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El otro tiempo, de Daniela Acosta: “Mensajes personales”
Libros La Calabaza del Diablo, 2016
Por Cristián Brito Villalobos
Periodista y magíster en literatura
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Una joven viaja y deja a sus seres queridos en Chile. Dentro de la soledad de su periplo a Argentina, la protagonista, de quien se desconoce el nombre, comienza a enviar una serie de mails a su amiga Ana. Esta correspondencia, a pesar de ser apenas respondida, la continúa enviando permanentemente. En ella le cuenta cada una de las actividades que realiza, al mismo tiempo que escribe sobre reflexiones sobre su exilio y sobre lo que la vida le ha deparado en su nuevo hogar. Asimismo, en cada correo la protagonista escribe una serie de reflexiones en torno a diferentes tópicos. A pesar de ser un extenso monólogo, “El otro tiempo” no cae en reiteraciones innecesarias, por el contrario, son estos textos los que configuran y dan vida a la novela y reflejan el carácter de la actante. La novela, que podríamos clasificar como epistolar, responde a un diario de vida, a un testimonio sobre una nueva etapa iniciada, así como a una serie de pensamientos sobre las personas, la sociedad, el amor y la soledad. Es un año y ocho meses lo que se extiende esta correspondencia. El tiempo pasa rápido, donde los personajes no ocupan un lugar trascendental. Cabe destacar que la protagonista es la que elige su destino, como irse del país, y así transformarse en migrante en otra ciudad. En ese tiempo trabaja en un call center, además desempeña tareas que demanden poco tiempo y que le permitan vivir tranquila. En “El otro tiempo” Daniela Acosta realiza un ejercicio tan común en la actualidad como enviar mails a personas cercanas. Son estas confesiones las que dan pistas del mundo interior de la protagonista, de sus miedos, sus desafíos y de conclusiones sobre la nueva vida que lleva. “El otro tiempo” es una novela que, a pesar de su brevedad, se extiende ampliamente en los detalles sicológicos de la personaje, lo que permite hacerse una idea de cómo es esta muchacha y de cómo sobrevive en un mundo que le es ajeno pero del que se apropia gracias a la escritura. Para ser la primera novela de su joven autora Daniela Acosta (1982) la obra está bien construida, escrita de manera fluida, lo que mantendrá la atención del lector a lo largo de sus 106 páginas.
