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Tragar el sol: El arte de escapar
Por Cristián Brito Villalobos
Periodista y magíster en literatura
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Un profesor universitario, en plena clase, pierde los estribos y agrede a un alumno. Entonces decide irse. No sólo dejar su trabajo, sino que enterrar los buenos y malos recuerdos. Dejar todo lo poco que tiene y viajar a Miami, sin retorno, siendo su destino final Tampa, Estados Unidos, que es la única ciudad que conoce fuera de Chile. Él se desenvuelve en el mundo del arte. Pinta, pero hay algo que le falta para crear una obra realmente valiosa. Ese algo puede ser el aura. Entonces se dedica a enseñar. La historia luego cobra el curso lineal hasta desembocar en el final que es anunciado al inicio. El universo artístico es expuesto como un espacio cerrado y destinado a aquellos más talentosos y esforzados, donde surgen colectivos que se empeñan en exponer y, ojalá, vender sus obras. Un cuadro es comprado por una hermosa mujer con la que se genera un fuerte vínculo, relación que no llegará más allá de una amistad. Su carrera se fortalece cuando es contratado para hacer clases de artes plásticas en una prestigiosa universidad. Los compañeros de trabajo son personajes cultos y preparados para dictar sus cátedras, la mayoría de las veces, exigentes y muy ilustradas. Un alumno que pretende saber todo interrumpe constantemente la clase, es entonces cuando el docente sale de sí mismo y lo enfrenta. Es ahí donde todo explota. Primero arroja a la pared su celular que había contestado en medio de la clase, para luego cogerlo por el cuello frente a todos los demás alumnos que observan incrédulos. Finalmente, el profesor, luego de un largo viaje, llega a Tampa, en búsqueda de algo, lo que sea que lo haga desprenderse de su pasado, y así escribir un nuevo capítulo. Tragar el sol, de Patricio Jara, es una novela breve pero contundente. El manejo de los tiempos, así como una narración pulcra y cuidada, son sus principales virtudes. Con personajes enigmáticos y excéntricos, Jara construye un relato entretenido, rápido de leer y sumamente envolvente. Una lectura que reafirma a su autor como uno de las mejores plumas de nuestra literatura.
