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Entrevista con Carmen Berenguer:

“Lo que tiene que ver con el libro es un viaje real que yo ficcioné”

La reciente ganadora del Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, vuelve a la escena de las letras nacionales con “La casa de la poesía”, libro que se apresta a ser lanzado en la 28ª Feria Internacional del Libro de Santiago (Viernes 14 de Noviembre 19:30 hrs.). Esta publicación es un recorrido por el corazón de Valparaíso, donde los personajes, cuentos y mitos del Puerto se mezclan, dando como resultado esta travesía poética, que se da justo en el contexto del final de la dictadura.

Por Sebastián Barros M.
www.magoeditores.cl

“Lo cierto y temerario da que hablar y este utópico enigma sigue siendo el vals de Lucho Barrios, la balada del gitano Rodríguez, una caminata nocturna de Manuel Rojas, una challa en la Plaza Echaurren, de Edwards Bello y la descripción del lugar de fines de siglo, de Radriguet, construyen la epopeya de esta enigmática ciudad, a la que sus analistas la apodan como expresión simbólica de un estado existencial de derrota o del Este del Edén”. Este texto poético es una parte de “La casa de la poesía” y simboliza, más que nada, el imaginario que se ha creado en torno a esta ciudad-puerto, a través de distintos e importante autores nacionales.

El libro que Carmen Berenguer se apresta a lanzar en la Feria del Libro de Santiago, bajo el sello de MAGO Editores, es una vuelta a este imaginario creado, pero ahora, desde un viaje real que ella realizó: un grupo de poetas cruzando la noche porteña de la mano de una prostituta llamada Brenda. Esta travesía, está marcada a fuego por el ambiente cultural que se respira en Valparaíso, pero también por un contexto donde empezaba a emerger un nuevo país tras la vuelta a la democracia. Se siente un desencanto que recorre el relato.

Es la realidad encasillada como ficción, la vuelta a la base real, pero manejada, enturbiada o esclarecida, por la mente del escritor. Se podría decir, como forma de intentar catalogar el género, un documental poético.

- ¿Por qué publicar en solitario “La casa de la poesía”?
- Porque dentro del libro, si bien es una estructura completa, también hay capítulos que hablan por sí solos, como en este caso. Siempre tuve la intención de poder publicarla paralelamente, incluso pensé en otras partes de “Naciste pintada”. Aunque toda la obra está íntimamente relacionada, al mismo tiempo las partes son autónomas, tienen vida propia.

- ¿Qué es lo que hace interesante Valparaíso para ponerlo como escenario de tu poemario?
- Valparaíso siempre es Valparaíso, una ciudad importantísima. Yo creo que una parte de mi vida está ahí: viví, estudié ahí. Además mi madre vivió en esa ciudad, pasó mucho tiempo en una casona antigua de Playa Ancha, llamada “La casa de las palomas” y siempre me contaba historias. Mi padre la conoció ahí y tuvieron una gran relación de donde salí yo. Fui concebida allá, lo que no deja de ser muy importante.

- También está la parte romántica que se ve en tu libro….
- Lo que tiene que ver con el libro es un viaje real, que yo ficcioné. Fue una noche mágica, inolvidable para un grupo de amigos. Estábamos hartos conocidos, entre ellos, Bárbara Délano, una chica bellísima, hija del escritor Poli Délano, que era como la musa del Partido Comunista de esos años; Néstor Perlongher, un poeta argentino muy interesante, poco conocido en Chile; Pedro Lemebel, Francisco Casas, que se hicieron conocidos como las “Yeguas del Apocalipsis”; Anita Ferrer, con la que éramos compañeras de hacer cultura en los bares; Juan Dávila, el pintor que hizo ese famoso Simón Bolívar travestido, por el cual Venezuela puso un reclamo.

- Con la imagen de esa pintura parte el relato…
- Claro, así comienza. Esa noche había mucha carga, mucho cruce, fue realmente espectacular. Todo ocurría en el mismo momento: la cultura, las preguntas, lo que iba a ocurrir, nuestra incertidumbre con el futuro, todo era novedoso.

- ¿Ahí aparece Brenda, el personaje principal de tu relato?
- Todo este grupo de gente estábamos en el Barrio Chino, no sé cómo llegamos ahí, tú sabes, la juerga de la noche. Ahí fue donde la conocimos. Después nos invitó a su casa, que quedaba en un barrio bravo de algún cerro. Estuvimos bailando, conversando, haciendo vida hasta muy tarde. Surge así la historia de Brenda, que yo quise contar y además la relacioné con un encuentro que hubo de poetas en Valparaíso, que fue a principio de los noventa, en el cual nos preguntaban, ¿Cómo va a ser el poeta de esta década? Estábamos saliendo recién de la dictadura, empezando a vivir otra vida.

- Llevándote un poco a tus recuerdos, ¿Cómo fue ese primer encuentro con Brenda? ¿Cuándo se te ocurre escribir sobre ella?
- La verdad no tenía ni remotamente pensado escribir sobre ella, para nada, simplemente cómo ocurrió, cómo fue sucediendo, cómo vislumbré muchos cuadros en esa noche. Se me fue apareciendo una especie de película. La situación de que se hiciera amiga nuestra, que fuéramos para su casa con su cafiche. Todo esto era parte de conocer un submundo.

- Todo iba significando cosas…
- Entonces yo hice una ficción de esa realidad, que es lo que a mí me interesa hacer este último período.

- También hay mucha analogía con la noche, en el sentido de estos personajes que se oscurecen, a los cuales cuesta verles la cara…
- Es que todo es la noche. Nosotros salimos de la casa de Brenda a las seis de la mañana y nos fuimos bajando por los cerros sin querer ver el día. Fue realmente para recordar, como te decía una noche mágica. Recuerdo que en el bar que conocimos a Brenda, hasta había un par de detectives metidos en el medio, pero lo increíble es que estaban de juerga también. Afuera del bar a un tipo le cortaron la cara. Los carabineros abrían y bajaban la cortina, sin que les pareciera importar mucho lo que pasaba. Todo estaba dado. Por eso hago una analogía con esos lugares que ha conocido Hemingway, esas noches violentas, que tanto le gustaban. Pero también hay una especie de desencanto por lo que vivíamos, el deseo de estar en los límites, de no darte cuenta en qué lugar estás.

- También en tu libro están presente los imaginarios, lo que para mí se sintetiza con la frase “América no la inventé yo”…
- Cuando escribo esa frase, para mí es hablar un poco de la ficción también, de cómo mezclarla con la realidad. Como lo hace Truman Capote, uno de los más grandes expositores de este género. Hoy se da mucho esto en los documentales, que al trabajar las formas y al hacer una invención basada en la realidad, vas haciendo de esa base real una mirada personal, en el sentido de que puedes idear cualquier cosa a partir de un hecho.

- Tú citas muchos autores que escribieron cosas sobre Valparaíso, crearon un imaginario, ¿Esto que hablamos se podría vincular con esas historias? 
- Hay tanto relato propio de acá, que tú puedes trabajar con eso. Mucha gente habla de la identidad, no sólo del Puerto, sino latinoamericana. Yo creo que la identidad es más bien una identificación que un lugar fijo. Es lograr que a través de una pluma, de una película, de un testimonio, uno se acerque. Tiene que ver con la mano de los autores que están llevando a cabo una obra y que no es algo inventado fuera de lo real. A eso es lo que me refiero yo con “América no la inventé yo”: un juego propio que hago yo con lograr un imaginario, inventarlo.

- ¿Cómo esta idea de chilenidad?
- Claro, pero no propiamente, porque, ¿Qué es la chilenidad? Mucha gente se fija en ciertos elementos o cierta raíz de lengua, por la cual toda una comunidad se siente identificada. Pero más que nada es una invención personal. Los chilenos nunca saben qué quieren ser, siempre buscando parecerse al de afuera. En cambio algunos de los narradores que voy nombrando en “La casa de la poesía”, como Manuel Rojas, Nicomedes Guzmán, toman elementos muy propios de acá. Por eso aparecen, porque me interesaba armar personajes chilenos y qué mejor escenario que Valparaíso.

- En una parte también aparece Juan Luis Martínez, un poeta poco reconocido en su momento…
- A mí él me interesó mucho por su poesía. Lo conocí en Viña cuando los dos éramos muy jóvenes. Después no supe más de él, hasta que leí “La Nueva Novela”, aunque en un primer momento no asocié su nombre con el del autor. Era un personaje bien especial el “loco” Martínez. Ese día que hubo el encuentro de poetas, que yo te comentaba que relacioné con la noche que conocimos a Brenda, hubo una escena bastante particular. Yo estaba en un grupo de poetas y ahí pido un aplauso para él, y nadie aplaude, apenas lo miran. El problema fue que Juan Luis buscaba la individualidad, cuestionando nociones estables de la literatura, creando su propio mapa, mientras toda esta patota eran puros copiones. Ahí me despedí de esa gente.

- Es que, a mí modo de ver, estos estadistas de la literatura, que quieren mantener siempre las mismas formas, son los que se molestan si uno rompe…
- Es que sin ciencia experimental no hay ciencia. También se puede trabajar mucho con la especulación, pero ya viste la cagá que quedo con la especulación económica…

- Pensando en esta forma que está escrito el libro, que es muy novedosa, podríamos decir una prosa poética, ¿Te estás constantemente preguntando como romper un poco con la forma?
- Siempre estoy creando, buscando. Creo que una de mis características es intentar crear nuevas formas de lenguaje, de escritura, no hacerlo de la misma manera. Por eso juego en “La casa de la poesía” con poner en cuestión toda esta estructura narrativa tan establecida.

- ¿Crees que los autores jóvenes hoy hacen eso, romper con lo establecido?
- Sí, las nuevas generaciones tienen la impronta de mucha gente que hizo una renovación literaria. Hay mucha gente joven buscando a través del cine, de la visualidad, que es muy interesante. Los chicos buscan distintas formas, hay más libertad también. Ya no es, “parte pegando un golpe en el mentón y termina con otro golpe en la guata”. Esas son formas, pero digamos que Cortázar hizo un gran quiebre con eso: “La noche boca arriba” -cuento del autor argentino- es eso: está todo dado vuelta.

- Y ahora más contemporáneamente, por ejemplo Bolaño…
- También, pero hay cosas de él que ya se habían hecho aquí y a esos autores nadie les dio pelota. Muchas veces viene alguien de afuera y es una maravilla. A lo mejor a él le quedó mejor.

 

 

 

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