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Juegos Florales, de Vladimir Rivera Órdenes: Escribir es la consigna
Emecé Cruz del Sur, 2017
Por Cristián Brito Villalobos
Periodista y magíster en literatura
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Estudiantes ávidos por la lectura y la poesía. Jóvenes que son atraídos por la literatura de una manera total, donde ésta es parte habitual y fundamental de sus vidas. Alumnos de la Escuela República de Cracovia se reúnen en un compromiso a secretas donde la lealtad se supone es fundamental. Vladimir es el personaje principal, quizá un heterónimo de su autor, y quien lleva gran parte de la narración de los hechos. Vladimir es inquieto y siempre está buscando libros y leyendo. De hecho, es un habitual en la biblioteca de la escuela. Recaredo es su principal rival y quien ostenta la mayor cantidad de galardones y premios por su poesía. “Juegos Florales” es la reciente novela publicada por Vladimir Rivera Órdenes en donde se exhibe un mundo, infantil en ocasiones, en donde la seriedad recae en la producción literaria de los personajes. Vladimir es un niño inquieto y por sobre todo un gran lector al igual que su amigo Roberto y de Recaredo, su eterno rival. Estamos frente a una novela de formación, donde se plasma con gran detalle lo que podría ser los inicios de cualquier escritor en nuestro país. Para Vladimir la poesía es vital, tanto en su vida como en la manera en que se relaciona con su entorno. Es así como cree ser el hijo imposible de Vicente Huidobro. Esta y otras cualidades lo convierten en alguien misterioso y extraño cuyo único gran anhelo es ser un escritor reconocido, un poeta, así como muchos de los que habitan en su ciudad. Es un niño que crece pero que sin embargo se mantiene en el mismo curso al parecer por un nivel de autismo que lo aqueja. Su padre es una figura ausente y además un connotado poeta que se presenta como un fantasma, tal como Recaredo, que a pesar de ser dos años menor que él va en el mismo curso. Rivera construye una historia con un tiempo particular y propio, donde los ambientes son lentos y pausados. “Juegos Florales” es una novela interesante por cómo se narran las acciones, donde el personaje principal es siempre el eje central. Se trata de un texto ambicioso que a pesar de su brevedad –tiene 196 páginas- consigue mantener la atención del lector. Narrada prolijamente, estamos frente a un volumen llamativo y que habla de lo que significa ser escritor, de cómo siente el artista y sobre cómo se enfrenta a su incierto destino. Es una novela envolvente, que atrapa y donde la soledad puede considerarse como una condena o una bendición.