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«Todo es personal», de Simón Soto: Un mundo personal
Ediciones Universidad Diego Portales
Por Cristián Brito Villalobos
Periodista y magíster en literatura
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Un escritor enfrentado a sí mismo. Son sus fantasmas los que le obligan a escribir este diario, que comienza desde la última vez que consumió alcohol, cuando la selección chilena de fútbol disputó la final de la Copa Confederaciones. Ese es el punto de inicio de Todo es personal, diario escrito por Simón Soto, donde el autor da cuentas sobre su tratamiento psiquiátrico para dejar el uso problemático de la cocaína y el alcohol. El texto abarca desde el 8 de julio de 2017 al 20 de septiembre de 2018. En cada una de las entradas, todas fechadas, el también guionista habla sobre la debacle que vive la industria de la televisión y la angustia que esto le provoca, la incertidumbre laboral, la vida en familia con su pequeña hija y mujer, la vida en el barrio, muchas lecturas, series y sueños. Es en lo onírico donde la narración se desdobla, dando vida a textos únicos e individuales. Escenas confusas que se intercalan a lo largo del volumen como breves paréntesis. Todos intensos. En el libro desfilan un gran número de personajes, muchos de ellos reconocibles, del mundo literario y de la televisión, principalmente, que es el círculo donde Soto trabaja en el aquí llamado Canal 12. Pero también hay un desgarro del autor, en que se desnuda frente al lector, y sin tapujos ni dobles lecturas se critica a sí mismo hasta un nivel de crueldad. Sus críticas a los demás son también durísimas. Su refugio es la lectura y la escritura de manera sagrada. Cita a una gran cantidad de autores, donde destaca Tolstói como fuente inspiradora. Arriesgado es hablar de uno mismo, pero en este diario, que también puede entenderse como una novela autobiográfica, Soto demuestra que la literatura está en todo, y que desde cada suceso se puede extraer material de escritura. Es también un arrojo de valentía del escritor mostrar de manera tan nítida su vulnerabilidad. La sintonía que logra el relato es amena, Soto sabe desplazarse a lo largo del texto. Conoce de las pausas y ritmos. Sin duda estamos presente a un libro inquietante, visceral y profundo. Un volumen que ratifica a su autor como una de las voces narrativas más interesantes de su generación.
