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Ramos electivos, de Mauricio Moyano: Memorias prematuras
(Ril Editores, 2019)
Por Cristián Brito Villalobos
Periodista y poeta
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Ramos Electivos (Ril Editores, 2019) es un libro de cuentos sobre historias comunes y corrientes, sin embargo, en su texto como debutante del género, Mauricio Moyano logra concebir un volumen de relatos breves, bien escritos y en donde la autoficción está presente, como en la mayoría de los libros publicados por autores chilenos en el último tiempo. Debo aclarar que la autoficción me parece un recurso válido, especialmente si consideramos la época en que son escritos. Se trata de una generación de escritores que heredaron la dictadura, y esto influye en el sentido que muchos se han arrimado a este hecho histórico, a fin de cuentas. No es el caso de Mauricio, pues en Ramos electivos nos encontramos con textos simples, de sucesos triviales, pero bien narrados. Como lector y reseñista de libros me interesan la literatura directa, aquella que va al grano desde el inicio dejando una estela de suspenso para el final sin evidenciarlo completamente, como lo menciona la teoría del iceberg de Hemingway, donde lo sustancial queda sumergido.
En el primer cuento, La rueda de la fortuna, un grupo de compañeros de ingeniería de la universidad participa en un campeonato de baby fútbol. Los hechos ocurren en Viña del Mar. Eso es la superficie, pero cuando nos adentramos en la historia nos encontramos con sucesos y diálogos que van más allá del deporte en sí, abarcando el lado humano de los personajes. En este sentido, la voz narrativa cuenta su experiencia en el ramo electivo de Historia del arte, el que le abre un mundo nuevo en donde las expresiones artísticas cobran un valor tanto humano como de acción, ya que la influencia del mismo marcará al personaje central. “Estaba absorto en la historia que continuó explicando el profesor sobre el origen de la obra y la metáfora del simbolismo asociado. En una representación moralista muy común para la época, explicaba el profesor, el artista trabajando a encargo de la corte o de algún latifundista motivado por un afán iluminador, mostraba los diferentes estadios de la suerte de los seres humanos mientras durase su existencia por este mundo”. Se lee.
La poesía también está presente como metaliteratura con cita al poeta español de la década del 20, Pedro Jesús Ibarra, como queda de manifiesto en un poema que se incluye (página 20). La noche y el trago es el gran rival a vencer. La juventud está en su máximo apogeo, con jugadores que son solo universitarios haciéndolas de profesionales sin mayor éxito. Finalmente se logra el objetivo, pero queda la duda, al menos en mi lectura, si la verdadera victoria se produjo dentro o fuera del juego.
En el segundo relato, Isla Ngore,un joven chileno que vive en Sudáfrica viaja a Dakar, pero le prohíben su ingreso al no contar con una visa. Es de noche, tarde, y es llevado a una sala de espera con otros pasajeros que se encuentran en la misma situación. Las dudas lo acechan, así como el miedo al futuro incierto que le deparaba. Finalmente llega a una solución y se dirige a Isla Ngore. Al llegar a Dakar se fija en la arquitectura, y la pobreza, cualidades que llaman su atención de la capital de Senegal. Un percance lo retiene y el miedo se hace presente. La incertidumbre le embargaba, pero ya no hay marcha atrás. Finalmente llega a la isla para practicar surf en un escenario ideal. En la hostal donde se hospeda se relaciona con los demás surfistas con los que comparte alojamiento. Una pareja de portugueses recién casados no lo dejan dormir mientras tienen relaciones sexuales, pero eso no importa. La aventura no está exenta de difíciles y peligrosos momentos. Ya de regreso lo retienen por no contar con un certificado de vacuna contra fiebre amarilla. Otro escollo más para regresar. En definitiva, se trata de una historia llena de movimiento y situaciones al límite que erigen al protagonista -de apellido Moyano, ¿casualidad? - como una suerte de sobreviviente.
En el cuento siguiente, Tour en Kimberry, la voz narrativa relata que llega a trabajar en una empresa minera en Sudáfrica. Se trata de un yacimiento de diamantes subterráneo desconocido para el joven ingeniero. El lugar guarda una similitud con el centro de Chile debido a la sequedad y escasa vegetación. El ingeniero, que se asume es un alter ego del escritor, ha decidido jugársela y aceptar el trabajo para ganar experiencia y así evitar el paro que lo había afectado antes, principalmente en lo monetario. Rápidamente se adapta a sus nuevas funciones. Al inicio trabaja en los tours que la mina realiza los fines de semana y donde él es el encargado de la seguridad de los visitantes. Al tiempo que se comienza a familiarizar con las costumbres, donde el rugby es un factor de unión, como el fútbol para nosotros, para los sudafricanos era una suerte de religión. La economía minera no pasa por un buen momento, pero de todas formas es mejor al de las crisis vividas en años anteriores que dejaron inclusive a una treintena de trabajadores muertos en enfrentamientos con la policía. Una vez trabajando guía junto a un compañero más experimentado a un grupo de turistas por la mina subterránea, al intentar regresar notan que el elevador está averiado. Es golpeado, unas mujeres del grupo son hostigadas, se genera un caos de desesperación y calor. Mientras lo sacan en camilla delira con que la escena es una jugada de rugby. Todo se transforma en una bruma de desconcierto.
En el cuento que cierra el libro, Perdido en Bergen, un joven que asume la voz se encuentra de visita en Noruega. Luego de hacer un recorrido por la bahía por la noche va a un bar donde conoce a tres guapas chicas, estudiantes de danza que se encuentran de vacaciones. Luego de beber se deciden a ir al departamento de una de ellas, a lo que se suma un tipo, novio de una de las chicas. En el camino el narrador siente una profunda atracción por una de las muchachas. Luego de conversar un rato se da cuenta que tienen gustos parecidos, especialmente en lo musical, ya que a ella también le gusta Interpol, la banda indie norteamericana. Una vez en el departamento, comienzan a beber del pisco que el narrador ha llevado desde Chile. Finalmente, el joven chileno logra conquistar a la chica con la que pasa la noche. La felicidad es inmensa. Al querer regresar a su hospedaje para tomar sus cosas, coger el tren y dejar la ciudad, se extravía y el tiempo se le acaba. Para su suerte, un funcionario municipal se le cruza y lo lleva al centro en su camión. Finalmente logra embarcarse. Todo esto lo relata en una conversación que sostiene con un amigo.
En resumen, Ramos electivos es un libro cuya prosa fluye y avanza sin tropiezos. Moyano muestra un buen manejo de los tiempos y de las tensiones narrativas, sin dejar de lado la intensidad de cada relato. Es un libro que se lee rápido, con historias atrayentes y personajes muchas veces entrañables. Con Ramos electivos, Mauricio Moyano debuta de gran manera, dando vida a un libro cuyos relatos narran historias que a cualquiera pueden pasar, pero que pocos pueden escribir.