Recientemente estuvo en Curicó, donde presentó dos de sus libros: “Instrucciones para el desorden” (inédito) y “Libro Políticamente Incorrecto” (2013), ante un pequeño público que se congregó en el centro de extensión de la Universidad Católica del Maule (UCM) de Curicó. Un día frío de invierno lo retornaba a tierras maulinas, que el poeta no visitaba desde la década de los ochenta, cuando una relación amorosa lo ligaba a estos lares.
De trato cordial, afable, carismático, Cristian Cottet Villalobos es un personaje en la cultura chilena desde comienzos de los ochentas, desarrollando actividades que han ido desde la resistencia política a la dictadura, lo que le costó, persecuciones, encarcelamientos y relegaciones, al ejercicio literario y cultural, que lo ha llevado a tener una sólida obra de más de 14 publicaciones que van desde la poesía, pasando por el relato, la entrevista, el ensayo y la novela, además de ser uno de los pioneros junto con el fallecido vate, Osvaldo Ulloa (1955-2008), en desarrollar Talleres Literarios populares, en poblaciones, cárceles, centros culturales y lugares apartados y rurales, donde ha sido desterrado (Chiloé).
En alguno de sus talleres, participó como alumno el entonces joven músico Pedro Foncea, vocalista del mítico grupo de rock fusión “De Kiruza”, nombre salido del “coa”, adoptado gracias a lo visto en uno de los talleres del poeta, denominación que el grupo agradece en la carátula de su primer álbum “De Kiruza” (1988), y es que Cottet se ha codeado con los grandes artistas chilenos y latinoamericanos desde los ochenta, donde luego ante la necesidad de publicar sus obras y las de otros, creó su propia editorial Mosquito comunicaciones, cuya prolífica producción le ha permitido a más de cien escritores y poetas, publicar sus libros. Ahí encontramos autores de culto como Patricio Manns, Sergio Parra (hoy dueño de la librería “Metales Pesados”), Pía Barros, Lorenzo Peirano, Francisco Véjar, César Millahuenque, Francisco Casas, y entre los maulinos encontramos a los talquinos Santiago Azar, Silvia Rodríguez y los curicanos Américo Reyes, Leonidas Rubio, entre otros. Con esta editorial, Cristián Cottet ha participado en numerosas Ferias del Libro, tanto en Chile como en Latinoamérica, siempre difundiendo la labor literaria de nuevas voces poéticas y nuevos estilos narrativos que han surgido en los últimos años, ampliando los horizontes escriturales chilenos. Pero no sólo la gestión editorial, cultural, el compromiso político y social, marcan a Cristián Cottet, también su poesía es heraldo de una tradición y también de una búsqueda crítica y revolucionaria, donde el artista consagra su vocación espiritual.
En la poesía de Cristian Cottet encontramos una constante, que se hace presente desde la vivencialidad histórica y política a la cotidianidad del amor y la existencia personal. Su poesía es directa, de estilo coloquial o exteriorista, donde configura un discurso o monologo que recurre a diversas figuras literarias y elementos retóricos, con un imperativo del yo poético. Sin duda también vemos puentes con el espíritu del romanticismo donde la acción política y la pasión revolucionaria se mezclan con el amor de pareja, así vemos su primer poemario “Amor y Rebeldía” (1981), una constante que evoluciona hacia la observación del mundo urbano, capitalino, sobre poblado, que encontramos en “Urbanidades” (1983) un texto publicado en Suiza y reeditado en Chile, donde se advierte la metrópolis de los grandes estallidos sociales, de las protestas sociales que ni con los 20 mil soldados que sacó Pinochet a las calles, las pudo acallar. Luego viene en su obra la búsqueda histórica, el retorno a las raíces, en sus libros “Chiloé, noventa días” (1982) y “Épica inconclusa” (1983), donde el relegamiento en la isla sureña y el contacto con las etnias aborígenes, lo llevan a reflexionar en el pasado histórico, la conquista española y las guerras de Arauco. Es una poesía de denuncia, de duda, de descontento, como sigue con su libro perfomance “Proclama para anunciar un manifiesto de la épica” (1985) (Complemento de la Intervención Poética en el Centro Cultural Mapocho), donde nuestro poeta asume el rol mesiánico, clarividente y profético de la poesía social, el anuncio de la revolución redentora, cuya expectación lleva a cierto desánimo y disconformidad ante la crudeza de la historia. Los sueños, las utopías libertarias se acaban, se truncan, eso se expresa en su obra “Manifiesto un profundo descontento con ayer” (1987), entonces la lírica se torna pesimista, autodestructiva, oscura y pesada, mezcla de furia y desencanto, de rabia contenida, de versos apagados en la contrariedad. “Has recuperado nada” (1990) es el balance de los noventa, el fin de los “socialismo reales”, el retorno de una democracia “neoliberal” en Chile y el repliegue de los movimientos revolucionarios en América Latina, marcan sus versos meditativos, apaciguados en el recodo del camino, observando y mirando el ayer, una nostalgia inconforme, contestataria al orden impuesto, a los pactos y negociaciones de los actores de la realidad, entonces el hombre queda solo, es su yo real, el que se desnuda en poemas de verso directo y sencillo. “Libro de hechos inevitables” (1996) es la quietud de la reflexión, el sosiego del guerrero en su recolección de la memoria personal e histórica. Una suerte de diario, biografía de su cosmos poético en un texto discursivo que se asoma a la prosa. Lo mismo ocurre con “Interpretaciones y testimonios” (2002), texto poético reposado, recolector, compilador, una suerte de antología de la memoria y experiencia, en que la poesía es una suerte de crónica, de revelación a través de la teoría poética, un resumen histórico-lírico que nuestro poeta se atreve a realizar. Hasta llegar a “Libro políticamente incorrecto” (2013), un texto que insiste en el ayer y se empeña en destruir los cristales polarizados del consenso y la normativa de la transición que huye o destruye todo vestigio del pasado, que incómoda, que divide, que levanta pasiones y contradicciones, que fomenta la protesta, la rabia y la rebeldía.
Al decir del poeta Alejandro Lavquén: “El poemario se divide en cuatro partes: Estúpida ceremonia, Hechos de sangre, Metáfora de sobrevida y La vida no sonríe, da respiros. Los textos nos hablan de una época no lejana donde el autor recorre etapas de su historia, principalmente política, aunque lo existencial dentro de la actual sociedad neoliberal también está presente. La militancia, la cárcel, los amigos, la muerte, los desencantos y esperanzas van apareciendo y desapareciendo al compás de reflexiones no exentas, muchas de ellas, de un humor crítico, curioso incluso, sobre todo en la tercera parte del libro. Cottet pertenece a una generación de poetas militantes, los de aquella generación a la cual algunos les gusta llamar “NN”. Pertenece a aquellos poetas que se gestaron bajo dictadura y no vivieron la poesía como un arte de salón o pletórico de eso que llaman surrealismo, sino que vivieron la poesía como una herramienta de lucha social. En sus versos abundan estos motivos, esas historias y recuerdos, que además son un homenaje a sus compañeros abatidos por la dictadura.”
Por su vida, por su compromiso, por su estética y pensamiento ideológico, Cristian Cottet representa similitudes y puentes muy evidentes con el mayor de los poetas centroamericanos, el salvadoreño Roque Dalton, cuya poesía es una inagotable cantera de inspiración para muchos artistas latinoamericanos, en especial los chilenos, entre los que destacan Enrique Lihn, Mauricio Redolés, Isidora Aguirre, Fernando Alegría, etc.
En las distintas conversaciones sostenidas con el vate santiaguino, muchas de ellas de sobremesa u otras menos formales, sobre lo humano y divino, sobre el panorama lírico nacional e hispanoamericano, el bardo pródigo en anécdotas, interrogado sobre muchos autores como los llamados “Bukowskis chilenos” por los narradores Luis “Paco” Rivano, Armando Méndez Carrasco y otros, nos habla de su origen social y su vida laboral en torno al mundo proletario y lumpen-proletario de donde surgieron novelas, cuentos, poema y obras de la dramaturgia nacional, nos habla de la crisis lectora, de la falta de mayores posibilidades para la industria del libro, la creación de audiencia para los géneros, la orfandad de la crítica literaria, y muchas otras interrogantes.
Al escuchar la voz del poeta pareciera que se devela una forma de existencia, ¿no le parece a usted, señor Cottet? “Se ven muchas voces y se escuchan miles de imágenes pero que surgen desde la provincia, con muchas y pequeñas editoriales, con muchas ediciones y proyectos que circulan y transitan, no tan masivamente pero que generan una corriente… Valorar la poesía pasa por muchas consecuencias, muchos factores, crear audiencias, fomentar la lectura y publicación de obras poéticas, llevarla a los colegios, barrios, adultos mayores, ocupar otros formatos, la visualidad, hacer talleres, dar espacio en los medios de comunicación, son muchas cosas por hacer, dado que en estos tiempos los poetas estamos faltos de atención.
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Cristián Cottet: “Los poetas estamos faltos de atención”.
Por Rodolfo de los Reyes Recabarren.
Publicado en DILEMAS, 20 de junio 2017