UMBRAL
¿Por qué eres tan breve? El hombre que huye
jamás termina de pronunciar su nombre,
de cavar el foso para la tumba asignada.
Desconfía de tu pobre memoria trascendida,
secretos que cambias por paredes
de oscuridad o deseo.
¿Por qué frecuentas a los heraldos de la noche?
No todo cuerpo que cae y se hunde deja,
en el agua,
. . . . . . . . . . la misma ondulación.
De qué estás hecho, sino de sombras,
lealtades ciegas al viejo capitán de las cadenas.
Tu nombre es César, bandera de trashumancia,
atadura y carga amarrada al pie
de un vago retorno.
¿Por qué huyes si tu memoria vuelve
convertida en sal o en corona de espinas?
No toques ese cadáver maltratado
por la pesadilla de la historia
para hacerlo hablar.
Eres la boca muerta y el muerto,
al que el poema olvida. No eres el médium
ni el que oficia por nosotros
sus misas gregorianas.
No hay voces, bocas ni sombras,
que pueblen los desiertos nacionales
de tu fantasía, déjanos descansar.
Eres tú y el ojo que habla
como el viento, eres tú el que sale vivo
desde las entrañas del cadáver
para morder la piedra y tocar
con su mano
. . . . . . . . . . . un poco de tierra firme.
Ven aquí, acércate, no seas tan breve,
ya sé que la placenta y la sangre cubren tus ojos,
todo recién nacido parece un boxeador.
Ten, límpiate, déjame ver tu mirada
y oler lo que te trae hasta aquí.
El animal es también como un poeta
que conoce su oficio: sabrá siempre regresar
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . a su madriguera.
METAMORFOSIS DE LO OSCURO
Un animal es un abismo, un gran ojo.
Te apuesto el tiempo que tarda en regresar la equina ola,
mansa como una lámpara, pero fugaz
como todos los precipicios.
La grieta escapa de la dominación del negro,
despedaza al pájaro con la pulcritud de una bocanada,
de una cruz de humo, de un resoplido,
y así hunde el pie en el pesado desastre,
donde ilusión e iluminación se disputan
lo que queda del mundo.
La voz animal nos devuelve a su forma blanca,
trae a la acción al viejo reparto: el abismo y la grieta
prueban la necesidad de un rostro; el sol y la muerte
solo se notan al tocar tierra firme.
Un animal es un ojo, un abismo;
es un lugar sin país, sin planificación, sin proyecto.
El animal persigue su velada sombra, va hacia el fondo,
para convertirse de verdad en lo que para nosotros no es,
la extrañeza soñada, lo irremediable,
una aspiración al desorden de los sentidos.
PARA UN ANIMISMO DE BANDERAS
«Nosotros, a quienes la dulzura del día penetra hasta los pulmones
y vemos ramas que florecen en mayo,
somos mejores que los que perecieron».
Czeslaw Milosz
¿Cuántas veces se menciona a la paloma en el Corán?
¿Cuántas canciones o poemas se necesitan
para lograr la voz de un muerto?
El riesgo está en mantenerse en el paisaje,
en no rasgar la mente para encontrar al otro lado
la mano que te empuje o te deje caer.
Uniones que terminan con la forma del fracaso,
animismo de banderas y de estampas
en la tácita elegía del lápiz.
El soplo de la letra U no apaga la llama de una vela,
no reduce al aire a su alfabeto
ni sacude a los oyentes con silbidos
de extrañeza y música.
El riesgo está en no alejarse del paisaje
y de los patios que regresan
con la infancia de los rieles.
Nadie cuenta las veces en que la paloma
se menciona en el Corán
o se escucha la voz del muerto
que devuelve una caricia
desde el otro lado de la página.
Lejos de monacales lenguas,
lejos de otro asentamiento humano,
una paloma vaga muda en el Corán.
La muerte de cien de estas compensa
la caída de un bombardero
sobre el hemisferio de las nubes.
Solo algunas, las más dóciles,
son liberadas del mensaje
tras líneas enemigas.
UN MÁRTIR PARA EL OTOÑO QUE VIENE
¿Y si todo fuera de peso muerto,
con pies de plomo, cintura en el barro,
alas mojadas, en esa fría caminata hacia la losa final?
Créeme que todo sería con ilusión de bosque,
de mala idea, como si nuestro tiempo se redujera
a una simple vara.
Vara con la que se empuja la incertidumbre,
como un costal o una consecuencia, vara que cede
en la protección de una ventana, a la vejez solar,
al clímax de los lamentos.
Todo lo que refugia comienza con la intemperie,
con estatua de chacal que mastica
su desgarrada incógnita:
¿X o Y?, ¿dicción o sangre?,
¿fondo mitad clausurado,
como el paisaje, en un altavoz?
Si todo consistiera en estar despierto,
pero no al tanto del ojo y de sus circunstancias,
estar en el abismo de la mente de alguien,
exigido o varado, tras las ruedas de un ataúd,
créeme que el viaje sería más largo
y esto trataría sobre no saber morir.
Si todo fuera arrastrar nuestro peso,
calcular cuántas vidas arrojo por la borda,
cuánto lastre cargo del espíritu de la época,
estaríamos en la patria del hombre
y no en la del animal.
Créeme, si todo fuera agregar una voz a la historia,
marcar con la bandera o el pie
los límites del abismo,
. . . . . . . . . . . . . . . tú ya no habitarías en mí
y esto trataría sobre tu renuncia o mi ausencia.
Créeme, a veces es mejor un mártir para el otoño que viene.
El único acto de rebeldía de un poeta es no saber morir.
EL BOSQUE DE LAS COSAS SIN NOMBRE
Donde todos hablan, donde obscenos pájaros
se encaraman en lo alto del follaje,
como frondosas parras se aferran
al jardín secreto del poema,
allí no quiero estar,
sino en el vasto hemisferio
de los que caen
. . . . . . . . . . . . de la rama desgajada.
Mi lengua se ha curtido con tus náuseas
de no saber que la poesía es el arte de ocultarse,
no de buscar en un costal de huesos
títulos o firmas
. . . . . . . . . . . .con los que devolver el fruto
al extenuado árbol de la muerte.
No son llagas o heridas de extranjero
las grietas que se forman
bajo ciegas lámparas de pedestal,
en los desiertos y baldíos
de la memoria.
Son prueba de una vía dolorosa,
cuando sales de un éxodo
para entrar en otro, como Alicia
en el bosque de las cosas
sin nombre.
Allí todo falta como la primera vez,
como la belleza se descubre al tacto
de una flor sin envoltura.
La poesía es el arte de ocultarse,
de ir tras las huellas de animales y poemas,
de polizón en un tren de máscaras,
de ruiseñor en un árbol convertido
en ataúd a pedales.
Donde todos hablan, donde obscenos pájaros
cuidan de sus alados feudos tras el andrajoso follaje,
allí no quiero estar, sino en el vasto hemisferio
de los que caen de la rama desgajada.
¡ADIÓS, SIGLO XX!!
Cuando el mundo era a combos
ningún perro ladraba más allá de las 12,
un nuevo país terminaba en la esquina
y el animal del poema era la cruza
entre el luto de una flor
. . . . . . .. . . . . . . .. . . . .y tus huellas dactilares.
La noche cabía en el puño de un anciano de armas.
En una calle del tiempo, el boreal señor del ocaso
colgaba preseas a sus desertores.
¡Adiós, siglo XX, llegaré tarde!
Adiós a sus empapeladas consignas
y al peón de la historia.
Politizaron los sueños,
hasta en las pesadillas había testigos.
La vigilia comenzaba de golpe,
como al ingresar de polizón a una casa
que no era la tuya.
¡Adiós, siglo XX, llegaré tarde!
Del otro lado me esperan las bestias del duelo,
animales que no cavan su tumba
poema a poema.
¿Por qué no entras o te decides a morir allá fuera?
¿Por qué no intentas seguirme y olvidas tu lugar
entre los desertores?
Cuando el mundo era a combos
los ojos se adiestraban en escuelas de renuncia
y la poesía era una flor,
. . . . . . .. . . . . . . .. . . .entre tus huellas dactilares.
ELOGIO DE LA VIDA RETIRADA
Se han formado los hábitos, las horas, los vicios,
enseño a cantar a las hienas sobre un rosal.
La vida privada te viene bien
cuando estuviste sentado en los escalones del desierto,
pero aun con la vista perdida lograste llegar a casa.
De eso habla el emisario que me recibe
y esconde sus alas para no trizar lo que queda
de mi apariencia.
• Enseño a cantar a las hienas —repite—.
Las hienas deben estar adiestradas y comidas.
¿Alguien debe haber olvidado tu maleta en la puerta?
• No fui yo, nunca me quedo en ningún sitio.
• Las hienas son mejores que los conejos o el ganado,
aprenden a cantar con el estómago frío y las orejas nevadas
en invierno. ¿Has tenido hienas sobre un rosal?
• No, solo mi sombra, fea y sola —respondo.
• Las hienas son capaces de tragar a un cisne,
de imitar con su canto el calabozo de los sentidos.
A veces dejan la fábula para los rapaces.
• Las fábulas son tristes sin un cisne —le digo—.
Son como niños que esconden en un cajón
su pelo muerto.
• Los niños son como espejos —replica—.
Las hienas cantan incluso sin un rosal.
• Las hienas cantan porque su corazón
está lleno de espinas. Las hienas y el cisne
son solo un pretexto para plantar un rosal.
EL HUEVO TIENE EL COLOR DE LOS FANTASMAS
El salvaje huevo, el color sin voz de la gallina blanca,
como si el hábito de sustraer una letra a la Creación
fuera la interrogante.
El huevo, fantasma de sí mismo,
indultado entre la forma que lo nombra
y la nada que lo gesta,
me habla con la autoridad de una manzana,
de lo que está vivo y crece
aun sin avestruz.
Ese huevo, mandamás de lo intachable,
lisiado del espíritu, en acción y número,
pone su perdido rostro al servicio de la duda
y de todo lo que no quiere ver.
Un huevo, a falta de otro nombre
para la incertidumbre llana, la del poeta niño,
me pregunta por la lógica de dibujarle plumas
a lo que no toco y pienso por encima
de mi brevedad.
Ese huevo, feroz en su argumento de carbono,
en su presencia tácita de ave que no corre
para alzar el vuelo,
me devuelve a las bases del instinto,
al animal del alma,
al punto en que las cosas ya no llegan
demasiado lejos.
Yo también estoy contigo, hermano huevo.
¡Y con tu nidada! Pero también estoy
en esa oscura ciencia de colgarle alas al vacío,
de unir sombras con palabras que conozco
y otras que descubro
para restarle horas a la muerte,
porque eso me restituye,
consuela, me hace humano,
no un huevo.
UNA MESA PARA DOS
Es la hora del té, en la mesa de seis patas. Tres cucharadas menos desde el puntero sobre el nueve hasta el final del mediodía. Solo estamos la Liebre de Marzo y yo, no queremos ser molestados.
• Bill, la lagartija, no saldrá de aquí
como no sale un poema de un sombrero.
• Sale porque no tiene cárcel
y porque le anda la primavera como el otoño
a un poeta tardío.
• Eso no tiene excusa,
no se entra a un salón con una flor que ladra.
• Tampoco se bebe té ni se tiene amigos
muy cerca del epíteto gu-sa-no.
• Bill, la lagartija, es errático como un cometa
con la cola untada en agua de nieve.
• ¿Como un pincel querrás decir?
• Como una oveja que fantasmeaba
o una jeringa puesta a tiempo.
• Siempre tienes un color más en tu paleta
y cada vez menos un resfrío hondo.
• No sería otro si no creyera que el mundo
es una mesa para dos.
• ¿Me estás seduciendo?
• ¿Lo logro?
• Bill, la lagartija, habla raro
cuando el Lirón se vuelve espantadizo.
• ¡Se le doblan las sábanas
como a la Sotade Corazones!
• A todos se nos doblan las sábanas,
se nos hace estrecho el futuro.
• Qué universal lo dijiste.
• No sería otro si no creyera
que en mi mesa hay espacio para dos.
• ¡Oooooh!
• ¿Queeeé?
• ¡¡¡Ahora tú me estás seduciendo!!!
• ¡Eso es una verdad a medias! ¡No soy tan absurdo
para no saber que una liebre conduce a otra liebre
hacia el ocaso!
• ¡¡¡¿Te arrepientes?!!!
• ¡No me arrepiento, no lucho!