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Estampas de niña, de Camila Couve: un pasado presente
Por Cristián Brito Villalobos
Periodista y magíster en literatura
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Textos escritos como mensajes ocultos tras el velo de la adultez. Un periodo que parece lejano pero que está más presente y latente que nunca. Una niña que vive en un entorno en donde el arte, el amor y los deseos, se mezclan para generar un universo pequeño, pero en donde cabe toda la memoria. En Estampas de niña, primer libro que se publica de Camila Couve, se exponen 67 relatos breves. Fragmentos que en su conjunto dan voz a una historia íntima sobre la infancia. En este mundo existen mentiras que nunca son descubiertas de padres que transitan en una turbulenta estabilidad de un país golpeado por la dictadura. La niña que protagoniza cada una de estas estampas está inserta en un difícil periodo de la historia, no sólo del país, sino que además dentro del seno familiar donde se produce un quiebre profundo. La autora no esconde ser la hija de Adolfo Couve, reconocido pintor, y de Marta Carrasco, ilustradora y escritora de libros infantiles. Ambos están siempre presentes. La niña, asimismo, debe convivir con sus propios fantasmas, ángeles y demonios. En cada una de las escenas que componen este breve libro se describe, aparte de los hechos que se desarrollan, el fondo social configurando una vida que parece estar siempre al borde de explotar. Si bien es cierto que no podríamos calificar al texto como una novela tradicional, de igual forma cada uno de sus fragmentos permiten al lector hilvanar una historia mayor que en gran medida se asemeja a un relato único. En Estampas de niña se alojan imágenes, una sobre otra, que a veces avanzan y otras retroceden en un constante ir y venir en el tiempo del discurso. La infancia, ese extraño lugar, es explorado hasta sus más mínimos e inexistentes rincones sin exagerar, pero tampoco haciendo una alegoría a una felicidad irrepetible. Una de las cualidades más destacables del volumen es la belleza que se despliega en cada texto, como si cada uno de esos relatos fueran dibujos que, al juntarlos con los otros, dieran vida a un gran cuadro. Estampas de niña es en gran medida un puzle donde cada pieza desempeña un rol fundamental para dar origen a un solo gran paisaje que no es otro que los recuerdos de un periodo decidor y vital. Con Estampas de niña la autora concibe un libro armónico, bien narrado y que sugiere a Camila Couve como una autora que hay que seguir leyendo. Es de esperar que este sea solo el inicio de una carrera que desde ya se perfila muy auspiciosa.
