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Carmen Berenguer, BOBBY SANDS DESFALLECE EN EL MURO
Edición del Autor, Santiago de Chile, 1983
Por Eduardo Briceño
Publicado en El Espíritu del Valle, N°1 Diciembre de 1985
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He plantado ya la bandera
de Irlanda en los acantilados
libre mar de mi celda
(Ultimo día)
Para abordar la obra de Carmen Berenguer, el lector debe manejar algunos antecedentes extraliterarios que lo introduzcan en el mundo poético propuesto por el hablante lírico. En efecto, el poemario está dedicado al pueblo de Eire. Pero las intenciones de la autora, así como el testimonio del mismísimo Bobby Sands, rebasan, como suele ocurrir con las grandes obras, el marco de la intencionalidad declarado.
Bobby Sands, personaje histórico coetáneo a la autora y eslabón de una sarta de suicidas heroicos autosacrificados por la libertad de Irlanda, aún con su conciencia plena, escribe:
Mañana es el undécimo día
y hay un largo camino que
recorrer.
Alguien podría escribir un poema
de las tribulaciones del hambre.
Yo podría, pero ¿cómo terminarlo?
Efectivamente el hecho concreto que punza las entrañas de Bobby Sands es el hambre. Y, en ese sentido, la construcción poética del poemario es ejemplar. La literatura española dio origen a innumerables obras que desarrollan en diversos grados y circunstancias, el motivo del hambre: baste el recuerdo de El Lazarillo de Tormes. Sin embargo, la estructuración narrativa de esta obra, fue pensada como motivación vital. Es decir, Lázaro vive para aplacar su hambre; su cosmovisión se funda desde este hecho. La obra de Berenguer, por el contrario, invierte el proceso, a través de la configuración poética de una conciencia libertaria. Bobby Sands se deja morir de hambre para seguir viviendo en la conciencia de la humanidad.
No es fortuito, entonces, el paralelo de conciencias que queremos establecer. Para el lector latinoamericano, el hambre es un hecho cotidiano de sus vidas, no una bandera de lucha, o el referente que motive e impulse a causas mayores. Para la conciencia europea, que por el desarrollo económico-social desconoce la escasez, el no consumo aparece como una actitud excepcional que los conmueve hasta la raíz de los fundamentos esenciales de su forma de vida. El motivo del hambre es un cuestionamiento eficaz y terrible de sus utopías.
La dedicatoria no es inofensiva, ni excluyente. Por el contrario, es una bofetada en el rostro. ¿Acaso no estamos acostumbrados a dedicar nuestras obras a la noviecita, a la amistad, a la fiel esposa, o a cualquier ser que, generalmente, nada tiene que aportar a la obra misma? La actitud del hablante lírico, en el caso que analizamos, es denunciadora, comprometedora. Forma parte de la simulación poética.
La conciencia estructuradora no se refiere a nadie en particular y a todos, al mismo tiempo. ¿Quiénes son el pueblo en Eire? La actitud lírica nos envuelve a todos pasando por sobre el nacionalismo y fronteras inútiles. La experiencia poética deshace con la palabra, estos engendros, hermanándonos en el dolor.
El epitafio, de autoría de Bobby Sands, nos inserta poéticamente en la circunstancia concreta, en el espacio y en la conciencia lúcida del sujeto lírico. La elección de esos seis versos es otro logro importante de Carmen Berenguer. Los elementos básicos de su obra basados en el epitafio, permanecerán incólumes e inclaudicados durante el plan poético trazado:
Epitafio
Estoy esperando la alondra
que en Primavera lo es todo
para nosotros.
Ahora en mi lecho de muerte
sigo escuchando aún a los
negros cuervos.
La conciencia poética de este condenado a muerte por voluntad propia, a riesgo de condenarse y cerrarse las puertas del cielo y de la vida eterna, ejerce su opción por el libre albedrío proclamado por el cristianismo.
En una conciencia que, debilitada por no alimentarse, filtra la realidad circundante a través de sus exacerbados sentidos: Quiere escuchar el canto de la alondra, heraldo de la Primavera, símbolo de florecimiento vital.
Pero los cuervos negros, célebres avecuchas de la muerte, hacen sentir sus graznidos.
La perspectiva del condenado es horizontal. Sólo avizora el cielo de una celda hecha por manos de hombre. La certeza de que no verá la luz floreada de la Primavera, no le quita valor a su opción.
Sin embargo, el hablante lírico vacila en su decisión (Yo no lo quise amada Irlanda) y prefigura en los cuervos todo lo que no es naturaleza (Entran en los Jardines / y lo destruyen todo).
El recurso estilístico de numerar los días de agonía es de una fuerza lírica y dramática incontenible. La determinación del primer día, en el proyecto poético es simbólica: día once (es doblemente uno).
Resulta cabalística, también, la distribución de los días restantes. Pasada la cuarentena, ya no interesa identificar con certeza los días; para la conciencia en disolución ya los días son iguales. Por eso, el hablante básico habla de día 45, Séptima semana, o vuelve a repetir el día 45.
Terminado el día 10 e iniciándose el 11, a la usanza del Antiguo Testamento. Bobby Sands avizora que su fin sea el inicio de una composición poética. Labor que cogió Carmen Berenguer.
El día trece muestra la amalgama con que el hablante lírico crea las objetividades de sus versos: el elemento físico imperioso que da cuenta de la vida nutriente (la garganta, la lengua, los ojos, el humor vítreo, las cuencas vacías, los labios, el estómago, la cara, las entrañas, los dientes, el cuerpo, etc.); frente al elemento cultural que acompaña el itinerario de la conciencia en apagamiento de Bobby Sands (el sol, los jardines, Belfast, el pan, la risa, las calles, el campo sembrado, el maíz, la masa, el silencio, el tapiz, el block H, los labios pintados, un vaso, unos barrotes, etc.).
Los ojos los ojos
de qué sirve el pasto
en los jardines
El humor vítreo
lleno de cuencas vacías.
En tal sentido, el hablante lírico realiza sutilmente un paralelo poético entre una idílica escenografía de Irlanda en que, Bobby Sands por su ansia de vivir, sobrevaloriza la naturaleza en abierta confrontación con la civilización-ciudad-urbanidad y la letra mitológica-mágica del Himno Nacional de Chile:
Día 26: Débil veo el campo
. . . . sembrado
. . . . el maíz en la copa de los cerros
(... y tu campo de flores bordados...)
Día 30: Débil llega el mar
. . . . hasta mi cuarto
. . . . meciéndome
. . . . entre sus algas dedos
(... y ese mar que tranquilo te baña...)
Día 31: Puro mar es tu aroma
. . . . en mi cuarto
. . . . Son tus fauces dientes
. . . . es tu espuma la roca
. . . . que tapiza tu cielo feraz
(Puro Chile es tu cielo azulado / Puras brisas
te cruzan también / y tu campo de flores
bordado / es la copia feliz del Edén...)
El paralelo ironiza cruelmente la situación poética comprometida. En efecto, el hablante lírico, en una segunda lectura, nos compromete subliminalmente.
La situación poética, a partir del día 14, aproximadamente, objetiva la exterioridad del sujeto lírico: conceptualiza la realidad.
El proceso de demolición física se parcializa a través de elementos vitales de lo que rodea al doliente.
A partir del día 34 el discurso se hace directo, cambiando a primera persona. Las aprehensiones, los valores, el manifiesto harán carne del verbo.
Los fundamentos cristianos —vida pura— se imponen en tan trágico trance. La esperanza de vivir junto a la sospecha cierta de que todo termina, y la utopía de derrotar a la violencia de la pólvora con la paz, no son suficientes: él debe dejar la actitud contemplativa de lado y ponerse en acción; enfrentar la violencia con un acto violento, aunque sea contra su propia integridad. Bobby Sands desfallece en el muro privilegia por sobre otros grandes valores cristianos, el del amor por los demás. Sólo el amor salvará el alma en peligro de Bobby Sands.