Forgiveness proposed by Cristian Schumacher.

Key Words: Epistemic Forgiveness, Wanglen, Mapuche

 

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El libro Wanglen y el canto de las flores de Cristian Aurelio Antillanca, (Del Aire Editores, 2018) llegó hace pocos días atrás a mis manos. El Poeta es mi amigo de muchos años y me regaló su último libro y yo le entregué y le dediqué El Levisterio, mi penúltima novela.

El Poeta estaba descansando y estaba contento entre sus fotografías de su Chaihuin querido. El golpe del mar sobre las rocas de Chaihuin y la playa y las estrellas a punto de caernos encima, son recuerdos que tengo de haber estado en la arena tibia entre varios poetas mapuche amigos.

Cristian Antillanca fue una puerta por donde entré al país mapuche y aprendí que conocerlo llevaría toda una vida, porque mi aprendizaje siempre ha sido lento y el país mapuche es enorme y complejo.

El Poeta estaba entre sus libros y cuarzos en una soledad poética de monje budista.

Antillanca ha leído budismo y eso me consta por su gran biblioteca y por sus versos. Wanglen, el canto de las flores es el producto de esa lúcida soledad y silencio. El Poeta Antillanca es silencioso y sabio, y los sabios siempre están solos. Me contó la experiencia que tuvo hace unas semanas cuando nos reunimos en casa de un chamán amigo. El relato de su experiencia fue muy conmovedor para mí y muy significativo, por lo que no se los puedo revelar en este escrito, porque es privado y alcanza para escribir otro libro sobre la percepción de las galaxias como gemas y lágrimas como sólidos, como si el Poeta fuera capaz de llorar sal y sintiera toda el agua del planeta como hielo. Esa sinestesia es parte conmovedora del Libro; Wanglen y el Canto de las Flores. En él, el Poeta describe un mundo creado por el canto. Concepción muy cercana a la forma que la cultura mapuche tiene sobre la creación del universo.

Hace unos días, en Berlín, Anahí Mariluán en una de sus exposiciones sobre la música mapuche, explicaba que para los mapuche, cantar es sagrado y daba el ejemplo de cómo la ciencia occidental y la música occidental han violentado a los seres humanos, idea con la que me siento muy identificado, excluyendo a las personas que no cantan bien del ejercicio de la música. Han privatizado la música solo para los que saben tocar bien.

La cultura de la competencia puso su ojo inquisidor y privatizador en las emociones que produce el cantar y relegó a un segundo plano a todo sujeto que no cante bien, en los cánones occidentales de afinación, entonación y temple.

Como si cantar fuera de los cánones, fuese prohibido para el que no canta bien, excluyéndolo de la ceremonia social del cantar y muy probablemente alejándolo de la gratitud emocional del cantar en grupo, de sentirse integrado. En cambio, Anahí, explicó que para los mapuche todos debemos cantar, pues cantar es una ceremonia social.

Para Antillanca, el canto es la forma en como la Tierra es capaz de crear la vida sobre ella. Esta idea de la creación a través de la música es conocida en la literatura universal, se me viene a la cabeza el Silmarillion de Tolkien en el que Eru Iluvatar crea el universo en colaboración de su coro de ángeles del cual Melkor es el ángel que desafina y crea lo oscuro y tenebroso.

En Wanglen y el Canto de las Flores, no hay oscuridad. Es un libro luminoso lleno de fotografías de flores de la Selva Valdiviana y parte de una saga de libros que continúa con los cantos de los pájaros. Sus poemas son un canto a la creación del universo hecha a través de la música. Los ríos les cantan a las quebradas y en su canto mutuo, germinan las flores y las plantas a su paso. Es un día luminoso y con poemas llenos de amor y una sensibilidad especial relacionada a la cosmovisión que la naturaleza nace del canto.

El poeta Cristian Antillanca es capaz de mostrarnos el camino del perdón y la gratitud, de la evocación del amor de madre a un amor de madre planetaria y un amor cósmico; "Con toda la ternura que tengo y que te debo/Este libro se abre para ti/mi amor eterno como el viento/en que viajan los cuerpos celestes/Mi hija Flor/Todas mis estrellas. (Antillanca 2018: s/n)

Al leer el libro siento que todos los seres humanos estamos conectados.

La sección con fotografías de flores comienza con una foto de una galaxia con forma de flor.

Me dijo; "me encanta la astronomía y esa capacidad de crear esas fotografías hermosas que nos muestran las formas de las galaxias. Esas fotos los astrónomos no las ven así, ellos reciben datos de radiotelescopios y con un software crean esas imágenes a partir de los datos. Estuve investigando un poco, -me dijo-, mientras me servía una copa de vino.

Me contó de su experiencia con mi amigo chamán y que no les voy a contar, pero que da para escribir otro libro, pues yo estuve presente en su viaje.

En Wanglen y el Canto de las Flores, hay una ternura que solo pueden comprender aquellos que son capaces de escuchar el canto de las flores y los pájaros y las galaxias. Él está convencido que el universo se creó a través del amor, el cariño y la ternura. Aún así en uno de sus versos dice:

“Yo soy Juan Pallante, soy Juan Pallante y latuwe/ después de años me nombro/y me renombro/después de años/más años/nazco. /He aquí mi cuerpo florecido/como un sol morado bajo la lluvia/me ves/hombre atad a mis ramos/la ligadura/con la fuerza con la que amas/ya viene Ella como tropel de caballos/manchados/por un camino polvoriento/ya viene/para dar la vuelta y volver/sobre el barro.” (Antillanca 2018: s/n)

Este poema, para mí, que me cuesta escuchar las canciones de las flores, sino que más bien ando pensando siempre en armar una guerra, es un poema político como primera cosa, pero en esa política de los linajes mapuche, de aquel kimun que se va transmitiendo por la sangre y el espíritu, y que es el conocimiento extenso sobre el universo que contiene la cultura mapuche y que renace. Por un mapuche que cae se levantan diez.

Ese kimun dice; aunque Juan Pallante muera, aunque Camilo Catrillanca muera a manos de Carabineros de Chile. Juan Pallante y Camilo Catrillanca van a volver a caminar desde el barro y sobre el barro. Porque Juan Pallante y Camilo Catrillanca son mapuche y son humanos y los seres humanos, aunque como yo no seamos mapuche, del barro somos y al barro volvemos.

Solo que a veces, algunas veces, las quizás pocas de las veces, contamos con un amigo llamado Cristian Antillanca que vive en Rahue Alto y fue criado en el lof de Chaihuin, donde cada cierto tiempo reúne a sus amigos poetas a leer y observar las estrellas en la playa temerosos del rugido del mar. Algunas veces cuento con este amigo que me explica en los poemas de su último libro, que a veces, en contadas ocasiones, el río baja cantándole a la quebrada y en su canto mutuo nacen las flores y pájaros y muy de vez en cuando, de las flores nacen seres humanos que son capaces de oír y registrar, escuchar y transmitir el canto de las flores, que una mañana de sol, el primero de diciembre, les compusieron al agua del río y le decían que el universo se había creado de un canto y que ese canto era una canción de amor.

Sonia Montecino y Catalina Infante, nos dicen en su libro "La Tierra del Cielo. Lecturas de Mitos Chilenos Sobre los Cuerpos Celestes" sobre la estrella Wanglen:

"Al principio de todo, cuando no existía nada de lo que hoy conocemos, ni la tierra ni los ríos, ni los pájaros que saltan entre las ramas, ni la llama del fuego ni el frío de la noche, el Padre del Cielo -que los mapuche llaman Wenu Mapu Chao- creó algo. Un espacio único, plano, infinito como un círculo, al que nombró Nag Mapu y que dejó suspendido en el aire. Buscó entre otras creaciones que flotaban en la nada y tomó a Wanglen, la estrella, para que habitara ese espacio. La depositó en el Puel Mapu, el Este, el lugar del inicio de la vida, y desde allí la joven comenzó a recorrer esta esfera infinita. Caminó lejos, tan lejos que llegó cansada y sudando hasta el Pikun Mapu, el Norte. Continuó avanzando y arribó aun más allá, al Lafkén Mapu, el Oeste. Allí se detuvo a reposar y sus pies sangraron de tanto recorrer. Pero ella siguió su viaje, casi sin fuerzas, llegó al sur, el Willi Mapu donde se detuvo a orinar.
A pesar de sus dolores y a pesar del agotamiento, Wanglen continuó su trayecto hasta retornar al punto donde todo había comenzado. Entonces, la estrella observó su recorrido y se maravilló; todo su sacrificio y cansancio se habían convertido en quebradas y montañas. Sus lágrimas habían formado vertientes y su sangre había mutado en ríos y lagos. Los árboles y el pasto habían crecido para que no le dolieran los pies; todo lo creado por Wanglen en su sufriente travesía estaba vivo. Y debía cuidarlo. Wenu Mapu Chao, orgulloso del trabajo de la solitaria estrella, quiso enviarle un compañero, y se decidió por un hermoso guanaco. Se enamoraron, como era de esperarse, la estrella y el salvaje animal, pero para su desgracia en el Nag Mapu no todo era paz. Un espíritu negativo se sintió atraído por Wanglen y se convirtió en humano para acosarla. El guanaco protegía su estrella caminando delante de ella, y luchaba ferviente contra la fuerza del mal, pero esta se escondía tras las piedras y desaparecía tomando su color.
El espíritu maligno siguió persiguiendo a Wanglen, pero la estrella insistía en que amaba al guanaco y que con él poblaría la Tierra. Furioso por el rechazo, el espíritu tomó la forma de una gran serpiente, a la que llaman Kai Kai. La culebra amenazó a la estrella con destruir todo lo que había creado. Así comenzó una lucha colosal desatada por la lluvia que lo inundó todo. Wenu Mapu Chao, el Padre del Cielo, envió entonces a otra culebra, Ten Ten, para que hiciera crecer los cerros e impidiera que todo lo creado se viera sumergido en las furiosas aguas.
Finalmente, Ten Ten venció a Kai Kai, pero antes de que la maligna serpiente se recluyera en el Minche Mapu -el mundo de abajo- maldijo al guanaco y lo condenó a que nunca más pudiera permanecer cerca de su amada estrella. Dicen que el Minche Mapu, este espíritu del mundo de abajo estará siempre mandando señales a las personas, como lo hizo con el guanaco y la estrella. Pero Wenu Mapu Chao, el Padre de los cielos, siempre se encarga de proteger su creación. Es por eso que puso al Sol para cuidarnos de día y a la Luna para que nos resguarde de noche. (Montecino e Infante; 2013, pp. 48-53)

El anterior cuento mapuche nos narra la versión genésica del mundo mapuche a través de la personificación de Wanglen en la primera mujer que caminó sobre la faz de la tierra, venida del cielo y depositada en el Puel Mapu o tierra del este, que para los mapuche es el norte, y que representa el lugar por donde nace la vida.

En el libro Wenumapu, Astronomía y Cosmología Mapuche, los autores Gabriel Pozo Menares y Margarita Canio Llanquinao, se rastrea el significado astronómico de la palabra Wanglen, a través de la recopilación e interpretación de diversos relatos mapuche a través de todo el territorio del Wallmapu, para comprender qué significado tienen las estrellas para su cosmología.

En resumen, Wenumapu (cielo) nos indica que por Wanglen se entiende tanto a las estrellas como a los planetas, las constelaciones o incluso las estrellas fugaces, en una especial relación territorial entre el observador mapuche y las estrellas del firmamento visible en el territorio del Wallmapu o sector sur del hemisferio sur.

El libro más allá de las diversas y complejas definiciones testimoniales del significado de cada cuerpo celeste en relación a las cosmología mapuche, nos da cuenta de la importancia cultural y simbólica que el cielo tenía para los antiguos mapuche, y principalmente y cosa muy importante, sobre su organización territorial en relación a la producción de recursos económicos ligados absoluta y profundamente a los periodos de fertilidad y de descanso biológico de la naturaleza.

Aquí introducimos una reflexión presente desde hace unos años en mis investigaciones, respecto de la relación del territorio y sus consiguiente capacidad productiva a los ritmos del tiempo de la naturaleza misma. Entendemos que el capitalismo ha alterado los tiempos de producción a través de la técnica de la industrialización de la producción y luego del consumo, alterando el ritmo biológico propio de la naturaleza.

En la cosmovisión mapuche los ciclos productivos de la naturaleza son anunciados por las diferentes Wanglen que se observan en el cielo, preparando a las personas para los tiempos de abundancia y escases, propios de los pueblos ligados a su tierra. El capitalismo en cambio ha creado la falta ilusión de un continuo proceso de producción y consumo, sin respetar las necesarias rotaciones de los procesos biológicos.

Es aquí donde en diálogo con el propio autor, hemos llegado a la conclusión que si es necesario alcanzar el perdón histórico a las atrocidades cometidas antigua y recientemente contra el pueblo mapuche, como el ejemplo de la muerte de Nicolasa luego de la inundación de sus tierras ancestrales y de su desaparición, pensamos que es posible que el pueblo mapuche perdone y construya una sociedad desde el amor de las flores, como metafóricamente habla el poeta Antillanca, pero este perdón basado en el amor, debe ser revisado y no ingenuo.


Sobre la posibilidad de perdón en el Wallmapu

Primero, podría comenzar por preguntar ¿Qué cosas perdonar? Desde el análisis del pensamiento político de Jacques Derrida sobre el perdón (Política y Perdón, 1999) y sus implicancias históricas para Latinoamérica revisadas desde la Cultura Política Colombiana (Chaparro y otros, 2007) vamos a revisar el caso de la cultura mapuche del Wallmapu y su historia de resistencia cultural en relación al perdón epistémico.

En el mencionado libro; Cultura, Política y Perdón; (Chaparro y otros, 2007), se revisan las definiciones de perdón desde la tradición cristiana católica a las relaciones entre individuos, comunidades y Estados. Las posibilidades de reparación en el contexto de una educación para la paz y la educación sentimental de los pueblos. La venganza y la vindicación como organización social histórica en el caso de las malocas mapuche. El perdón, en relación a la justicia y el valor. El perdón ingenuo y las categorías de delincuentes, guerrilleros y paramilitares. El deber de recordar, la transición política, la jerarquía de poder entre lo político y lo jurídico por sobre lo antropológico, el perdón y el sistema de normatividad para el caso del azmapu, el perdón como proyecto social.

Se plantea la hipótesis que consiste en suponer el libro del poeta Antillanca, como un texto que busca la posibilidad de perdón epistémico entre los pueblos que conviven en el Wallmapu como única conclusión posible de un proceso histórico que ha sido a la inversa, basado en la conquista, colonización e invisibilización del otro, pero que ahora pretende construir un futuro, comprendido desde el amor como una energía que emana del universo a través de Wanglen, las estrellas del firmamento y baja a la Tierra.

Para llegar al perdón epistémico a través del amor es necesario revisar al camino al perdón desde la otra vertiente, desde la vertiente del colonizador.

El perdón en la tradición Cristiana Católica es traumático y representa un nudo ciego para la conciencia de los pueblos colonizados como el mapuche, pues analizando el sistema de pensamiento cristiano, el perdón o la posibilidad de perdón, está relacionado en última instancia al perdón de Dios, y para nosotros desde una perspectiva analítica del ateísmo antropológico, Dios es un ente creado por la cultura y la imaginación de un pueblo. Dios al cual se le ha entregado una responsabilidad imaginaria. Hecho por lo cual, el individuo creyente es considerado un sujeto alienado, que le entrega su voluntad y su destino a un Dios que su cultura ha inventado.

Por lo anterior, descartamos de plano la propuesta de perdón desde la tradición cristiana, pues consideramos que si hay alguien quién debe y a quién se debe perdonar, es entre los mismos seres humanos, especialmente si es entre sujetos de diferentes culturas y que han tenido una larga historia de desencuentros, por llamar eufemísticamente a la expoliación del territorio y episteme mapuche.

Las relaciones entre individuos, comunidades y estados en relación al perdón son complejas, pues el Estado chileno es laico en el papel, pero todos sabemos que el poder de la Iglesia en la política chilena (y en la argentina) es determinante. Por lo que, si vamos a hablar de perdón, hay que tener en cuenta que la opinión política de la Iglesia es importante para la opinión pública, pues el cristianismo es la religión oficial del Estado chileno (y argentino), el cual, al no ser un Estado pluricultural, no reconoce las religiones y los dioses de las diversas otras culturas.

La religión mapuche nunca me fue enseñada en los colegios, aún habiendo nacido y sido "educado" yo en la ciudad de Puerto Montt, en pleno territorio mapuche, anteriormente llamado Melipulli, en el borde norte del Seno del Reloncaví.

Como podemos ver en relación a la religión, el tema del perdón en el territorio mapuche, está secuestrado por las autoridades que, desde Santiago (y Buenos Aires), dominan e intervienen un territorio que no es suyo.

Nos encontramos en un territorio víctima de una triple colonización histórica. En un nivel profundo el territorio mapuche fue colonizado por los españoles. En un nivel medio fue colonizado por los chilenos y argentinos y en un nivel reciente, el territorio fue colonizado por transnacionales capitalistas cuyo patrón general es el extractivismo.

El perdón, por lo tanto pensamos, no va a venir nunca por el lado del Estado chileno, ni mucho menos queremos un perdón relacionado a los valores cristianos. Tenemos que hacer un esfuerzo para pensar el perdón desde lo mapuche. En ese sentido, es que leí Wanglen y El Canto de Las Flores de Cristian Aurelio Antillanca, porque vivimos en tiempos en que es difícil pensar el perdón desde el amor.

Me da la impresión de que Antillanca, describe la creación del mundo a través del amor por medio de la música, pero a su vez, también nos va contando con el pasar de varios personajes, su historia personal. Por ejemplo, sus abuelos y los antepasados de los abuelos sabían leer el fuego:

“Entonces, escucho a mis abuelos y abuelas que dicen, dentro de ti habita el infinito, dentro de ti arde un fogón imperecedero, que es reflejo del fogón que dejaste. Ahí estamos hablando y hablan los más antiguos, ellos están comentando lo que dicen las lenguas del fuego: tienes que abrirte al mundo muchacho, muchacha, mirar los árboles, los musgos, los helechos, las flores, los corderos y los pájaros, el profundo cielo donde enjambran las estrellas. Abre tu corazón para que puedas hallarte en el intromolgen, la diversidad de la vida". (Antillanca 2018; s.p.)

Aquí encontramos una clave para pasar al perdón desde la poesía mapuche, y la clave es la palabra diversidad. De alguna manera, Neruda intuía el valor de la diversidad del lenguaje cuando en sus versos, respecto la riqueza del idioma castellano menciona: se llevaron el oro, pero nos dejaron el oro. (Neruda 1974; 24)

En esos términos debe ser posible el perdón epistémico. El perdonar al otro por habernos robado la episteme y habernos dado otra episteme, por que en el fondo, al hacer ciencia en este caso una herméutica diatópica, podemos aprender tanto de las ciencias occidentales, como de los conocimientos la sabiduría mapuche, lo que en términos epistémicos significa un diálogo de saberes y eso es lo que pretendemos lograr.

Las posibilidades de reparación, entonces, según los intelectuales colombianos consultados en el libro “Cultura Política y Perdón”, estaría asociado a una educación para la paz, centrada en educar los sentimientos. Habría que revisar, qué es lo que propone la cultura mapuche respecto a la venganza dentro del código del Azmapu, en relación a la tradición de los antiguos mapuche de maloquear.

De alguna manera, debemos perdonar desde el sujeto que se siente maloqueado por la cultura occidental o desde un pueblo que puede solicitar reivindicaciones históricas a un proceso de extractivismo que todavía no se detiene. Estamos hablando como el niño en medio de la golpiza de un padre que le dio la vida y cuyos golpes son necesario perdonar, porque el perdón está relacionado con nociones de justicia y de valor, por lo que es vital perdonar al padre.

Ahora la pregunta es; ¿el perdón desde el mapuche, va a ser un perdón ingenuo o va a estar sometido a una serie de reivindicaciones? No olvidemos que, los mapuche han sido llamados falsamente; delincuentes, guerrilleros o paramilitares. Sin olvidar que ambos estados, chileno y argentino se han comportado injustamente según estas categorías para con el pueblo mapuche.

Las transnacionales como Endesa España son los verdaderos delincuentes y cuentan también con paramilitares que, desde la ciudadanía trabajan para amedrentar, asustar y criminalizar al pueblo mapuche.

En ese sentido, debemos conocer en detalle los términos político-jurídicos que implican una reivindicación de los derechos territoriales mapuche. El derecho al agua, a la tierra y a la autodeterminación.

El libro de José A. Marimán, Autodeterminación, Ideas Políticas mapuche en el albor del siglo XXI, sobre la posibilidad de autodeterminación territorial real del pueblo mapuche, nos plantea una serie de problemas de ámbito sociológico que debemos responder.

No pienso que la respuesta la encontremos en un congreso de investigadores, pero debemos ser capaces de responder esta pregunta; ¿Queremos un país mapuche de tipo independiente y autónomo como todos los países que componen las Naciones Unidas?, o ¿Queremos un territorio mapuche con grados de autonomía territorial dentro de los Estado chileno-argentino?

Marimán indica, que esta definición es un problema dentro del propio pueblo mapuche, pues no está claro qué tipo de reivindicación territorial es la que se tiene como pueblo mapuche, pues el pueblo mapuche no cuenta con representantes de una sola unidad política. Lo que históricamente ha sido así y ha servido como estrategia para hacer más difícil su dominación.

Lo cierto es que, mientras la expoliación constante del territorio y la cultura mapuche continúe, el pueblo mapuche deberá seguir rearticulándose y recuperando su memoria y su cosmovisión.

Ya tenemos antecedentes que hay un poeta mapuche que, desde el amor, nos propone que el camino es la apertura a la diversidad y al respeto mutuo a través del perdón. Ahora ante la pregunta; ¿Qué perdonar? Pensamos en que es necesario un diálogo intercultural.

Propongo dejar en pausa los debates sobre autodeterminación del pueblo mapuche expuestos por Marimán, pues lo territorial, históricamente ha sido muy complejo de analizar en detalle, pues las demandas son muchas para abarcarlas en este ensayo y en vez de eso, concentrarme en una primera respuesta a la interrogante; ¿Qué perdonar?

Como bien plantea Cristian Schumacher en su artículo Hacia una Cultura del Perdón en el libro colombiano Cultura Política y Perdón (2007):

"El perdón es un acto íntimo que realizamos a título personal y en una estrecha relación con la persona a la cual perdonamos. Es cierto que el perdón así entendido requiere de una cierta cultura que regule lo íntimo. Pero incluso así, parece poco plausible pensar en el perdón como un acto político, que por definición ya no sería íntimo sino, de cierta manera, público. ¿De qué manera entonces se podría pensaren una “cultura política del perdón”? La respuesta a esta pregunta es difícil y para aclararla es provechoso remontarnos al inicio". (Schumacher 2007; 60)

En efecto, el autor se retrotrae al inicio de la historia:

"Entonces volver al inicio sin devolvernos en la historia sólo puede significar que debemos explorar las facetas de nuestra conciencia que no son racionales y encontrar en nuestra condición humana fuentes adicionales de renovación social". (Schumacher 2007; 65)

Esta reflexión nos lleva a un punto en común entre su pensamiento filosófico respecto del perdón y lo que interpretamos como el amor del perdón en Wanglen y el Canto de las Flores y la parábola detrás de la leyenda de Wanglen expuesta por Montecino e Infante. Si hay algo que perdonar a nivel epistémico, es la noción de la propia naturaleza y el lugar del ser humano en esa naturaleza en tanto naturaleza biológica, y esto es lo que está en juego entre occidente winka y pensamiento mapuche.

También lo explica Schumacher en su artículo; la primera y gran diferencia entre cristianos e indígenas, digamos la primera diferencia que debemos aprender perdonar es la concepción respecto de la naturaleza misma y dentro de ella, la concepción de la naturaleza humana.

Debemos aceptar que en el proceso de sincretismo cultural, tanto occidente como pueblos indígenas han aprendido el uno del otro, aún en diferentes condiciones de poder durante los diferentes estratos de tiempo.

Lo importante aquí de saber perdonar, es a través de una hermenéutica diatópica que posibilite el diálogo de saberes y culturas.

El perdón ingenuo no es posible en este caso y para eso debemos enriquecer una educación para la paz a través de la identificación de las diversas concepciones sobre la naturaleza misma y sobre la naturaleza humana de cada episteme enfrentada en la historia de la relación del pueblo mapuche con el mundo winka.

La primera y gran diferencia epistémica entre el mundo indígena y el cristianismo fue como bien lo indica Schumacher, planteada en la Controversia de Valladolid (años 1550-1551) entre las posturas de Fray Bartolomé de Las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda:

"Por lo tanto, no sorprende la solución planteada por Bartolomé de las Casas: los indígenas se encuentran en un estado de naturaleza anterior a la religión. Así, el proyecto político de la Conquista se convierte rápidamente en un proyecto de asimilación social a través de las misiones, y como efecto colateral nace el derecho universal de gentes". (Schumacher 2007; 63)

Esta reflexión es muy importante a la hora de alcanzar a dar un primer paso en nuestro camino del perdón epistémico.

Muchas han sido las asimilaciones de lado y lado de la Conquista. Españoles católicos han aprendido de los mapuche y los mapuche también han aprendido de los católicos, de ambas cosas no cabe duda, pero ante la pregunta ¿Qué perdonar? La episteme mapuche de respeto y veneración por la naturaleza y en esa naturaleza, la comprensión del ser humano incluido y parte de ella, me parece de una indispensable primera concesión.

El error histórico de la asimilación cultural por parte del winka estuvo en obligar a adaptarse a la episteme winka en términos filosóficos al sujeto mapuche, respecto a la naturaleza misma y a la naturaleza humana a través de la expoliación del lenguaje y el territorio. En los colegios y universidades winka se enseña por igual a sujetos mapuche y winka, que la naturaleza y el ser humano son sistemas separados, de hecho este es uno de los principios teóricos epistemológicos de las ciencias naturales y sociales winka, y esto es un error.

La concepción sacra de la naturaleza y del ser humano como parte de ella es sustancial para emprender el camino del perdón en el Wallmapu. Después podemos discutir y negociar la conformación de un territorio mapuche y cuales van a ser sus grados de autonomía respecto de los Estados chileno y argentino y su organización política.

Primero, debemos ponernos de acuerdo el mundo winka y mapuche que estamos en tiempos en que es necesaria una epistemología que devuelva a la naturaleza a una categoría pre-religiosa en sentido cristiano. Devolverle su categoría sagrada y dentro de ella al ser humano.

Si bien es cierto, que fue en la teología católica donde se llevó adelante por primera vez el debate sobre la naturaleza del indígena y por consiguiente de la naturaleza misma, fue la misma religión católica y su sistema misional, la que contribuyó a reemplazar la idea de una naturaleza sagrada para los pueblos ancestrales, por una concepción occidental sobre la naturaleza como un bien capital, en la cual el sujeto mapuche es muchas veces también considerado un bien con valor comercial y obviamente también esta consideración ha sido dada para su territorio.

El razonamiento Lascasiano es profundamente filosófico y económico. No es solamente una postura de cómo considerar a la naturaleza y al ser humano en la naturaleza en el contexto de la empresa de Conquista. Sino que además en sus alegatos en Valladolid, se presenta una idea que quizás nunca se entendió en ese tiempo en occidente, porque el proyecto moderno todavía no mostraba el declive biológico y ecológico de su lógica como si lo podemos evidenciar en pleno siglo XXI donde los océanos están llenos de plástico y basura y el ritmo de mortandad de las biomasa y la diversidad han marcado el inicio del Antropoceno, o de una era geológica en que la actividad humana ha alterado para siempre los equilibrios biológicos.

Los indígenas no son solamente seres humanos tal y cuales los españoles de la época se negaban a aceptar, sino que además en la episteme mapuche y de los pueblos indígenas americanos, la concepción de la naturaleza y del ser humano como parte de ella, es de vital reconocimiento en los tiempos que corren.

El proyecto moderno y el capitalismo neoliberal en su vertiente extractivita han fracasado rotundamente como filosofías sociales, ecológicas y económicas. Es de vital importancia tomar conciencia de aquello para poder iniciar un proceso de perdón en el Wallmapu. No podemos seguir adelante en las particularidades del perdón general, si no comenzamos por comprendernos mutuamente entre el mundo winka y el mundo indígena y me parece que esta primera concepción es vital.

Pienso que no puede existir perdón entre culturas y pueblos si no hay comprensión de lo más básico de sus fundamentos filosóficos y existenciales. Una concepción así de la naturaleza nos llevaría por un camino muy diferente del extractivismo económico y por otro lado de las relaciones sociales necesarias para construir una sociedad multicultural en paz.

Tanto Chile como Argentina están lejos de alcanzar este grado de conciencia política, pero no es un imposible pensar en lograr llegar a una conciencia epistémica de este tipo, pues nuestro vecino país Bolivia, ha avanzado mucho en este sentido, de reconocer constitucionalmente la multiculturalidad de su matriz como país. En este reconocimiento político se funda la posibilidad de diálogo entre culturas. El respeto por la naturaleza y al ser humano como parte de ella es el primer paso para la elaboración de unos derechos humanos multiculturales, basados en el vital amor que cada ser humano debe tener por la naturaleza y su propia naturaleza humana como parte de ella.

La lucha del pueblo mapuche por lograr que el sistema político de Chile y Argentina respete en sus políticas de desarrollo económico los derechos humanos y territoriales de las comunidades tuvo un momento de gran tristeza por su simbolismo, cuando se encontró el cuerpo sin vida de Nicolasa Quintremán a quién el poeta le escribe un poema:

"Nicolasa Kintreman[1] es una estrella flotando/sobre las tumbas ahogadas/de sus parientes/Sobre un Rehue y un río muerto". (Antillanca 2018; s.p.)

Lo cierto es que históricamente, Nicolasa fue una victima del extractivismo neoliberal del capitalismo español que en pleno siglo XXI, continua expoliando las tierras mapuche.

Aquí exponemos lo ocurrido según un diario español. Nótese la invisibilización que se hace del pueblo mapuche al nombrar a Nicolasa como una activista chilena:

"Hallan muerta a líder indígena chilena Nicolasa Quintremán. "Yo no tengo por qué salir. Muerta saldré de mis tierras, pero no viva", comentó muchas veces Nicolasa Quintremán, la líder pehuenche que junto a su hermana Berta luchó durante 10 años contra la construcción de la presa hidroeléctrica Ralco de Endesa.
Paradojas que tiene la vida. Fue en la presa del lago Ralco, finalmente construida, donde perdió la vida la indígena chilena de 74 años de edad. Después de extraviarse de su casa el pasado lunes, fue hallada sin vida al día siguiente flotando en el salto de agua artificial. Nicolasa sufría de serios problemas visuales, que podrían estar detrás del fatal accidente.
La 'ñaña', como se conoce a las mujeres ancestrales en la cultura pehuenche, siempre se opuso a la construcción del Ralco debido a la serie de expropiaciones que conllevaba, incluidas sus tierras.
Las primeras investigaciones, a cargo de Carabineros (la policía chilena) revelan que se trata de una muerte por asfixia sin intervención de otras personas. "Aparentemente resbaló, cayó al lago y ha fallecido. En todo caso, la causa precisa de la muerte va a ser establecida con el sumario que va a hacer el Servicio Médico Legal. Carabineros me informa de que a primera vista, y en base a la experiencia que tienen, el cadáver no presenta lesiones atribuibles a terceras personas", ha manifestado el fiscal Carlos Díaz". (Diario El Mundo, año 2003, s.p.)

Cómo podemos ver en esta noticia del diario español El Mundo, Nicolasa Quintremán murió en extrañas circunstancias mientras mantenía juicios oponiéndose a la construcción de la Central Hidroeléctrica Ralco de propiedad de Endesa España en su territorio ancestral, como parte de la organización Mapu Domu Newen (Mujeres con la fuerza de la tierra). El embalse construido para la Central Hidroeléctrica Ralco, no solo inundó las tierras donde vivió Nicolasa y sus familiares y sus ancestros, sino inundó para siempre la forma de vida de 7 comunidades mapuche pehuenche del Alto Biobío.

La discusiones de Nicolasa incluso llegaron hasta el Parlamento Europeo. También a la justicia chilena donde demandó a la Comisión Nacional del Medio Ambiente, pues la construcción del embalse además dañaba gravemente los cursos hídricos del río Biobío, y a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Pero su voz nunca fue escuchada, siendo inaugurada la Central Hidroeléctrica Ralco el 27 de septiembre del año 2004 inundando las tierras productivas, residenciales y patrimoniales de las comunidades mapuche pehuenche del sector. El cuerpo de Nicolasa fue encontrado flotando sobre el lago artificial que inundó sus casas, sus parcelas y sus cementerios. Esto no puede ni debe volver a ocurrir.



[1] La diferencia en el grafemario es del autor respecto de cómo lo escriben los medios.


 

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Bibliografía

- Antillanca, Cristian Aurelio. (2018). Wanglen y el Canto de las Flores. Del Aire Editores, Santiago, Chile.
- Barreno, Jorge. (2013). "Hallan muerta a líder indígena chilena Nicolasa Quintremán" En: Diario El Mundo, s.p.
https://www.elmundo.es/america/2013/12/26/52bc644b22601dc45a8b4589.html (Fecha de consulta: 13 de junio del 2019)
- Chaparro, Adolfo y otros. (2007). Cultura Política y Perdón, Editorial Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia.
- Derrida, Jacques. (1999) Política y Perdón (Le siècle et le pardon), entrevista con Michel Wieviorka, en: Le Monde de Débats, París. Traducción: Adolfo Chaparro.
- Marimán, José A. (2012). Autodeterminación, Ideas Políticas mapuche en el albor del siglo XXI. LOM Editores, Santiago, Chile.
- Montecino, Sonia e Infante, Catalina. (2013) La Tierra del Cielo. Lecturas de mitos chilenos sobre los cuerpos celestes. Editorial Catalonia, Santiago, Chile.
- Neruda, Pablo. (1974). Confieso que he vivido. Editorial Seix Barral, Barcelona, España.
- Pozo Menares, Gabriel y Canio Llanquinao Margarita. (2016) Wenumapu. Astronomía y Cosmología Mapuche. Ocho Libros Editores, Santiago, Chile.



 

 

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Perdón Epistémico en el Wallmapu.
Amor y política en "Wanglen y el Canto de las Flores" de Cristian Aurelio Antillanca.
Por Persus Nibaes
(Universidad de Talca, Talca, Chile)