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        La buena educación, de Amanda Teillery : Buscando la libertad
          Editorial Emecé, 2019. 157 págs. 
        
          Por Cristián Brito Villalobos
          Periodista y  magíster en literatura
          
          
          
        
          
            
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La infancia  como gran telón de fondo de un pasado reciente. Una amistad entrañable, de esas  que marcan las vidas hasta la adultez y que, como casi todas, se gesta desde un  sentimiento genuino que se fortalece con el paso del tiempo, hasta que se  rompe, así como se quiebra la vida que llevamos debido a los diferentes caminos  que se siguen y las decisiones que se toman. En La buena educación, Amanda Teillery (1995), narra la historia de  una amistad que protagonizan Sofía y Rosario. Estudian en un colegio religioso  y conservador, factor que se opone al comportamiento osado y atrevido de  jóvenes que exploran su vida cayéndose y levantándose constantemente.  Cometiendo errores que se juran nunca volver a hacer en esa necesidad de hallar  algo, pero de todos modos vuelven a errar, debido precisamente a esa búsqueda de  aquello que no se sabe bien qué es, pero que las mueve a seguir una vida que  sienten en ocasiones no es suya, en especial Sofía, que desde el inicio de la  narración se nos muestra como una chica diferente al resto de sus compañeras.  Introvertida, con gustos distintos y hasta más sofisticados, y una mirada de la  realidad, del amor, tal vez más realista o quizás más madura. En este impecable  libro, la autora nos presenta una historia honesta que al mismo tiempo sirve  como testimonio de una realidad presente hasta el día de hoy. En la novela  existe una fuerte carga emocional, factor que se refleja en la sicología de los  personajes, especialmente en Sofía, una chica que vive una vida errática para  poder calzar en un molde falso, rígido y agobiante. Un alma en una jaula. El  manejo de los tiempos es un recurso que Teillery domina a la perfección, con  relatos que se intercalan temporalmente y que sirven como guía desde el pasado  para dar vida al presente del asunto. La  buena educación es mucho más que una novela de iniciación, es la  radiografía de un país dividido y trizado en su sistema de desarrollo. En definitiva,  estamos frente a un excelente libro que abre una puerta a un mundo hermético e  inclusive cruel. Una lectura muy recomendable.