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Ferias, becas, posgrados
“Siempre te creíste la Virginia Woolf”, Claudia Apablaza. La Calabaza del Diablo, 2011

Por Camilo Marks
Revista de Libros de El Mercurio. Domingo 27 de Mayo de 2012

 

 

 

 

 

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"Eso no es mi problema, el punto es que vine a buscar el sitio en que se alojó Sylvia Plath y Ted Hughes y no doy con él... No veo ahora los paisajes de Sylvia. No los veo, no veo a las vacas y a las mujeres que llevaban cacharros de leche. Dónde estará el sitio. Camino. Escondo el mapa. Camino. Me arrepiento de haber venido, me produce una gran repulsión y un gran asco. No sé cómo Sylvia Plath pudo estar aquí. Ni siquiera lo creo. Ted Hughes sí, ya que era igual a mi turista. De eso me he dado cuenta al llegar a esta ciudad horrible, que Ted Hughes es igual a mi turista, hacía los mismos gestos de ver desfilar a mujeres por avenidas y patios, y por lo tanto quiero sepultarlos a ambos, tal vez agarrarlos a ambos, ir a dejarlos a un pueblo fantasma".

Este fragmento pertenece a "Creo que te inventé en mi mente", último cuento de Siempre te creíste la Virginia Woolf, de Claudia Apablaza (1978), su segunda colección de relatos breves. El estilo de las once historias es sincopado, a veces machacón, calculadamente repetitivo, al modo de una pieza musical, de modo que al releer algunos pasajes, da la impresión de que hubiesen sido preparados con metrónomo. Y ello puede deberse a que Apablaza usa de manera deliberada la repetición como recurso literario para transmitir febriles y descalabrados textos.

La obsesión de la innominada heroína por Plath y Hughes refleja el ambiente literario y libresco, presente en todas las piezas del volumen y que se advierte en su mismo título. Una chica, estudiante de veterinaria, se ve de pronto atraída por la diégesis, es decir, la posibilidad de componer narraciones ("Poseída"); a otra, que es pedicura, la invitan a ferias en Guadalajara, Buenos Aires, Barcelona, Madrid y Frankfurt ("Estimada Señora"); una joven se mete en la Universidad Católica en "una fila de poetas y escritores y críticos literarios" y pasa a integrar "una fila de narradoras, una fila de poetas, una fila de académicas chupamedias" ("Soy"). En fin, tenemos encuentros con "los mejores escritores latinoamericanos vivos menores de treinta y tres años", con paseos por grandes acontecimientos culturales, agencias, becas, posgrados, viajes, festivales y suma y sigue.

¿Hay en la mayoría de estas breves ficciones una burla abierta o una sátira oblicua al ejercicio actual de la profesión de escritor y a la burda comercialización de la literatura? Desde luego que sí, pues Apablaza pone a sus personajes en situaciones muy ridículas, ávidos de figurar en los medios y obtener espurios beneficios, ansiosos por pasearse donde se les note y junto a gente importante, interviniendo en toda suerte de blogs, foros y sesiones fotográficas con tal de darse a conocer; y en la reivindicación de oficios o posiciones menospreciadas -limpiadores de wáteres, sudacas, turistas perdidos- o en los ascos y rechazos que expresan, cualquiera puede advertir una mirada corrosiva hacia la escenificación del mundo editorial.

Sin embargo, por más redundante que resulte decirlo, Apablaza es parte de ese mundo, ya que, además de las compilaciones de cuentos, ha producido dos novelas, un fanzine, obras alternativas y coordina trabajos de vanguardia hispanoamericanos para editoriales independientes. Por lo tanto, es imposible calificarla como una outsider, una marginal, una irreverente del establishment (por lo demás, también deja muy mal parados a quienes posan de tales).

En cualquier caso, Siempre te creíste... es, en términos generales, una buena antología. La caricatura, la tomadura de pelo inteligente, el tono cáustico son refrescantes, sobre todo cuando se exponen los tics y recetas predigeridas dentro de un territorio que muchos consideran sagrado.

El delirante "Consejos para una joven cuentista" -alusión directa a Bolaño- nos lleva a la conferencia de un famoso novelista que participó en reuniones con Mariana Callejas, cuyo nombre es un conjuro mágico cada vez que habla. Mientras tanto, los bisoños aspirantes, que obtuvieron el premio Chanchito Olmos, saben que son el futuro, "los únicos verdaderamente transgresores". "Happy birthday to me" tiene como protagonista a una mujer sola que prepara un pavo para su cumpleaños; la tarea se ameniza cuando piensa en las charlas que dará en las universidades de California y Miami y al notar al vecino que la mira: "Viejo pelao sapo, anda a sapear a tu abuela".

Siempre te creíste... pese a inevitables altibajos, confirma a Claudia Apablaza como una narradora de talento, divertida y, a la postre, muy poco subversiva.




 

 

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“Siempre te creíste la Virginia Woolf”, Claudia Apablaza. La Calabaza del Diablo, 2011
Por Camilo Marks
Revista de Libros de El Mercurio. Domingo 27 de Mayo de 2012.