Proyecto Patrimonio - 2016 | index | Cristián Cruz | Marco López Aballay | Autores |
Dónde Iremos esta Noche
Marco López Aballay
-Escritor-
.. .. .. .. ..
En esta nueva entrega, Cristian Cruz nos propone un trabajo interesante: poesía en estilo narrativo; diálogos, monólogos, hablantes en segunda persona, reflexiones en voz alta, son algunas de las características de Dónde Iremos esta Noche. En el primer capítulo “Apartado Postal” su conciencia nos toma de la mano y nos conduce a espacios íntimos y reveladores, cuya escenografía, en su mayoría, es la cotidianeidad de su hogar; puertas, ventanas, escalera, manteles, paredes, son elementos que cobran vida entrometiéndose en los pensamientos y reflexiones del autor. Lo interesante aquí es la mezcla entre la estética del poema y su contenido propiamente tal. En ese sentido, la invitación a su lectura es amable, inteligente, conmovedora. A decir de Vila–Matas, los verdaderos héroes terminan divirtiéndose a solas. Este caso no es la excepción y nos encontramos con un poeta rodeado de múltiples fantasmas que acuden a su hogar; un padre desempleado, fotografías de sus hijos y amigos más cercanos, un mantel gastado por los años, un microscopio de colegio, una visita a tribunales. Son situaciones en que las emociones se mezclan con la mecánica de la creación poética, conformando, de esa manera, una rica estructura de versos en los cuales los poemas se solidifican y logran su potencialidad. Ahora la magia ha sido reemplazada por el misterio de lo cotidiano, el reencuentro con la poesía en la rutina de sus días actuales.
En el segundo capítulo “No Hay Caso”. El hablante disimula con sutileza el dolor del abandono. Si bien es cierto, en el capítulo anterior el abandono es un asunto de familia; padres, esposa, hijos. Ahora el poeta establece diálogos ante su compañera ausente. De esa manera nos encontramos con escenas que se interrelacionan entre un poema y otro: la necesidad de una mujer sin hijos, notas de despedida, dos almas derrotadas desde una cabina bajo la lluvia, un hombre que hace señas sin ser correspondido, otro hombre en un restaurante sencillo, son piezas expuestas en la mesa de ajedrez de un jugador derrotado. Es decir, un hombre que ha sacrificado la ilusoria vida familiar por la de poeta, como un místico en medio de la ciudad, acompañado de versos que iluminan el camino.
En el tercer capítulo “Respete la Señal” nos encontramos con poemas más extensos, con ramificaciones que abordan asuntos de poeta y creador ante el extraño oficio de escritura. Así las cosas, Cristian Cruz (San Felipe, 1973), nos introduce a los laberintos de su conciencia creadora: una avioneta de papel que es un poema volando (cuyo piloto reconstruye, una y otra vez, el mismo poema). En el poema “Parafraseando a Dickens en la Navidad Presente” confluyen a un mismo tiempo escenas de navidades pasadas, presentes y futura, como una espiral con situaciones, diálogos y tiempos que se entrecruzan, otorgando un nuevo significado a cada uno de sus versos. En este poema, el autor hace un recorrido en segunda persona por los avatares de su vida: la niñez en la capital, con todo lo que ello implica; pobreza, marginalidad, padre alcohólico, ciudad en llamas. Luego el poeta salta a la navidad presente, y si bien es cierto las condiciones han mejorado, igualmente existe un aire triste en el ambiente, como un espíritu caprichoso y rebelde. Tal vez la palabra navidad sea lo mismo que la palabra tristeza, y la trama actual se tiñe por el pasado, como un círculo vicioso que no piensa romper la cadena. En el poema “De Cómo Miro por la Ventana” el autor habla de un paisaje, dentro del cual él deja entreverse, constituyéndose -de esa manera- en una misma pieza. El creador entonces se metamorfosea en múltiples objetos; árboles, nubes, trozos celestes, río, aves, flora, cuarto, puerta, cama, colcha. Dichos elementos conforman un fragmento único, cuyo núcleo es el átomo de la vida, el cual se expande más allá del infinito.
