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Carla Cordua: Nietzsche o la vida como arte y tragedia
Sobre arte y artistas. Friedrich Nietzsche. Selección y traducción de Carla Cordua, Tácitas 2018, 105 págs.

Por Juan Rodríguez M.
Publicado en Artes y Letras de El Mercurio. 9 de Diciembre de 2018



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Carla Cordua (Los Ángeles, 1925) aprendió alemán para estudiar la filosofía alemana. Era una joven universitaria, y entre los autores a los que quería leer estaba Friedrich Nietzsche (1844-1900). Cordua comenzó en 1948 sus estudios de filosofía en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile y en 1954 se tituló como profesora. Sesenta y cuatro años después, esta ineludible filósofa, premio Nacional de Humanidades, con una carrera en Chile y el extranjero, autora de libros sobre Wittgenstein, Sloterdijk y Heidegger, y de ensayos como "Ideas y ocurrencias", "Cabos sueltos", "Partes sin todo", "Pasar la raya" y "Apuntes al margen", esta filósofa, decimos, publica una traducción de fragmentos póstumos de Nietzsche, seleccionados por ella, con el título "Sobre arte y artistas" (Ediciones Tácitas).

Nietzsche, recordemos, es ese inasible filósofo que constató la muerte de Dios, que se llamó a sí mismo el anticristo, que anunció el nihilismo como sello de nuestro tiempo y que vio la vida como arte o al arte como una expresión de la vida: "La vida sin música sería un error", llegó a decir en "El crepúsculo de los ídolos". Y en uno de los textos traducidos por Cordua se confirma esa idea: "Tenemos el arte para que la verdad no acabe con nosotros".


El sufrimiento como placer

En 1872, con 26 años, cuando todavía era un filólogo y recién se asomaba a la filosofía, Nietzsche publicó su primer libro, "El origen de la tragedia" (o "El nacimiento...", dependiendo del traductor). En él, influido por la filosofía de Schopenhauer y la música de Wagner, desarrolla una "metafísica de artista" que reconoce en los dioses griegos Apolo y Dionisio la expresión de las dos fuerzas que rigen la vida: el orden y el desorden, respectivamente, o la claridad y la embriaguez, si se prefiere. Lo grandioso de la tragedia ática, ese género literario o teatral desarrollado en la Antigua Grecia, es que concilia esas dos fuerzas: hace arte, hace bello (Apolo) el dolor o caos (Dionisio). La tragedia, dice Nietzsche, es una gran afirmación de la vida.

Cerca de una década después, cuando ha roto su amistad con Wagner y transformado su amor por Schopenhauer en diatribas, Nietzsche critica su primer libro, lo metafísico, idealista y romántico que había en él. Sin embargo, la pareja apolíneo/dionisíaco permanece en su vocabulario para describir ya no esencias metafísicas, sino lo que podríamos llamar las expresiones de la vida, particularmente de la humana: desde el arte hasta la moral, pasando por las ciencias y en general la cultura. Nietzsche juzga la vitalidad de esas expresiones: la vida es arte, y será vital aquello que reafirme la vida, su creatividad, con lo bueno y lo malo. En cambio, lo que busque la estabilidad, que niegue o se evada de la parte oscura de la realidad, será decadente. "De lo que se sigue", dice Nietzsche, "contando en grande, que la preferencia por cosas dudosas y terribles es un síntoma de fuerza; mientras que el gusto por lo bonito y lo gracioso le pertenece a los débiles y delicados . El placer con la tragedia caracteriza a los tiempos y los caracteres fuertes: su non plus ultra es tal vez la divina commedia . Son los espíritus heroicos los que se aprueban a sí mismos en la crueldad trágica; son suficientemente duros como para sentir el sufrimiento como placer ".

Según Cordua, Nietzsche conserva la pareja de Apolo y Dionisio "para expresar la fuerza de la realidad. Para él, y esto será así durante toda su vida, la realidad es inquieta. Él es un anticristiano nato, porque no hay un mundo hecho, sino que un mundo que está hirviendo y haciéndose todo el tiempo de nuevo. Es un mundo que cambia, que se inclina hacia un lado o hacia otro". O sea, deviniendo. "En esta postura politeísta primitiva no hay un estado del mundo que tenga, digamos, el sello de un ser perfecto, todopoderoso. Nietzsche sigue usando este vocabulario porque no cree en un mundo estable, no cree en un mundo que tiene el sello del poder divino. Aquí hay un concepto de que el mundo no está hecho del todo, ni siquiera el hombre".

-¿Nietzsche ve la vida como arte, en el sentido de crear, destruir, transformar?
"Exactamente. Y con estos rasgos que en el fondo son contradictorios, porque, por ejemplo, la vida que comienza es la misma vida que está destinada a morir, la vida que puede tener poder e influencia en un cierto momento es también la que se apaga y es derrotada y desaparece. Y como todo está en movimiento y todo está haciéndose, Nietzsche se permite una lógica que es bastante liberal, jeje, porque admite también que lo que acaba de definir, digamos, se 'desdefine' en una situación distinta. Por eso es que yo, al leer esto de nuevo, como usted iba a venir, pensé 'pero qué horror, esto es bastante difícil'... jeje".

Embriaguez y digestión

Detrás de nuestra vida consciente y civilizada hay un abismo de fuerzas que nos gobiernan. Esto no lo dice Freud, o no todavía, sino que Nietzsche. Esa concepción está en los fragmentos de "Sobre arte y artistas", en particular cuando habla de la embriaguez y la ensoñación como estados artísticos; es más, dice que la excitación que lleva al arte es la misma que la excitación sexual. "Nietzsche entero es un autor que trata de revelarle a su lector que las acciones son algo más complicado de lo que cree -explica Cordua-, que hay un subsuelo que no está siendo pensado ni planeado ni querido propiamente por la voluntad, sino que está actuando sobre la conducta del individuo sin que este tenga noticia de ese subsuelo".

Todo bien, muy actual, hasta correcto: no somos solo razón o mente, de hecho no lo somos fundamentalmente. Hay que valorar el cuerpo, los sentimientos, las emociones. Pero Nietzsche no tendría un lugar en la historia cultural si no incomodara. "Nietzsche nos obliga a considerar que puede haber una cosa muy valiosa, por ejemplo, en la excitación que produce derrotar a un enemigo", explica Cordua. Y es que para este filósofo, la vida se la acepta toda o no se la acepta; de ahí su crítica al cristianismo, que recorta la vida, niega lo que le duele: "El entusiasmo excesivo por el combate, la pelea, la guerra, a mí me parece siempre sospechoso, pero a él no. Porque él entiende que la vida es algo que se está afirmando siempre en cada uno de sus ejemplares, cada una de sus formas", dice la traductora.

-También es crítico con la ciencia.
"Nietzsche no tiene ni un respeto hacia la ciencia. Piensa que es un grave peligro esto de investigar verdades sobre partes, y que el entusiasmo por encontrar una verdad nueva haga que el científico se olvide de que no está hablando de ningún todo, sino sobre un aspecto de las cosas. En cambio, dice él, tenemos el arte, que no brega nunca con pedazos, sino que siempre con la totalidad. Por eso habla de estos dioses, de estas fuerzas o poderes que son la sabia del arte. Si somos cientificistas y admiramos la verdad científica, estamos matando en nosotros toda esta parte instintiva, vital, entusiasmada, embriagada, la estamos subordinando".

-¿Y usted está de acuerdo?
"Bueno, tengo una fuerte tendencia a admirar el arte. A mí, la literatura es una cosa que me encanta. Y, luego, encuentro que en esa reclamación de Nietzsche hay una alerta importante. Importante para la vida. Claro, siempre se puede ver a la vida como amenazada por la destrucción, por la muerte, pero mientras la vivimos, por cierto que la queremos profunda, interesante, embriagada... jeje... como dice Nietzsche; y no meramente partida en pedacitos y objeto exclusivo de escrutinio intelectual, sin sentimientos ni entusiasmo".

-Empobrecida.
"Empobrecida, claro. La ciencia no goza en este autor de mucho respeto. Para conocer con exactitud, la ciencia mide, pesa, analiza la vida en los diferentes elementos que la componen. Todas esas operaciones reducen la vida para verla con claridad. Esa es la verdad que nos puede matar, según Nietzsche. No es la verdad del entusiasmo, embriagante o qué se yo. La ciencia es algo de la inteligencia aislada. Por ejemplo, no nos interesa que el científico tenga buena digestión, en cambio para Nietzsche tener buena digestión es una cosa estupenda... jeje... porque ahí es cuando se le ocurren cosas al que inventa".

-Bueno, en uno de sus libros Nietzsche dice que la filosofía alemana es culpa de la cerveza...
"Jajaja... exactamente, agriada...".

-Producto de una indigestión...
"... Jaja... Absolutamente. Esa es la diferencia. No simpatiza con la inteligencia científica, definitivamente. Ni siquiera como elemento predominante en la vida de una persona. Einstein no hubiera sido admirado por Nietzsche, seguramente que no. A pesar de que inventó bastante cosas... jeje".



 

 

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