Todo lo sólido se desvanece en el aire, así, la dura madera del naranjo, contiene una violencia invisible. La bruma, el vapor caliente con trazas de eucalipto, tiene instancias de pérdida de la memoria de alguna de las viviendas incrementadas que desaparecieron.
Las hojas casi secas están en el aire de la habitación, y el ruido de los cables en los vidrios. Alguna luz se refleja en una película de líquido. Un sueño reaparece en el instante y comienza la secuencia narrativa que se aleja del momento. De pronto, se reactiva la inaccesibilidad física de la estepa nevada, cuando se logra ver la casa quebrada.
Existen transformaciones metabólicas que activan partes motoras, donde el captar y el actuar son casi al unísono, lo que permite a los organismos mantenerse por sí mismo y repetirse. No es necesario racionalizar para estar en experiencia, hacerlas exponenciales y convexas, así se asumen y exploran las perspectivas de esa brecha. El sustrato material no basta, debe nombrarse, aun en silencio.
Alerta, se prepara y concentra para actuar en situaciones de alta exigencia. Sus mensajeros van al centro de respuestas ante el peligro, y activan la adrenalina ante la sorprendente emergencia. Agresividad y voracidad del cuerpo ignoran los mensajes. Antes, actúan hormonas para indagar y acercarse a otros. En tensión se escucha más, la pupila se dilata, y se piensa menos en conocer y en la reproducción sin reproducción. Dura poco tiempo sin alterar la emoción e incluso destruir neuronas. Las condiciones pueden aumentar intensamente el miedo y la ansiedad. Se olvida el sueño nocturno, aun con agentes exógenos que dificultan o impiden la regeneración. La hiperestesia emocional se hace permanente. Y pueden pasar años. Se actúa en la osadía de la cura.
Estupor y desconcierto despiertan con la tensión causada por los presagios y la expectación. Luego, horror y alivio pues cobra sentido lo ocurrido hasta entonces. Acontecimientos inoportunos e imprevistos aparecen como un atentado contra su persona, aunque las situaciones extraordinarias se estructuran con un orden exacto. Es un fenómeno que se desvanece en estados sucesivos. Los oídos poco a poco aceptan el silencio, luego aparece la vibración del flujo sanguíneo, y el goteo en el estómago. No se puede caminar, pues el equilibrio se orienta en el sonido. Esos ecos internos confunden e imaginan ruidos alucinantes y en delirio. Hay que escuchar más allá del propio cuerpo, hasta el punto de dar un paso final.