Tu enfermedad será mi maestro es la nueva apuesta literaria del autor vicuñense
Se trata de uno de los autores más interesantes y originales de las letras chilenas. Cristian Geisse Navarro (1977) vive en Vicuña y desde allí ha dado forma a una robusta obra literaria con títulos como: Ñache, Pobres Diablos, Ricardo Nixon School, Sapolsky, entre otros. Hablamos de un narrador que sigue sus obsesiones, su sed de conocimiento, para luego crear literatura. Y eso ocurre en Tu enfermedad será mi maestro, publicada por la prestigiosa editorial Random House. El volumen trata sobre un hombre (él) que es testigo del deterioro de su madre producto del alzhéimer. Para escribir la trama Geisse leyó a una serie de autores que mezclan literatura con ciencia, así llega a la lectura de Robert Sapolsky y de Oliver Sacks. Fue este último su principal guía. Sacks fue un neurólogo y escritor británico divulgador de la ciencia, sobre todo de lo relativo a su especialidad.
En esta entrevista Cristian Geisse nos habla sobre los orígenes y el propósito de este texto, entre otros temas.
—¿Qué nos puedes adelantar sobre la trama de Tu enfermedad será mi maestro?
—Tu enfermedad será mi maestro es un libro raro, pero fácil de leer. Es un libro que habla
de la muerte y habla de la vida. Habla de mi madre y de la enfermedad. Habla del
Alzhéimer y del Covid. Habla de la forma en la que nos convertimos en quienes somos y
las formas en las que nos transformamos y desaparecemos. Habla de la realidad y de la
manera en la que configuramos la realidad. Habla de la irrealidad y las alucinaciones y los
sueños. Habla del doctor Sacks y de Oliver Sacks. Habla de científicos y brujos. Y de la
vez cuando unos genetistas fueron a probar la ayahuasca en el Amazonas. Y de la vez en
que un investigador, prestidigitador y criminólogo tomó venganza en contra de un
hechicero. Y de la vez en que fue a ver unos demonios en Haití. Y de asuntos similares,
que parecen delirantes, pero son absolutamente reales. Y a pesar de que son
absolutamente reales, forman parte de este libro que debe leerse como una novela, una
novela narrada casi como una conversación con los amigos.
—¿Cómo se genera tu interés por la ciencia y cómo ésta convive con la literatura?
—Esto ocurrió cuando escribía Sapolsky. En esa novela indagué sobre la naturaleza animal
y biológica del ser humano. El ser humano como un simio. Un simio que sabe hablar y
hace poemas. Y así indagué sobre el poeta como un neurocirujano. Es decir, ahí
comencé a hacer estas conexiones. Y me di cuenta de que había mucha literatura en los
escritos científicos. Y que había científicos que tenían talento literario. Me enteré que
Kepler había escrito una novela sobre un viaje a la luna. Y me enteré que Coleridge había
sido amigo de Davy. Y que Goethe adoraba a Humboldt. Y que Humboldt escribió libros
tan bellos que fascinaron literaria y científicamente a gente como Darwin. Y comprendí
que Darwin tenía dotes de novelista. Y recordé que por mucho tiempo no se sabía si Las
enseñanzas de don Juan era antropología o literatura. Y que La familia Sánchez funciona
como una magnífica novela. Y supe que Stephen Hakwings había escrito libros para
niños. Y me encontré con que Richard Feinmann era un asombroso narrador oral. Y de
pronto apareció Oliver Sacks. Y Alexander Luria. Y Stephen J. Gould. Y entendí que la
ciencia también puede ser literatura de máxima calidad.
—¿Cómo surge este libro?
—Últimamente me lo preguntan bastante, y casi siempre tengo que mentir. O disfrazar la realidad, porque no tengo una certeza real sobre el asunto. Sí recuerdo una conversación
con mi primo Osvaldo en la que me contó que mi tío Fernando había vivido en una
especie de universo paralelo mientras estaba entubado por el Covid. Conversación que
me llevó a otro recuerdo: alguien me había contado que un amigo había sido un cuatrero
cordillerano mientras había estado en esa misma situación. Que ese amigo me estaba
buscando porque en su viaje hacia adentro se había encontrado con el diablo. “Acá hay
algo” debo haber dicho. Y vivía en ese momento, extasiado por la lectura de Oliver Sacks,
cuyos libros me llevaban a otros libros y esos libros a otros libros. Libros que hablan en
general de la forma en la que esta realidad nuestra no solo es más extraña de lo que
imaginamos, sino que es incluso más extraña de lo que somos capaces de imaginar.
Libros que además me han ayudado a comprender la enfermedad de mi madre, su
proceso de transformación. Libros que me hacen mejor persona. Libros que expanden mi
conciencia. Y quise escribir de todo eso, en forma un poco desordenada, pero tratando de
transmitir asuntos alucinantes que me dejaron los ojos y la boca abiertos de asombro. Yo
creo que me salió bien.
—¿Qué opinas de otros escritores que han basado libros en la ciencia, como Jorge Volpi o Benjamín Labatut?
—A Jorge Volpi no lo he leído, pero por lo visto es un pecado mío no conocerlo. Espero tener en algún momento la oportunidad de hacerlo. A Labatut le he leído dos novelas. Y recuerdo haberme sentido completamente deslumbrado por la primera parte de Un verdor terrible. Me dije: si esto sigue así, es que estoy frente a un genio. En todo caso mi proyecto personal no está amarrado a la ciencia. Aunque es de esperar que la ciencia sea siempre un asunto literario. Y está ahí ahora y seguirán apareciendo libros después y ya habían aparecido libros mucho antes. Te menciono por ejemplo el caso de Eric Goles que tiene estos libros hermanos, Una especie de zumbido en la cabeza y La conspiración de Babel, uno es un libro de divulgación y el otro una novela. Tomando en cuenta que Goles es un premio nacional de ciencias exactas, ese tipo de intento debiera recibir más atención de la que ha tenido.
—¿Qué te parece el estado de la literatura actual en Chile?
—No creo tener un panorama claro. Hace poco leí Diablas de Carla Retamal Pacheco y quedé loco. Se me agrandó Chile. Y no solo geográficamente, porque está situada en Alto Hospicio, sino por todo lo que revela. O sea que siento que se me agrandó la realidad chilena. Tanto la nueva miseria que nos rodea, como los aparatos burocráticos que permiten que todo siga igual. Si es un primer libro es súper buen primer libro. Muy valiente, ambicioso, muy logrado. Me encanta la idea de que salgan libros así. Pero estoy bastante al debe, porque mis propios proyectos me tienen leyendo otras cosas. Igual quiero apostar por la provincia. La mitad de la población de este país está en Santiago, el resto vivimos desperdigados en la inmensidad del territorio. Pero quiero pensar que es una ventaja. Amplifica, profundiza, entrega una nueva visión. Tanto la poesía como la narrativa producida en provincia está dando muestras notables de la calidad de los proyectos de la gente que ha elegido vivir lejos del centro. Carla Retamal, por darte un ejemplo, gestó su novela allá en el norte grande. Y creo que su novela ilumina aspectos cruciales de nuestra identidad. Pero además ahí habita gente como Rodrigo Ramos Bañados, Podestá, Rolando Martínez, por mencionar apenas unos pocos de los que están dando mucho de lo mejor de nuestra literatura desde esos lugares lamentablemente tan apartados. Esto se repite tanto para el norte como para el sur.
—¿Crees que Tú enfermedad será mi maestro marca un punto de inflexión en tu carrera de escritor?
—Ojalá que sí. Y ojalá también sea un punto de no retorno. En todo caso me cuesta pensar en términos de carrera para lo que hago. No creo ser un profesional. Tampoco un aficionado, claro. Estoy buscando una imagen acertada para esto que me sucede o que deseo me suceda. Es posible que esté loco. Espero mantenerme lo suficientemente desquiciado como para no abandonar mi esperanza de convertirme en algún momento en un artista. Y también lo suficientemente lúcido como para conseguirlo. El artista que pretendo ser no necesariamente quiere tener una carrera ni ser un profesional. Quizás más bien desea transformarse en un monstruo hermoso, digno de ser admirado, como una aparición, o un animal fabuloso. Alguien, no alguien, algo. Algo que provoque vértigo deleite. Algo extraño, pero que necesitábamos profundamente. Algo sin nombre. No sé, ya se me ocurrirá la imagen exacta.
—¿En qué estás trabajando actualmente?
—Tengo un proyecto sobre viajes. Voy a terminarlo dentro de poco. Tu enfermedad será mi maestro es un viaje hacia adentro. Tengo otro que es un viaje hacia afuera. De ése no tengo la seguridad que valga la pena publicarlo. Y ahora, dentro de muy poco, voy a subir al Cerro Tórtolas a dejar libros a una pequeña biblioteca en el refugio que queda ahí, a más de 5 mil metros de altura. Ése es un libro sobre un viaje hacia arriba y hacia abajo. Está muy avanzado. Espero terminarlo después de subir, bajar y hacer brotar mi propia cordillera hecha de lenguaje.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Cristian Geisse: “Me di cuenta de que había mucha literatura en los escritos científicos.
Y que había científicos que tenían talento literario”
Por Cristián Brito Villalobos