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Patas de perro de Carlos Droguett
Por Adrián A. Astorgano
Publicado en http://www.revistavisperas.com/ 19 de junio de 2017
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Patas de perro fue originalmente publicada en 1965, por un Carlos Droguett en la cima de su carrera, tras el éxito de Eloy (1960) o 100 gotas de sangre y 200 de sudor (1961). Recientemente ha regresado gracias al trabajo de la editorial Malpaso, que recupera demasiados años perdidos de silencio.
En esta, su tercera novela, Droguett nos lleva de la mano a un universo casi circense, semejante al film de La parada de los monstruos (1932) o al imaginario popular que posteriormente fue etiquetado de outsider, como ocurre en la obra fotográfica de Diane Arbus. Con Patas de perro, Droguett pone en jaque el pegamento y barniz que funcionan como aglutinante social, mediante un personaje inocente pero cuya marcada diferencia física lo clasifica como permanente extranjero. Bobi es mitad niño, mitad perro, obligado a huir del continuo rechazo por ser distinto, lo que resulta en la lenta degradación de un ser que vive sorprendido de vivir y aún más extrañado de que no se le deje vivir. Para ello, a medio camino entre la digresión erudita y la ensoñación, el autor erige sobre los escombros de la memoria un inventario vasto, caprichoso y razonado de las heridas más desgarradoras e indelebles. Se ven reflejados en estos testimonios las personas que conocieron a Bobi, lo trataron o simplemente lo observaron durante años: el pueblo, la familia, el abogado, el profesor, el teniente, el médico y, sobre todo, el único hombre capaz de inspirarle amor. Cada uno de ellos revela un aspecto de su personalidad desmesurada, torturada y fascinante, como si fueran una tesela que dibuja, pieza a pieza, un complejo mosaico.
Sumido en su propia tragedia personal, el narrador tendrá que sobreponerse a su debilidad para resolver una compleja trama generacional en la que todos los implicados parecen ocultar algo de mala sangre. Es en medio de un Chile que se desgarra donde el narrador/autor toma la decisión de acoger a este niño desamparado. El joven Bobi ha crecido en un rincón, durmiendo en el suelo, apenas criado por su familia, contemplando pasar los trenes y soñando con las vidas de las personas que viajan en ellos. Y es ese mundo melancólico de donde intentará escapar en su primera juventud, encontrándose con su protector, a quien tendrá como principal amigo. La salvación de ambos dependerá entonces de sortear los espejismos que acontecen en una realidad demasiado mutable.
Carlos Droguett erige un proyecto de escritura transversal. Nos invita a adentrarnos en el singular diario de su alter ego, en el que pensamientos, sensaciones, análisis y recuerdos son revelados en un híbrido de periodismo y prosa poética. Patas de perro es una novela que propone una lectura camaleónica donde la ficción se cruza con la realidad para dar forma a la historia de Bobi, ese niño nacido de la miseria con patas de perro. Cuenta Droguett que tomó su inspiración para la historia de esta novela de una noticia aparecida en prensa, donde se destacaba la vida de un niño nacido con una deformidad que lo condenó a una vida dolorosa y marginal. De este modo, el autor confecciona este personaje como símbolo de una miseria extrema, como una transgresión no deseada. En consecuencia, muestra en el tránsito toda la crueldad, morbosidad y marginación de la que es capaz el entorno social que rodea a los protagonistas. Escrita en el siglo pasado, esta encantadora y dura novela nos ofrece ante todo una mirada sabia y traviesa sobre las luces y sombras de la naturaleza humana. Todavía hoy, en un nuevo siglo, admiramos el delicadísimo arte que desprende esta obra, que ha vencido para siempre al paso del tiempo y sobre todo, del silencio.
Si pudiéramos prescindir del marco del tiempo y sus acontecimientos, quizá seríamos capaces de asociar la lectura de Patas de perro con otra etiqueta más plácida, quizá podríamos aproximarnos a la novela en clave de de ciencia-ficción, como si el mutante que es Bobi pronto fuera a ser reclutado por la Patrulla-X. Pero, como suelen decir, la realidad siempre supera la ficción, y la historia de Bobi es, por mucho que duela, prácticamente cierta.
Creo que vida y muerte están tan imbricadas que no se pueden separar. Además, los temas míos los cojo de la vida y la vida es violencia, miseria e injusticia (…), una violencia suavizada por la imaginación y profundización del escritor (…). Quiero reflejar además el desorden, el caos que vive el mundo. Creo que tengo la obligación de ello. Si no escribo así, cometo una trampa literaria.
A través de un continuo monólogo interior y un estilo de rabiosa libertad, la novela avanza sin prisa pero sin pausa, mediante largos y extenuantes párrafos que, a modo de capítulos, reflejan la alta densidad del ambiente: un paisaje entre lo rural y lo urbano que augura, además, graves cambios. Se trata de un lugar confuso, del mismo modo que el texto parece una jaula sin aire, donde el comienzo de cada capítulo parece una brecha de luz por donde entra el aire. Un comienzo donde esperamos desesperadamente que la situación mejore para estos dos personajes que se encuentran solos, acompañados en su soledad dentro de semejante laberinto.
A lo largo de de estos largos monólogos, el narrador cavila sobre todas las situaciones a las que se enfrentó junto con el niño de patas de perro. En su discurso se van sucediendo las voces de cada personaje para seguir contando la historia de Bobi. Narrador y personaje se intercambian papeles, dialogan sobre lo que sucede en su entorno, cómo se comportan los demás hacia los atributos que los diferencian y cuáles son los motivos que motivan un rechazo tan violento. El narrador recuerda con nostalgia la intermitente lucha de Bobi por encontrar una identidad útil que acabe por completarlo. Como coste a esta búsqueda, el protagonista conoce la marginación desde su más tierna juventud, comenzando por su familia, que pasa de condenar su estigma a sacarle provecho de la manera más ruin. En este mismo sentido, Bobi reconoce fuera de su casa un mundo que nunca es hogar, que lo condena a la soledad. Y es que su «rareza» solo tiene cabida como atracción para ganar unas monedas. De este modo se cruzan personajes, momentos y situaciones de calma con otras totalmente opuestas. Esta narración profundiza en la psicología de Bobi y su entorno, marcando un permanente diálogo entre el narrador, el protagonista y el lector. Mediante una poética particular, tristemente adherida al polvo de la realidad, Droguett evidencia en esta crónica todo el patetismo de la maquinaria social siempre descarnada, y tan terriblemente sincera en épocas convulsas.
Desde el minuto cero, se hace fácil reconocer la finura de Droguett para indagar en la psicología humana, por su imaginación poética, por su capacidad de envolver al lector en atmósferas llenas de misterio y extrañeza. En las páginas de Patas de perro redescubrimos a un escritor capaz de convertir en mítico lo cotidiano y de revelarnos, en el corazón de lo prodigioso, aquello que es más profundamente humano, ya sea derrota o salvación. En su voz recordamos el clamor popular de otro maestro chileno de las letras, el gran Víctor Jara, algunas de cuyas canciones, como Luchín, El niño yuntero o Canción de cuna para un niño vago, también recogen las miserias de los más perjudicados entre los ya de por sí vienen de abajo. Por otro lado, la novela resulta bastante próxima a la filmografía de Luis Buñuel. En el hipotético caso de haber contado con una adaptación cinematográfica, Patas de perro probablemente tendría ahora la visibilidad y reconocimiento que se merece. Sin embargo, la historia colocó a autor y obra en un lugar menos privilegiado, probablemente debido a la dictadura chilena, que trató de silenciar su obra literaria. No hemos de olvidar que, aunque Droguett recibió en 1970 el Premio Nacional de Literatura, seis años después ser radicó en Suiza a causa del régimen militar instaurado por Augusto Pinochet. Nunca más regresó a Chile.
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Adrián A. Astorgano (León, España 1990) es ilustrador y diseñador gráfico. Licenciado en Bellas Artes y con un Máster que no viene al caso por la Universidad de Salamanca. Colabora activamente con publicaciones independientes como Revista Pangea, Sie7e, Revista El Humo, Mordistritus, La Fanzine, Errr Magazine o Obituario. Escribe reseñas literarias para Notodo.com. También dibuja o se aburre a la par que desempeña labores varias, como el ensamblaje de hamburguesas y las tareas de un impresor multicopista.