Proyecto Patrimonio - 2015 | index | Cristián Cruz | Autores |
Tratado de Piedra
De Cristian Cayupan, Editorial Conunhueno 2014
Por Cristian Cruz
.. .. .. .. ..
Con un profundísimo tono, ligándonos con los elementos primarios con que se construye la humanidad, Cristian Cayupan nos entrega este Tratado de Piedra. Su mancomunada mirada sobre esos elementos, hace de esta poesía una red con la plural del hombre, con la cercanía hacia lo que fundamentalmente necesitamos para vivir. Entonces lo elemental; la piedra, el barro, y los elementos vitales (cielo, tierra, agua y fuego) son soportes de donde este hombre sustrae la vitalidad. Lo fundacional es la piedra, y lo explicable es lo inicial que se lee como un contrato, un pacto con lo que ha ayudado a este poeta a surgir desde ese extraño silencio que reina antes del poema.
Todo ser transita sin saber ciertamente su destino, incluso, transita sin saber su origen. Cierto es que estos tiempos aciagos, en nada colaboran para que la humanidad pueda visualizar estas cosas, las cosas reales que este tratado nos plantea. La cosa dicha, la cosa nombrada toma su lugar en la arquitectura del hombre, lo demás es un accesorio que caduca según su utilidad. Entonces los rasgos propios de esta poesía, son el entredicho de la naturaleza y el tiempo. Dos situaciones, dos contrapuntos que transforman al poeta y lo hacen divagar sobre qué es lo real y lo desechable.
Existen filiaciones proporcionadas por el azar, por la naturalidad de los símbolos adoptados por Cayupan y que son los símbolos adoptados en su tiempo por nuestros predecesores, léase, un Barquero o un Díaz Casanueva, que perpetuaron la semilla de lo fundamental y fundacional para nosotros, una generación perfectamente desechable. Cristian Cayupan, asiente el golpe antes de recibirlo y se adentra en esta simbología; la piedra (los cimientos de cualquier casa en la poesía) la mesa, el hombre, la sangre. Asumiendo su entera pertenencia a un lar, a un pueblo que se transparenta en su festejo, los símbolos asumen su lugar por derecho y logran permear lo banal, lo que nos frustra como sociedad. La poesía en sí misma, la casa, y este Tratado de Piedras, asume su tránsito hacia un espacio paralelo en lo cotidiano, una salida, una entrada, una puerta para quien ve más allá de los aparatos que hacen nuestra vida menos profunda. Y esté tratado no es más que un hombre que se maravilla con el milagro de vivir por sobre todo.