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Carmen Berenguer:
"Hay una manera de 'ser' hombre que es puesta en cuestión hoy"
Por J.C.R.
Publicado en La Segunda. 14 de Agosto de 2018
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En los 80 fue una figura provocadora y clave en la incipiente vanguardia nacional. Poeta, cronista y artista visual, Carmen Berenguer ha estructurado una obra que combina materiales diversos, desde la crítica cultural y la experimentación en las formas hasta un contenido político que cuestiona al mercado como articulador de las relaciones sociales. En 1983 publicó su primer libro, "Bobby Sands desfallece en el muro", que marcó un hito en la poesía femenina en Chile, desde la vereda de la resistencia a la dictadura. Otros de sus libros fundamentales son "Huellas de siglo", "A media asta" y "Sayal de pieles", este último editado por Francisco Zegers.
Ahora prepara un nuevo libro, que incluye crónicas suyas escritas desde los 80. Explica. "Dan cuenta de ese movimiento contracultural que fue tan heterogéneo en su conjunto. Mi relato parte de los amigos con los que me tocó convivir una historia despiadada con un patriarca brutal. Fue un tiempo desgarrador, difícil de escribir, en el que cabe mostrar momentos de lo acontecido".
Además, trabaja en un libro de poesía, "cuyo sentido es mi experiencia de mi cánceextrapolado a la violencia que eso significa en el cuerpo y el pelo; poemas que ya se han publicado en revistas literarias latinoamericanas, México, Perú, Estados Unidos".
—Comenzaste a publicar en los 80, como parte de una generación muy vinculada a la new wave, la danza, el pop, lo experimental. ¿Ves cosas en común con las nuevas generaciones que han impulsado las luchas feministas?
—Es relevante que el feminismo acuse recibo de los 80, de los 60, de los 40, de los 20 y antes y mucho antes; el siglo pasado y el principio de éste. No obstante, los movimientos traen consigo renovaciones, pues son otras generaciones, con saberes de la historia del patriarcado dentro de otro contexto: en una economía antihumana, neoliberal. Todo eso, con el obligado análisis del feminismo desde la Beauvoir hasta Lacan. En Chile es obligatorio leer desde Berta Flores hasta Julieta Kirwood. Hay mucho que anotar, sin embargo. Esta es una revolución de revisión estructural del comportamiento social y cultural de la masculinidad.
—¿Hata qué punto podemos hablar del machismo en la poesía? ¿En qué situación consideras que están las poetas/ poetisas actualmente en Chile?
—El abuso del patriarcado en la mujer no es ajeno a la y las que escriben. Lo hemos recibido de tantas maneras; una represión por medio del poder que le ha otorgado la misma cultura, en que el autor es siempre masculino, autorizado de su firma y palabra. No es ninguna novedad que ha habido una asimetría literaria leída desde un canon sospechoso y nacionalista; aumentado y corregido del canon occidental y falogocéntrico. Ese poder patriarcal, ha sido tan poderoso desde la Iglesia hasta el pódium de la palabra crítica y autoritaria en Chile. Ha actuado en dos versiones: una de ellas es el poder masculino que sentencia la escritura de la mujer. Y en ese mismo sentido, es la misma mujer que refuerza la masculinidad, aplaudiendo a su poeta de moda, cosa que finalmente es su propio suicidio literario.
—¿Cual es tu posición frente al lenguaje inclusivo?
— "El lenguaje, ese desconocido", como escribió Julia Kristeva. Y cito: "Tal vez podríamos decir que si el Renacimiento sustituyó el culto del Dios medieval por el del Hombre con mayúscula, nuestra época lleva consigo una revolución no menos importante al eliminar todo culto, puesto que está cambiando el último, el del Hombre, por un sistema asequible para el análisis científico: el lenguaje". El hombre como lenguaje, el lenguaje en vez del hombre: esto podría ser el gesto desmitificador por excelencia hoy en el Chile actual. Como caída, como su caída a partir de la reflexión y ruptura, en el lenguaje utilizado como supresión de una manera de ser hombre que es puesta en cuestión hoy.
Rescate de una tradición: desde Brunet a Eltit
Berenguer se hace parte de una tradición feminista, diversa y fecunda. "Estamos insertos en una comunidad global, por lo tanto nuestro desafío es producir textos que relaten nuestra existencia. Para eso está la letra, y ha estado presente en Chile, por ejemplo, en el ensayo. Actualmente poco se lee a Jaime Lizama, entre muchos otros, o las reflexiones de Raquel Olea, crítica feminista. También menciono a Gilda Luongo, Soledad Bianchi, Olga Grau, Kemy Oyarzún y Alejandra Castillo, importantes autoras de ensayos".
Al mismo tiempo, le interesa relevar una historia de escritura narrativa, desde el punto de vista de la mujer, muchas veces olvidada o condicionada a un lugar secundario. "Hay una gran tradición en la mujer narradora. Marta Brunet, que relata al huacho como figura de un Chile terrateniente abusivo y medieval; María Luisa Bombal, quien nunca fue reconocida en Chile por su obra precursora para un análisis que refleja la invisibilidad de la mujer por medio de la niebla, la bruma nacional como metáfora. Y hoy, Diamela Eltit, absolutamente imprescindible, a la hora de leer el Chile de estos años en su narrativa y que merece por su renovación formal en la narrativa actual el Premio Nacional".
Respecto de esto último, propone la paridad de géneros y reparar la discriminación histórica, con una apabullante presencia masculina entre los ganadores: "Pensemos que los premios, si existen, deben de hoy en adelante estar a la altura y corregir las ausencias de muchas autoras y para ello es importante modificar su estructura institucional desde dentro; en la paridad de jurados, por ejemplo. Pero no solo eso, sino su corrección de instalar lo que es el Chile actual diverso, sin olvidar su historia y su supremo pueblo originario. De esa manera, dejar el exitismo y elitismo de lado. Y en ese sentido, el feminismo actual es un gran aporte".