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«Idolatría del huésped», poemas de César Cabello
Primer Premio Internacional de Poesía Nueva York Poetry Press (2020)

Por Marco López Aballay
Publicado en VIAJE INCONCLUSO, 16 de agosto 2021

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A partir de los primeros versos se nos anticipan las preocupaciones de César Cabello: historia, religión, mitos, territorios, humanidad: elementos que se ordenan y se mezclan como metáforas cargadas de surrealismo, a modo de pesadilla, o de sueños mal construidos. El tono de su voz nos sugiere algo serio: de la contemplación al pensamiento crítico y de la escritura a la acción. Poemas-enunciados que exponen la historia de la humanidad en donde la vida se entrecruza con la muerte y el poeta es el mesías que anuncia su paso por la tierra: Morí por el ataque de un águila. / Los cuervos enseñaron a mis padres qué hacer conmigo. / Los vistieron de luto hasta el fracaso de sus planes. / Abandonaron la ciudad a causa de la idolatría / por su hijo predilecto. // No sin locura, dijeron que mi cruz / fue fabricada con madera del árbol del Paraíso, / que multipliqué los panes, los peces, / las plagas, los amigos. (pág. 4)

El poeta es un fantasma errante que proclama a la muerte como una amiga predilecta mientras los ataúdes vuelan como cajas de fósforos entre una página y la siguiente, conformando un sarcófago lleno de símbolos tan vigentes como hace mil años. La muerte es la obra maestra esculpida por las manos de Dios y todo ser viviente tiene derecho a ella. Acaso ahí esté la clave del discurso de Cabello: besar el cuello de la muerte como a una vieja amante que de vez en cuando viene a visitarnos.

En el vuelo de lectura el libro se expande hacia otras dimensiones, suponemos espacios de energía oscura en donde no hay lectores ni jueces. No obstante, el libro sigue su curso como el Oumuamua: atravesando paredes, estrellas, pirámides, y acaso algún día encuentre la boca de Dios e ingrese a su estómago para -producto de un vómito semejante al Big Crunch-retorne a la tierra para revelarnos el misterio.

En esas andanzas se mueve Cabello: volver al origen para tropezarnos con un pedazo de historia y caer al barranco de sus buenas intenciones. Aunque el discurso se sostiene en un centro de gravedad que a momentos dificulta el ingreso, conformando un mapamundi con caminos que se contraponen el uno del otro. Por una parte, el poeta es un nómada que va de aquí para allá en busca de sus orígenes para entender el motivo de su destierro: Dime: ¿qué escuchas en el desierto? / ¿Quién clama tu nombre en los espinos? / ¿A cuántos como tú han expulsado / de entre todas las voces? (pág. 11). La patria fue una desconocida. / La noche se hizo amiga del báculo y su mendigo (pág. 12). Aunque también es un autoexiliado por excelencia: Dijiste: partiré a otra tierra. / Habrá un puerto donde mi queja sea escuchada. / Los chacales que encanecieron conmigo / no regresan a mi llamado. // Enterré sus huesos y vendí mi casa. / Ahorré algo en estos años de despedida. (pág. 19). Te despediste de quienes te conocían. / Dijiste que emprenderías un viaje hacia tu propia sombra, / donde lo necesario, lo que no tiene cuna, / era igual al exilio (pág.22).

Los pensamientos de Cabello estallan a altas revoluciones provocando el mismo efecto de lectura. Descubrir un todo, una fórmula, un enigma. Diluir trozos de realidad como bicarbonato en agua fría y expulsarlos en el semen congelado. Viajar al ritmo de los poemas-túneles que se multiplican en el espejo de la niebla.

Entre el caos de palabras el hablante busca su origen y su territorio. Un pedazo de historia que lo identifique en la nebulosa del infierno: Me conocieron por lo que no era: un extranjero. / Confiscaron mi casa y mis ataúdes. / Me condenaron a vivir en la infancia / del tiempo: su eternidad. // Cada vez que dije: este es mi país, / emergió la figura del ángel que enterró su espada / en el cadáver reciente. (pág. 7)

En fracción de segundos el poeta adquiere las máscaras para la guerra que se avecina: un recién parido, un ángel, un demonio, un guerrero, un Dios, un animal, una viuda, un perdido entre las sombras del delirio que apenas se sostiene en la cuerda floja de sus palabras inútiles, aunque necesarias como el sol.

En un punto crítico del libro aterrizan los poemas apocalípticos conformando úlceras que revientan como bombas mientras la lectura se torna dolorosa: La ciudad fue presa de la huida. / La tierra entera fue presa de la desolación. (pág. 12). La sombra blanca de Hiroshima, la ciudad que yace a oscuras bajo las cenizas del hongo radiactivo. Aquella familia que intenta tomarse de las manos, mientras las vísceras de un hombre cuelgan de los árboles para deleite de los cuervos. (pág. 16).

El zigzagueo de lámparas nos arrastra a la luz del caos, en cuyo punto las bestias se asoman horrorizadas, y el hombre, en su desesperación se injerta pieles para salvar su pellejo: Veo a una madre rata parir bajo el colchón. / Disputo con los recién nacidos la leche que ella ofrece (pág. 23). Los bichos, en su espiral, caen en el juego de la criatura invisible arrinconándose en la zona oscura de la Biblia que cae a pedazos en una sala vacía: Y él, recostado sobre la cama del horror, / crea los injertos de la noche y su vacío. / Con una piedra puntiaguda / raya el ojo de una mosca / a pleno vuelo (pág.23). El efecto estroboscópico trae de vuelta las pesadillas de antaño que cuelgan como piezas de museo en los rincones de su cerebro: Sólo es cuestión de tiempo / para que las ratas se acerquen al veneno / y el viaje hacia la transparencia / desdibuje la habitación (pág.24).

La oscuridad, con sus patas de tarántula, nos espanta la lectura en esta noche de tinieblas, mientras el poeta insiste en demostrar el sinsentido de la existencia humana y el absurdo nacimiento de las estrellas en una galaxia inexistente. La vida: una fórmula mal elaborada, un accidente de laboratorio cuya sangre mancha las hojas de un libro de poemas, donde un ángel, bajo el síndrome de la abstinencia, llora en posición fetal: Cuando hayas hecho a un lado la fantasía del regreso, / camina por la cuerda como un acróbata: / el viaje es la distancia entre el mundo / y su orfandad (pág. 39).

Ciudades de arena extinguidas bajo las pulsaciones de la tierra. ¿Cómo rescatarlas y construir un poema de sal que apunte hacia el futuro? Un puente de arena. Una espada luminosa. Una amalgama de versos en un texto ilustrado. Tamaña ilusión carga las sienes del poeta en una búsqueda implacable. Ahí lo vemos pala en mano, camino al infierno, desenterrando los tesoros de un pasado irreal: Si existiera una ciudad desperdigada en las arenas, / de la que haya que recoger pedazos, / restos de cerámica, secciones de paredes, / y no este vacío que relleno con escombros, / tendría un sitio donde refugiarme / de la impudicia de las horas, / de la mirada de la esfinge que me observa / desde la atroz proximidad / de un astro. (pág. 37)

El lenguaje se desfigura en esta travesía de poemas cadavéricos cuyo sonido se confunde en el azul de la noche. No quedan palabras ni metáforas ni bellas melodías en el cristal de su pluma. Lo que queda es el ruido de cuchillos atravesando la carne del poema que se desangra. Las sílabas, como estrellas fugaces, desfilan mudas ante nuestros tímpanos de barro y el amargo sabor de la literatura nos abofetea la cara: Los jueces son actores en el teatro de sus lágrimas, músicos de trinchera que afinan las trompetas del pelotón de fusilamiento. Hay quienes creen en la literatura como un cadáver y en los libros como ataúdes que esconden dentaduras de oro entre osamentas.



 

 





 

Extracto de poemas de "Idolatría del huesped"

 

multitud

Escribirás de historia, no de mitos.
Al caballo alado lo dejarás pastar en la aridez
de la hierba muerta.
Darás al hombre una bandera izada
como un traje nuevo
y un rostro al inquilino hospedado por la marcha.

Pondrás tu voz al servicio de las hordas.
No la tibia sonrisa del esclavo o del rehén
que abraza a su asesino.

En el lenguaje de la guerra,
el mártir revive en un cadáver aún más fresco,
como un ídolo desfigurado al que no le sanan
las heridas.

Necesitas sangre para teñir los pétalos
de la rosa funeraria,
cavar trincheras en las mentes de los jóvenes
para que su patria sea un país
y no un abismo.

Un soldado marca su victoria en el pecho
de un huérfano.
No así un rebelde, que arrastra ataúdes
hacia el coliseo del amanecer.

En el lenguaje de la guerra,
la muerte escoge un bando,
levanta tiendas de campaña en nombre de los hechos
que consuman la derrota del más fuerte.

Escribirás de historia, no de mitos,
para instar a la revuelta del hombre
que acaba de nacer.

 

 

multitude

You will write about history, not myths.
You will leave the winged horse to graze in the
dryness of the dead grass.
You will give man a flag raised like a new suit
and a face to the tenant hosted by the march.

You will set your voice to the service of the hordes.
Not the tepid smile of the slave or hostage
who embrace their killer.

In the language of war
the martyr revives in a still fresher corpse,
like a disfigured idol whose wounds do not heal.

You need blood to dye the petals of the funeral rose,
to dig trenches in the minds of the youth
so their land becomes a country
and not an abyss.

A soldier marks his victory in the chest of an orphan.
Unlike this, the rebel who drags coffins
toward the coliseum of the dawn.

In the language of war, death picks a side.
sets up campaign tents in the name of the facts
that consummate the defeat of the strongest.

You will write about history, not myths,
to press for the revolt of men
who are just being born.

 

 

nocturno de siglo

La sombra blanca de Hiroshima, la ciudad que yace a oscuras bajo las cenizas del hongo radiactivo. Aquella familia que intenta tomarse de las manos, mientras las vísceras de un hombre cuelgan de los árboles para deleite de los cuervos.

La escena podría ser perfecta,
como un cerebro liso, sin surcos
que determinen la variabilidad
del pensamiento.

El horror es disuasivo.
Lo es también todo aquello que desconocemos:
El asesinato.
El coma.
…
Las enfermedades futuras…

En la calle hay un enano que enseña a sus hermanas a dibujar cicatrices en el rostro de sus muñecas. Las prepara para el día en que dejen de jugar y sus pies se hundan en las heces de sus hijos, los verdaderos desterrados.

En todo lo que tocas hay una invisible maquinaria, un doble fondo como en la maleta del espía o en un baile de máscaras.

Allí la vejez abofetea la cara de Narciso.
Allí un crío de escuela aprende las letras
de su primer alfabeto:

• El poeta pasa las horas entre las hienas
que pueblan sus pesadillas.
• La belleza es una mujer harapienta
a la que un perro lame los pies.

 

 

nocturne of the century

The white shadow of Hiroshima, city that lies in the dark under the ash of the atomic mushroom. That family trying to hold hands while the entrails of a man hang from the trees to the delight of the crows.

The scene could be perfect
like a smooth brain, without furrows
to determine thought’s variability.

Horror is dissuasive.
So is everything that we do not know.
Murder,
Coma.
….
Future diseases…

On the street there is a dwarf teaching his sisters to draw scars on the faces of their dolls. He is preparing them for the day they stop playing and their feet sink into their sons’ feces, the true exiles.

In all you touch there is an invisible machinery, a false bottom like in a spy’s suitcase or a masquerade ball.

There, old age smacks Narcissus in the face.
There, a school-aged child learns the letters
of his first alphabet:

• The poet spends hours among the hyenas
that populate his nightmares.
• Beauty is a ragged woman
whose feet are licked by a dog.

 

 

las lámparas

Escucho el eco de las cárceles en mi conciencia.
Veo a una madre rata parir bajo el colchón.
Disputo con los recién nacidos
la leche que ella ofrece.
Cuando queda algo para mí,
ya está fría.

Los monos, en un texto de Panero,
saltan de árbol en árbol buscándose a sí mismos
en el sacrílego bosque de la existencia.

Y él, recostado sobre la cama del horror,
crea los injertos de la noche y su vacío.
Con una piedra puntiaguda
raya el ojo de una mosca
a pleno vuelo.

Da inicio a la cacería:

Mis manos registran el útero
como un bolso donde la ladrona guarda
la joya que entregará a los perros de la palabra.

Pero estoy aquí,
fuera de la luz y del arte de este siglo.
Sostengo un queso negro
que no alcanza el tono
donde dolor y oscuridad
se vuelven dulces.

Sólo es cuestión de tiempo
para que las ratas se acerquen al veneno
y el viaje hacia la transparencia
desdibuje la habitación.

Hace mucho que no habito
entre formas que me reconozcan
y, sin embargo, no he muerto todavía.

 

 

the lamps

I hear the echo of the prisons of my conscience.
I see a mother rat give birth beneath the mattress.
I fight with the newborns for the milk she offers.
When some is left for me,
it is already cold.

The monkeys, in a text by Panero
leap from tree to tree in search of themselves
in the sacrilegious forest of existence.

And he, lying on the bed of horror
grafts the night to its void.
With a pointy stone
he scratches the eye of a fly
in mid flight.

The hunt begins:

My hands search the womb
like the bag where the thief stows
the jewel she will give to the dogs of the word.

But here I am
outside of the light and art of this century.
I hold a black cheese
that does not quite manage to ripen,
where darkness and pain
become sweet.

It is just a matter of time
until the rats draw near the poison
and the journey toward transparency
blurs the room away.

It has been a long time since I have lived
among forms that recognize me
and, even so, I have not died yet.

 

 

ejercicios de simetría

i

Ese rostro se deforma con el tiempo. ¿Cuánto demora la belleza en convertirse en un cadáver? La muerte te encuentra y repite su decrépito seseo de niño. Es como si aprendiera a dominar el lenguaje de una marioneta que tiene una de sus cuerdas enredada al cuello.

No son muchas las palabras que resumen nuestro diálogo: horror, traición, doble venganza. Quizás la injusticia de una saga de accidentes, no lo sé.

A mi espalda, el escorpión exhuma lejanas existencias, a filo de lanceta talla la barcaza donde anidará la familia del cuervo blanco. Sospechoso, como Saturno, de devorar a sus crías antes del banquete y de los gusanos de la sangre.

Cuando la humanidad aún no era albacea de carroñeros y los recuerdos caían a la tierra como nueces frescas, buscábamos la leche cuajada en labios de los dioses y arrojábamos al vacío sus inexpugnables máscaras.

Durante mucho tiempo grité «eternidad». Hacerlo una última vez, antes de partir, no cambiaría nada. Las palabras tropiezan con el sonido azul del vértigo y la belleza es una sombra desdeñosa que cojea a nuestro lado.

Trae con ella la invertebrada muerte, responde con evasivas largas notas de suicidio. El poema es un andamio más en el edificio del alma, telaraña temblorosa tejida entre dos juncos:

El poema • su escatología

Durante mucho tiempo grité «eternidad». Hacerlo una última vez, antes de partir, no cambiaría nada. Sus fronteras esparcidas en la cuna perfilaron tu silencio; la mortaja tiñó mi rostro con fríos rasgos de escepticismo.

 

 

exercises in symmetry

i

That face deforms with time. How long does beauty take to become a corpse? Death finds you and repeats its decrepit childish lisping. It is as if it mastered the language of a marionette with one of its strings wrapped around its neck.

There are not many words to sum up the dialog: horror, betrayal, double revenge. For all I know, maybe the injustice of a saga of accidents.

At my back, the scorpion exhumes distant existences, by lancet edge it carves the boat with the white crow’s family nest. Suspicious, like Saturn, of devouring its children before the banquet and the blood worms.

When humanity was not yet the guardian of scavengers, and memories fell to earth like fresh nuts, we were searching for curdled milk on the lips of gods and we tossed their unassailable masks to the void.

For a long time, I shouted, “Eternity.” Doing it one last time, before leaving, will not change a thing. Words trip up with the blue sound of vertigo and beauty is a disdainful shadow that limps along beside us.

She is accompanied by spineless death, she replies with long evasive suicide notes. The poem is another scaffold on the building of the soul, a shaky spider web between two reeds:

The poem: its eschatology.

For a long time I shouted «eternity.» Doing it one last time, before leaving, would not change anything. Its borders scattered in the cradle outlined your silence; the shroud stained my face with cold features of skepticism.

 

 

ii

¿En qué crees? Te persignas.
El chillido de las gárgolas congela el aire
y descose los hilos del vestido
de la mujer ataviada con una corona
de flores muertas.

Es dulce el Paraíso
y la fantasía de ser aplastado
por el pie del tiempo.

De tu lengua caen látigos,
falsos anatemas, continentes.

Al lector le están veladas
las puertas de la metáfora.
En sus tobillos lleva grilletes
de escapista.

Tres vértebras del cuello de una virgen
forman una catedral
y la bailarina huye de la herida
que moldeó su cuerpo.

¿En qué crees? Te persignas.

La imagen repite otra vez el mundo.
Los límites del futuro no tienen bordes.
No hay quien curve las sombras de los árboles,
desnudos, bajo los elementos.

 

 

ii

What do you believe in? You cross yourself.
The screech of gargoyles fills the air
an undoes the stitching of the dress
of the woman who is decked out with a crown
of dead flowers.

Paradise is sweet
as is the fantasy of being smashed
by the foot of time.

Whips fall from your tongue,
false anathemas, continents.

The doors to metaphor
are veiled to the reader.
Around his toes he wears the shackles
of an escape artist.

Three vertebrae from a virgin’s neck
make up a cathedral
and the dancer flees from the wound
that molded her body.

What do you believe in? You cross yourself.

The image repeats the world once more.
The borders of the future have no edges.
There is no one to curve the shadow of the trees,
naked, under the elements.

 

 

iii

¿Hacia dónde vas? Te detienes. Es extraño no habitar lo que vemos de la tierra. Los impulsos se reducen a la exacta simetría del tigre, contenidos en la zarpa y en el abismo que muestra a Dios sus incisivos.

Las sombras delinean atajos de deseo y ese niño que gatea, como un ídolo transfigurado, pasa entre miradas sediciosas de hombres que lo sacarían, de un puntapié, de escena.

La túnica en la que flotas huele a flores, a sábanas sucias, a velas de cementerio. Es como si alguien cortara para ti una amapola fresca, pero dejara trozos de raíces en tus bolsillos.

Reunir tus fragmentos se ha transformado en un hábito imposible. Las regiones de las que alguna vez fuiste parte, en ese doble juego de plenitud y vacío, salen en tu búsqueda y piden ayuda.

 

 

iii

Where are you going? You stop. It is odd not to inhabit what we see of the land. Impulses are reduced to the exact symmetry of the tiger, contained in the claw and in the abyss that shows his incisors to God.

Shadows outline the shortcuts of desire and that child, crawling, like a transfigured idol, goes between seditious glances of men who will drive him away from the scene with sharp kicks.

The tunic you float in smells like flowers, like dirty sheets, like cemetery candles. It is as though someone cut you a fresh poppy, but left chunks of roots in your pockets.

Gathering your fragments has transformed into an impossible habit. The regions where you were once a part, in that double play between plenitude and void, head out to search for you and ask for help.

Traducción al español de John Burns. De Idolatría del huésped / Idolatry of the guest, Nueva York, 2020.
Tomado de ABISINIA REVIEW, N° 9 ǀ enero – febrero 2022

 


 

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«Idolatría del huésped», poemas de César Cabello
Primer Premio Internacional de Poesía Nueva York Poetry Press (2020)
Por Marco López Aballay
Publicado en VIAJE INCONCLUSO, 16 de agosto 2021