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El motel del voyeur: Una mirada cómplice
Por Cristián Brito Villalobos
Periodista y magíster en literatura
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Una obsesión por mirar a los demás sin que adviertan su presencia. Ver qué hacen, cómo son en la realidad, acceder a sus vidas íntimas y sexuales y así satisfacer una extraña fuerza. En El motel del voyeur, el destacado periodista y escritor norteamericano Gay Talase, narra la historia de un sujeto que, a propósito de su libro La mujer de tu prójimo, le cuenta a través de una carta cómo desde su infancia ha tenido una insaciable curiosidad por espiar la vida de los otros. El escritor no deja pasar este hecho pues ve en él un tema del cual escribir. Gerald Foos, junto a su mujer compran un motel especialmente adaptado para espiar a los pasajeros. A medida que investiga averigua que en el siglo XIX ya se había escrito un diario voyerista, lo que aumentó aún más su interés por el tema y por las anotaciones de Foos. La lectura del diario lo estremece. En él se describe con detalles a cada uno de las parejas que se registra mientras los observa desde una rejilla del techo creada a la perfección para sus propósitos en el motel Manor House. Entre las cosas que anota, le llama profundamente la atención el sexo entre lesbianas, al que considera más honesto. O los veteranos de Vietnam con sus piernas amputadas o seriamente dañados que intentan tener sexo y valerse por sí mismos. En una oportunidad el Voyeur, como se describe en tercera persona en el diario, observa a un sujeto comer pollo sobre la cama y limpiarse manos y boca con la colcha. Su enojo fue tal que le gritó un insulto. El pasajero miró a todas partes desde donde pudo haber venido el grito, pero luego lo deja y vuelve a comer. Ante esto, Foos decide controlar sus emociones. Asimismo, presencia un femicidio, pero por su posición guarda silencio. La presencia del Talase se devela tras un reencuentro con Foos. El escritor decide llevar el Diario del voyeur a libro donde, aparte del asunto central, se reflexiona sobre la condición humana y la vida en sociedad. Foos sabe de las apariencias, los miedos, la felicidad y el horror, a través de anotaciones sobre centenares de personas sin que estas jamás lo supieran, y con ello Talase da vida a una lectura inquietante donde es imposible no sentirse interpelado.