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Engendros de papel:
«Sayal de pieles», de Carmen Berenguer
Santiago,  Francisco Zegers, 1993, 58 págs.

Por Kemy Oyarzún
Piel de leopardo: revista de literatura, crítica y arte: N° 5, octubre 1994-marzo 1995


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"Se soltó de su casta y de su carne"
Gabriela Mistral


En algún momento Don Quijote evocó con nostalgia que en la Arcadia se hablara "simple y sencillamente", "sin malicia" ni engaño", sin "mezclas".

¿Cómo hablar en estos tiempos, tan lejanos de la "verdad y la llaneza'? ¿Cómo inscribir una mayor flexibilidad de los géneros sexuales en el seno del orden patriarcal? La lectura de Sayal de pieles (Francisco Zegers Editor, Santiago, 1993), cuarto poemario de Carmen Berenguer, se genera a partir de esas interrogantes.

Julieta Kirkwood afirmó que aún en las sociedades más "modernas", los géneros operan como sistema de castas. ¿Incluirá esta democratización que tan tímidamente se esboza en Chile, espacios y dispositivos para escuchar a las mujeres y las marginalidades desde sus propias orillas?

Hasta aquí el habla mujeril expresa malestar en el seno de los signos y tenderá a dislocarlos. La propia Carmen Berenguer escribe desfigurando: genera cambios de género, número, sintaxis, léxico, fonías, afonías, cacofonías.

Entre el "hablar natural" que añora el Quijote al trizarse la Arcadia y el "hablar difícil" de muchas mujeres de hoy media el derrumbe de unas cuantas "arcadias": marginalizaciones insidiosas, cooptaciones, múltiples carencias, mapas invisibles de miseria en la utopía del libre mercado latinoamericano, despojo de bosques y mares, desapariciones y escamoteos institucionales de verdades.

No privilegio el "hermetismo" como única modalidad de lo marginal. Defiendo el derecho a la más plena libertad en la búsqueda de identidades y formas escripturales: disensiones, estropeos de código, disonancias, polifonías. No sólo lo consensual es real.


Arcadia y Basural: (Pos) Modernidades Periféricas

Sayal de pieles opera el tatuaje sobre el cuerpo micro y macro social. Pero el tatuaje (escritura = papiro de pieles) es doble: corte sobre la piel y sobre las confecciones culturales. Nombrar/nombrarse es nombrar las pieles, los piélagos, las pieles, los cueros, las charquis. Bajo un pliegue, otro y otro. Dobleces culturales, identidades múltiples, dúctiles y mudables; cambios de pieles y cambios de registros.

Se produce un texto como quien produce un engendro: fraude a lo natural y a los aparatos ortopédicos del poder sobre los cuerpos. La escritura grafíca un proyecto fallido —aunque estéticamente productivo— por escribir el cuerpo. He aquí lo imposible/posible: escribir la marca, el tajo, la bolita, la verruga, las "dermatitis seborreicas", "coral de herpes", ronchas, "herposa papilomas pilosas", carcinomas, sida.

Máquina médica y máquina escritural: dos máquinas de corte y sutura. Luego las máquinas se separan. El discurso médico opera una cosmética de la muerte, oculta tras las taxonomías y los cortes quirúrgicos. La ciencia interecta los cuerpos en el Nombre del Padre. Dime qué enfermedad tienes y te diré cuán marginal eres.

Hacia el final del texto: cirugía plástica: se (d)enuncia el intento por borrar las manchas de la muerte y la miseria (en el consumo Eros es vanidad). Sayal de pieles se vuelca contra la cosmética. Aquí Eros es Tánatos La muerte enganchada a la vida: verruga cancerosa, trágico fichaje del sida, la propia sarna urbana, Trastierra latinoamericana.

En este poemario, "el mapa no es un territorio". La escritura no es un lugar: fuga de puntos, grafías y símbolos sobre una tierra también escurridiza. Tierra de nadie, trastierra, desechos: "cajita leserita". La arcadia quijotesca desembarca en un basural: natura enlatada, cultura envasada: "Salados en latas quedos/ enlatados en latas quedos", "damascales sufurosos/pehuén sufro".

La palabra de Berenguer no es nunca lisa: granos, granas, salpullidos, esporas. No hay pieles sin rastros, sin marcas, sin sus propios artefactos de memorias. Sayal de pieles va manchando el espejo de las superficies lisas: dice "no" al lenguaje ortopédico. Otra piel, otra cobertura, otro desliz, otra tintura. El espejito lacaniano en su paso por la trastierra latinoamericana descubre siempre una "basurita en el ojo" del cerrojo. El texto de Berenguer erotiza, estetiza y (d)enuncia los despojos.

Al final de Sayal de pieles se produce un engendro de identidad trizada y múltiple: cuerpo más allá del edipo. En vez de una auto-imagen completa, una fuga de identidades: más cueros que cuerpos. El texto subvierte la identidad del varoncito de Occidente: este no es un espejo jubiloso que ficcione una imago única, indivisible. Aquí en lugar de pavura, se celebran las diferencias, los cruces, las mezclas. Texto y engendra son híbridos, marginales, "tiznados": "pigmento oscuro no otro, más que oscuro": "crin sufroso el sayo que lo cubre y tizna".

Entonces Sayal opera un retorno maquínico del cuerpo sin órganos (lo reprimido) en la identidad del Occidente. Sin mamá/papá. Sin representaciones reconocibles, desterritorializar partes, fragmentos, cueros y sayales. Para ello, Sayal se apropia de la "máquina ritual": el tajo, el tatuaje, marcas "naturales" sobre la piel. Esa máquina estropea el ropaje cosmético de la cultura envasada de la (pos)modemidad latinoamericana. Afloran la "carnada rolliza" oculta, el "verde luche", el "gangocho carnal". Se inscribe un doble imperativo: "danzen las charquis" y "zarpe la espalda de la esclava".

¿Cómo hablar lo que aún no está inscrito en el orden patriarcal? El inconsciente no habla: sopla, marca, hace cortocircuitos. Sayal interrumpe los códigos antropocéntricos y mascultistas, pero comunica —que duda cabe—. Intenta poetizar la zoosemiótica, la biosemiótica: no todo lo que suena ha de estar registrado en el Logos de Occidente. Al cerrarse el texto, la engendra no bien parida ha sido territorializada, colonizada. Se pierde la batalla por nombrar lo innombrahle, pero queda el carnaval, la chispa fugaz y dislocada de la escritura. Este texto de Carmen Berenguer da cuenta de un imaginario mujeril en gestación.

 

 



 

 

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«Sayal de pieles», de Carmen Berenguer
Santiago, Francisco Zegers, 1993, 58 págs.
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