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Fatalidad poética
Antología 1973 - 2014. Claudio Bertoni / Editorial Lumen, Santiago 2015
Por Pedro Gandolfo
Revista de Libros de El Mercurio, Domingo 1 de marzo de 2015
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En 1987, en el diario La Época, el poeta Enrique Lihn firmó una nota crítica con ocasión de la edición de El cansador intrabajable (1973, 1986) la primera obra de Bertoni, escrita en dos fases y allí reunida en un solo libro. Se citan los fragmentos más sobresalientes:
"...'El silencio en el mundo/del arte' (versos de Bertoni). Haría falta una definición del silencio como locuacidad e incluso estridencia o aullido, para entenderlo como lo entiende este poeta que es músico, que es un fotógrafo; y todo ello porque es un practicante de lo que llamó Kerouac 'un género de vieja y nueva locura poética Zen'. [...] Su poesía hecha de fragmentos de un diario incesante - work in progress - de un implosivo, explosivo y acumulativo proceso de maduración, calla porque se mueve, casual y libremente, en el mundo de las relatividades ('...del revoltijo y la mentira'), negándose a la falsedad de la trascendencia y de ciertos saberes fraudulentos. Excomunión de la pedantería, destierro de la gravedad, color local cambiante a tono con sus obsesiones errátiles, egotismo del antiego, cachondeos del goliardo que hace la alquimia de la delicadeza con los ingredientes fecales del lenguaje".
Ante todo, es admirable, otra vez, el buen ojo crítico de Lihn (y la calidad de su prosa), quien, con precisión, profundidad y método, describe nítidamente el "programa poético de Bertoni", formulado hace casi treinta años, programa que el poeta parece haber ido, con fidelidad, llevando a cabo hasta hoy. La penetración y sutileza crítica de Lihn tiene como contrapartida, entonces, la continuidad y la consistencia poética de la obra de Bertoni, pero lo importante es, más que constatar esa consistencia, intentar aproximarse a ese "acumulativo proceso de maduración" al que se refiere Lihn.
En efecto, en No queda otra, el último volumen de Claudio Bertoni, se disciernen, en mayor o menor medida, los rasgos poético que Lihn definió ya para su obra en ese perspicaz texto. El libro reúne en tres partes, tituladas "Cuaderno Miércoles 12 Febrero 2014", "Cuaderno 27 Marzo 2014", "Cuaderno Sábado 5 de Abril 2014", un conjunto disímil de elementos desde frases oídas a la pasada, poema breves, aforismos, fragmentos poéticos y citas de autores. En este sentido se asemeja bastante a Rápido antes de llorar. Cuadernos 1976-77 (Ediciones UDP) y A quién matamos ahora. Cuadernos 1972-1973 (Ediciones UDP), en cuanto a que su poesía se apuntala y se halla cara a cara con lo que nos acaece más inmediatamente, y es expuesta de modo fragmentario y con gran apertura formal. La poesía no puede, en la visión del autor, ir a buscarse a un más allá de lo que compromete íntimamente al poeta en su estar día a día en su mundo. Si ahí, en ese espacio de la proximidad vital, no se da un acontecimiento -por extraordinario que pueda parecer desde el ángulo de la "doxa", de la opinión común, del saber establecido-, no cabe entonces en el poema, salvo como impostura, y en la práctica poética de Bertoni, la sinceridad es un axioma intransable.
En No queda otra se advierte un movimiento de extremo ensimismamiento, aunque no querido, sino vivido como fatalidad. El poeta parece existir y vivir su cotidianidad varios pasos hacia adentro de sí mismo. Lo público, lo social, el mundo de la polis y sus conflictos y pasiones se encuentran ausentes, apenas rozados allá en un verso. Los otros, la familia, los amigos, los seres conocidos son vagas presencias, fantasmas huidizos, nombres y figuras que, desde el pasado, vienen como recuerdos dolorosos o acuden desagradables. El poeta de este libro atraviesa arduamente lo cotidiano en busca de pequeñas epifanías, remansos, oasis, ligeros y fugitivos episodios de paz, belleza y calidez en una marcha solitaria que los años hacen cada vez más dura.
En la soledad creciente de este ensimismamiento, el círculo próximo es el cuerpo, su propio cuerpo desde luego, el único que importa, el que puebla sus versos con sus exigencias y malestar. La enfermedad, la vejez que asedia, el cansancio de llevar un cuerpo son los focos primarios de atención de estos poemas. Pero más adentro se asoma, silenciosamente, la conciencia misma del poeta, su estado de ánimo oscuro, oscilante entre la resignación y la lucha, sus dudas y contradicciones, esa inquietud irresoluta que nunca cesa, el desconsuelo del "vivir cansa", esa hipersensibilidad ante el mundo que arrastra de Pessoa, que el poeta busca curar mediante su huida hacia adentro, pero de cuya pérdida a la vez se lamenta, porque es la fuente de sus versos. "Proceso de maduración", sin duda, que en la forma se traduce en despojamiento, llaneza y libertad. Pero hasta aquí la crítica, porque, como dice el autor: "¿Como puede la huidiza universidad del crítico desmenuzar un contrahecho pero vivo librito?".