Proyecto Patrimonio - 2014 | index | Carla Cordua | Autores |

 

 




 


 

 

Paganismos

Carla Cordua
Artes y Letras de El Mercurio, Domingo 8 de Abril de 2007


 



.. .. .. .. .. .

La larga historia de la civilización cristiana contiene numerosas manifestaciones de lo que, a primera vista, parece superado por ella. El llamado paganismo lleva, dentro de aquella historia, una porfiada vida de segundo orden que se niega a retirarse al pasado. Representaciones y creencias provenientes de la religión y de las artes grecorromanas y de sus raíces orientales reaparecen una y otra vez en el tejido histórico de la cultura occidental. El politeísmo grecorromano se convierte a menudo en un polo de atracción para individuos y grupos que, sin pretender transformar de raíz la cultura vigente, intentan resucitar algunos aspectos de los tiempos precristianos, con el propósito de ejercer cierta influencia parcial sobre los actuales.

Estas reapariciones del paganismo se nutren principalmente de ideas políticas y jurídicas, de representaciones religiosas y de figuraciones artísticas. Una versión idealizada de las ciudades griegas de la antigüedad sirve de plataforma crítica para castigar la convivencia y las instituciones sociales posteriores. Los teóricos de la democracia, en particular, han cultivado el modelo de Atenas, cuya asamblea habría funcionado movida por el diálogo igualitario entre conciudadanos. Pero el paganismo reaparece también y sobre todo como recuperación de aspectos del politeísmo. A partir del Renacimiento, el estudio de las lenguas clásicas pone a las capas educadas de Europa en contacto directo con las formas del arte y de la piedad religiosa paganas. La nostalgia de un origen histórico impoluto, para ni mencionar las nociones de edad de oro y de la inocencia, se ha nutrido de la educación clásica. De Alemania se ha dicho a menudo que cayó, al menos desde Goethe en adelante, bajo la tiranía de la Grecia antigua. Para entender a qué se refiere esta afirmación exagerada, conviene recordar, entre otras cosas, la autoridad casi sacra de que goza la poesía de Hölderlin, las especulaciones apolíneo-dionisíacas de Nietzsche y la desmedida importancia que Heidegger le atribuye a los presocráticos en su peculiar versión de la historia de la filosofía.

Pero el paganismo del siglo XX, al que rinden tributo grupos artísticos y políticos tiene una presencia activa en toda Europa. Fernando Pessoa, por ejemplo, espera del movimiento neopagano portugués una completa renovación de la cultura moderna. Elogiando en 1917 este movimiento al que adhiere, dice que es antidemocrático, antihumanitario, antifeminista, antiimperialista, antipacifista, antitradicionalista, anticatólico, etc.

Pero aún más antigua que las ideas artísticas y religiosas inspiradas en lo grecorromano es la representación —abiertamente conflictiva con el medio cultural vigente— de que los cuerpos celestes, antiguamente entendidos como seres divinos, ejercen una influencia directa sobre el destino de los hombres en la región sublunar. La astrología, organizada principalmente para predecir el porvenir, no se ha visto perjudicada ante la imaginación popular, que la sigue patrocinando, por su flagrante inepcia para prestar servicios en este sentido. En efecto, aunque anacrónica, anticristiana, anticientífica y completamente incapaz de revelar el futuro, ella sigue gozando de un lugar en los más varios medios de comunicación, que harían cualquier cosa menos privar a los consumidores de ilusiones de información sobre las posiciones de la luna, el sol, los planetas y las estrellas fijas. Hasta el día de hoy la publicidad de la astrología y el sitial que tácitamente se le ha asignado en la vida contemporánea ocultan que todas sus modalidades presuponen un universo finito y geocéntrico.



 



 

Proyecto Patrimonio— Año 2014 
A Página Principal
| A Archivo Carla Cordua | A Archivo de Autores |

www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Paganismos.
Por Carla Cordua.
Artes y Letras de El Mercurio, Domingo 8 de Abril de 2007