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Cabos sueltos.
Carla Cordua. Editorial Sudamericana, Santiago, 2003, páginas.
EN GÉNERO BREVE
Sabiduría conversable
Por Carlos Iturra
Artes y Letras. Sábado 21 de Junio de 2003
El último libro de Carla Cordua es una feliz conjunción de filosofía y literatura, de sencillez y profundidad.
Si la denominación de "pensamientos" no corriera el riesgo de parecer teñida de cierto romanticismo añejo, aquí habría que aplicarla en propiedad. Pensamientos a lo Pascal, por el tono y las dimensiones, difieren de ellos en que no pretenden ser materia para una obra futura y en que su variedad de temas es más libre: la 
muerte, la vejez, el arte, el dogmatismo, el sentido de las cosas... Tampoco son aforismos al modo en que suelen ser los dichos de Goethe, aunque comparten con ellos la condición de "astillas y virutas" caídas del banco carpintero mientras se elaboraban piezas mayores. De cualquier manera son nombres clásicos los puntos cardinales entre los cuales hay que situar estas reflexiones diáfanas y serenas, en las que la calidad de las ideas no merma su claridad. Ideas, en general, filosóficas, que se hacen literarias en la manifestación escrita. Filosofía por el desmontaje radical que se opera en los asuntos abordados, y literatura, en la medida en que ésta sea el uso del idioma extremando su capacidad expresiva. Aquí se hace indiscernible, entonces, la espesura del pensamiento, del rigor semántico y la elegancia verbal que la expresan.
Lenguaje técnico, idiolecto filosófico, hasta jerga a la moda, podían temerse de una experta en Wittgenstein, pero tales peligros son ajenos a una prosa tan sólida y natural como la que desgranan estas páginas. Es con un magnífico dominio de su instrumento lingüístico, que el pensamiento divaga aquí como una poderosa linterna o como una sugestiva luciérnaga alrededor de temas casi siempre "menores" pero que involucran lo grande. Si "por la digresión entra la vida", estos Cabos están llenos de suelta vitalidad... No son fragmentos, sino textos individualmente completos, a veces de brevedad aforística, y tienen audacia, independencia... Es prosa profundamente sincera: no hay adornos, la idea siempre desborda sentido, las citas son siempre exquisitas. "... John Donne afirmó, audazmente, que Jesús se había suicidado, pero los cristianos no suelen expresarse de esta manera..." "Se dice que el poder es la capacidad de asegurarse un lugar en la historia..." "La filosofía debiera conservar algunos de los rasgos que tuvo entre los griegos antiguos, quienes la mantuvieron siempre a la altura de la sabiduría conversable..." "... El lenguaje es un medio para ocultar y ocultarse, se dice; hablando con ayuda de frases hechas, uno no sólo se sustrae al habla auténtica sino que consigue decir menos que guardando silencio, pues distrae al interlocutor sobre la falta de contestación..."
Independientemente del valor que añadan a la producción filosófica de la autora, estos pensamientos pasan a ocupar un lugar eminente en la actual producción de géneros breves. Son de una clarividencia generosa, nunca coqueta ni narcisa, y se enfrentan con respeto a la imprevisible hondura que cualquier cosa puede adquirir a la luz de la inteligencia. Su variedad desperdigada termina siendo alusiva, sin embargo, a un orbe ordenado, del cual proceden. Libro misceláneo, su unidad de fondo - una manera de pensar, quizá- es a la vez su estilo.
Conviene anotar, por último, después de nombres clásicos, algunos otros que hablan de la vigencia del formato económico elegido por la autora. Contertulios de Cabos sueltos, en verdad, son los aforismos de Wittgenstein, Kafka, Cioran. Borges, Beckett, Simone Weil - y Gracián, Darío, Rilke: otras tantas voces que aquí convergen, conversan, se escuchan y dan sustancia a los diálogos que teje Carla Cordua, aunque sobre todo es su propia voz la que da al libro valor intemporal.
