Proyecto Patrimonio - 2015 | index | César Vallejo | Carla Cordua | Autores |
César Vallejo
Por Carla Cordua
Artes y Letras de El Mercurio, 13 de marzo de 2005
.. .. .. .. ..
Vallejo escribió en 1915, entre los 22 y los 23 años de edad, una tesis académica sobre El romanticismo en la poesía castellana, para optar al grado de Bachiller en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Libertad de Trujillo.
21 años de su corta vida habían transcurrido en Santiago de Chuco, su lugar de nacimiento, y en el Colegio Nacional de Huamachuco, en la alta sierra peruana.
De Trujillo, donde se queda 5 años para hacer estudios universitarios, pasa a Lima en 1918. Asimila, con la rapidez sorprendente de su gran inteligencia, los tremendos cambios históricos y culturales que separan a la alta sierra de la capital peruana.
Prosigue en esta última sus estudios universitarios en Ciencias Naturales. En su período trujillano ya había publicado sus primeros versos y tenía una idea bien definida
del sentido de la poesía.
Aunque lo atrae el idealismo de la poesía romántica, como dice en la primera parte de su tesis académica, él mismo, en parte debido a su poderosa originalidad, en parte por influencia de Rubén Darío y otras lecturas, es, desde un comienzo, más modernista que romántico. Llaman la atención, en particular, las libertades que se toma con el lenguaje. Más tarde convertirá esta práctica de la libertad poética en una posición teórica relativa a la naturaleza y los derechos de la poesía.
En un escrito de comienzos de los años 30 defiende como sigue su propia manera de pensar.
"La gramática como norma colectiva en poesía carece de razón de ser. Cada poeta forja su gramática personal e intransferible, su sintaxis, su ortografía, su analogía, su prosodia, su semántica. Le basta no salir de los fueros básicos del idioma. El poeta puede cambiar en cierto modo la estructura literal y fonética de una misma palabra, según los casos".
"Y esto, en vez de restringir el alcance socialista y universal de la poesía, como pudiera creerse, lo dilata al infinito."
La vida de César Vallejo es breve pero muy inquieta, itinerante y asimiladora de diferencias epocales. Muere en 1938 de 46 años. De Lima se va a España; luego vive muy pobremente como periodista en París. En 1928 y 1931 hace dos viajes a Rusia.
Admirador de Whitman y de Nietzsche, se instala con naturalidad en la mentalidad de la Europa de la primera
mitad del siglo XX. Su poesía alcanza a asimilar la manera del surrealismo francés que Vallejo combina con soltura con temas e intereses realistas provenientes de su infancia y juventud en la sociedad decimonónica de la sierra peruana.
A través de los incesantes cambios de su existencia, el poeta mantiene una gran fidelidad al oficio de decir adecuada y diversamente la muerte. La de un hermano, la de la madre, la de la España en guerra civil, la propia prevista y tantas otras. Concebida a menudo como primer principio y precedente incluso de la vida: "La vida es la muerte de la muerte". "Tanto amor y no poder nada contra la muerte". "Padre polvo, biznieto del humo".
"Que la muerte es un ser sido a la fuerza,
cuyo principio y fin llevo grabados
a la cabeza de mis ilusiones,
por mucho que ella corra el peligro corriente
que tú sabes
y haga como que hace que me ignora".